«La infección de los días», Daniel García Florindo
Por Francisco Onieva.
CRISIS: INVITACIÓN AL CAMBIO
Según reza en la contracubierta, con La infección de los días (Cántico, 2021) Daniel García Florindo (Córdoba, 1973) cierra una trilogía comenzada hace ya una década con su segundo libro, Cuaderno de Lisboa (2011), y continuada con Las nubes transitorias (2015), en la que, partiendo de la preocupación existencialista y social que caracteriza al autor desde su ópera prima, Amanecer en Pensilvania (2001), aborda las grietas y contradicciones de un yo poliédrico que, en su desubicación, solo encuentra cobijo en algunas frágiles certezas.
Estos poemas nacen en plena pandemia y son múltiples las referencias a la misma; sin embargo, la plurisignificación de la palabra “infección” permite al autor unir la incertidumbre a nivel mundial provocada por el Covid-19, la crítica social y una crisis sentimental fruto de una separación.
Tras un programático poema inicial, «Infección y poética», se disponen tres secciones relacionadas entre sí. La mayoría de los poemas que componen la primera, «Conexión y contagios», van precedidos por una fecha, con lo que deviene en una especie de diario de esos cuarenta días de «Teletrabajo» y de «Placeres confinados» en los que el sujeto poético se asoma, a través de la pantalla del ordenador o de la televisión, a un mundo que lo mira asombrado e impasible a su encierro, mientras crecen exponencialmente los contagios, las muertes y la inquietud.
En «Evaluación de daños» este sujeto analiza desde una perspectiva intimista, además de la laceración producida por la crisis sanitaria en que estamos inmersos aún (“Haiku” o “Voz en off”), las heridas sociales (“Cambio climático”, “Cadena de producción”, “In itinere” o “Desempleo”) y sentimentales que lo definen. Entre estas últimas, aparte de la reciente separación (“Día del libro”, “Psicoterapia” o “Doctor Castell”), se encuentra la desaparición de seres queridos (“Foto familiar en la nieve” o “Tío Carmelo”).
Convencido de que cualquier crisis, aunque provoque caos e incertidumbre, es una oportunidad de cambio y de crecimiento -muchos confiábamos con inocencia que la convulsión causada por la pandemia podía servir para cambiar nuestro modo de relación con el resto del planeta-, el yo poético se desnuda en la última parte, «Canoa», donde, a través de la imagen del hombre que cruza el río a bordo en una pequeña embarcación de remo, aborda sin ambages la separación sentimental y el desmoronamiento de una vida en común. Ante las dudas solo cabe una actitud: remar en una “Carrera de fondo”, dar gracias por lo vivido y pensar en el bien del “fruto de aquel sueño, / lo mejor de nosotros mismos, vida / de nuestra vida, / el vértice / que unirá para siempre cada lado, / la hija de nuestro amor por encima de todo”.
El yo poético afronta la separación, pues, sin acritud, con una bonhomía que convierte la escritura de García Florindo en un espejo nítido donde ver al hombre de carne y hueso, con sus dudas y su pequeño puñado de certezas, entre las que destaca el sostén de Julia, su hija.
Autor: Daniel García Florindo
Título: La infección de los días
Editorial: Cántico
Año: 2021
Pingback: Reseña de La infección de los días, por Francisco Onieva | Aula poemática