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‘Brother/Libertad’, de José Luis Muñoz

CARLOS MANZANO.

Puede que haya quien piense que escribir hoy en día una novela de género respetando escrupulosamente sus convenciones tiene poco nuevo que aportar. Si alguien piensa eso, además de desconocer qué es la novela de género, es que no ha leído la última obra del prolífico escritor José Luis Muñoz, “Brother Libertad” (Editorial Milenio, 2022), la primera de una trilogía que nos adentra en lo más negro de la ya de por sí oscura sociedad norteamericana. Y lo hace, como digo, respetando las convenciones más asentadas del género negro, lo cual, lejos de llevarle por caminos trillados, le proporciona un sólido armazón y una feraz herramienta con la que edificar una historia de odios, celos, venganzas y pasiones que se adentra en lo más sombrío del ser humano, en la cara oculta de lo que somos.

Una de las características más celebradas de este género, la construcción de unos personajes que, lejos de moverse en un solo plano, presentan múltiples caras y perfiles digámosle de dudosa moral, se erige, a mi juicio, en el elemento más sobresaliente de la novela. En este primer volumen de la trilogía conocemos a sus principales protagonistas, los hermanos Brother, Caín y Abel, a la novia de este último, Eva Blondie, y al padre ausente (en la distancia, ya que todavía vive), llamado God (o Dog, dependiendo del momento y las circunstancias). Todos ellos se mueven en los aledaños de ese límite, casi siempre difuso, que separa el bien del mal, la integridad de la falta de escrúpulos, como hijos que son de una sociedad desestructurada donde la única consigna parece ser el sálvese quien pueda. Es admirable la maestría con que están definidos, la brillantez de los diálogos que articulan la narración y la ambivalente relación que se va estableciendo entre ellos. Yo personalmente destacaría al padre God-Dog, que aunque presente casi siempre de una manera indirecta, a través de las continuas referencias que hacen de él sus hijos, representa ese punto perverso, profundamente egocéntrico y malsano, a la vez que ingenuo y a menudo absurdo, que suele caracterizar a buena parte de la sociedad norteamericana:

“Huele el anciano a humedad y a suciedad. A mugre pegada en la piel desde años atrás que ya ha formado una nueva piel, como una coraza, sobre la suya. A esa mugre que se incrusta en las largas uñas de sus manos sarmiento. A orina concentrada en su calzoncillo y que se extiende por el pantalón. Pero huele peor el interior de la destartalada caravana llena de papeles y basura que se corrompe bajo ellos. (…) Y cruces. Muchas cruces que ha ido cogiendo el viejo God de aquí y de allá, de diversos tamaños, de madera y metálicas, hasta de papel, que cuelgan de las paredes y del techo. Cruces de camas de hospitales en donde ha estado y que ha robado. Cruces de casas abandonadas en las que ha entrado a inspeccionar.”

El estilo literario de José Luis Muñoz es, como queda dicho, exquisito: la palabra justa, el adjetivo preciso, el verbo idóneo, como corresponde a este género en buena medida lacónico y enemigo de las digresiones innecesarias. No en vano, el autor forma parte de la flor y nata del género negro nacional, en el que ha dejado ya numerosas muestras de su talento: “Brother Libertad” es sencillamente la constatación de ello. Ritmo, precisión y equilibro son algunos de los elementos que definen su estilo narrativo y que impregnan cada una de las páginas de la novela.

A lo largo del año aparecerán las dos novelas restantes, pero a la vista de lo que nos ha deparado la primera, no tengo la menor duda de que el conjunto va a suponer una de las grandes propuestas literarias de este año. Tocará esperar un poco para constatarlo, pero de momento tenemos el primer plato para ir disfrutándolo con deleite, como los buenos manjares.

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