La ensalada de la bruja
Por Àngels S. Amorós
Isabelle Wlodarczyk (texto), Grégoire Mabire (ilustraciones) y Gustau Raluy (traductor). La ensalada de la bruja. Barcelona: Takatuka (La isla de los libros), 2022. 32 pp. A partir de años.
-¡Te voy a cortar en rodajas!
Valentina se tronchaba de risa.
-¿Quiéres comerme? Pero, ¿me has visto bien?
Valentina es un hueso duro de roer. De eso se ha dado cuento la bruja Baba desde el primer momento que se la encontró. La pobre bruja esta harta de comer ensalada con verduras y por eso una noche se adentra en el pueblo en busca de su ingrediente favorito, los niños. Sin embargo, no lo tendrá fácil. Valentina es la primera niña con la que se encuentra y ella cree que es tan frágil e inocente como aparenta. En cambio, la niña es de lo mas ruidosa, repelente y con bastante mal carácter. Además de no tener nada de miedo de la bruja se empeña con ir con ella y se niega a volver a casa. La bruja Baba no tiene mas remedio que cambiar de dieta porque acaba de descubrir que los niños de no son como se los imaginaba y ella ahora necesita tranquilidad.
Esta historia llena de humor rinde homenaje a la bruja Baba Yaga que, según el folclore ruso, vivía en una cabaña sobre patas de gallina y comía jóvenes a los que engañaba tras prometerles ayuda. También nos recuerda a los libros de Roald Dahl que suele mostrar la otra cara de personajes de siempre que la literatura infantil y juvenil ha querido dotar de cualidades positivas y él les da la vuelta por completo. Los abuelos y los padres ya no aparecen en sus obras como seres perfectos que se preocupan por los más pequeños sino que pueden comportarse de forma muy autoritaria e incluso cruel, por ejemplo en Matilda. Sin embargo, esto provoca que los niños se vuelvan más fuertes y desplieguen una serie de recursos que les resultan muy útiles cuando se trata de enfrentarse a los que les quieren hacer daño.
En el cuento de Isabelle Wlodarczyk se rinde homenaje a la bruja Baba Yaga con un giro muy peculiar y lleno de humor gracias a los ingeniosos diálogos entre los dos personajes. Las bellas ilustraciones de Grégoire Mabire captan muy bien el movimiento de Valentina, esta Juan sin Miedo que no para quieta. Una historia deliciosa que nos hará reír sin parar.