Petit, el Monstruo

Por Àngels S . Amorós

Isol (texto e ilustraciones). Petit, el Monstruo. Barcelona: Takatuka (La isla de los libros), febrero de 2022. 32 pp. A partir de los 4 años.

Petit es malo cunado dice mentiras y muy  bueno inventando historias.

Este álbum escrito e ilustrado por la argentina Isol (Marisol Misenta, Buenos Aires, 1972) -galardonada con el premio internacional Astrid Lindgren 2013- se publicó originariamente en el 2006. En el libro conocemos a Petit, un niño que a veces es muy bueno y otras está lleno de maldad. Por eso, él mismo se siente confundido porque no entiende cómo puede ser bueno y malo al mismo tiempo. Al final, el pequeño decide recurrir a su madre para que le solvente las dudas, pero ella también lo ignora. Y es más, su madre es buena o mala según la situación. Petit llega a pensar que eso le viene de familia y eso le parece suficiente para no indagar más.

Un tema aparentemente sencillo tratado con humor no es un tema que se deba pasar por alto porque tiene más profundidad de lo que en un principio parece. Los niños se lo cuestionan todo y el autoconocimiento es fundamental para su autoestima. A base de pruebas, comparaciones y preguntas los más pequeños moldean su personalidad y los adultos tenemos que estar ahí para ayudarles. Lo mismo que los límites del bien y del mal o de lo que es correcto o incorrecto. Las ilustraciones son de colores vivos y destacan por sus trazos finos.

Todo en el libro está muy cuidado, tanto el texto como las ilustraciones. De este modo, encontramos colores oscuros representan las buenas acciones de Petit y cuando se porta realmente mal (tirar piedras a las palomas o molestar a sus compañeras en el patio del colegio) son más claros.

La perspectiva infantil logra empatizar a los adultos que no podrán evitar reflexionar sobre la importancia de la imagen que damos a los niños con nuestros comportamientos y comentarios. Lo que se entiende como predicar con el ejemplo, ya que no podemos moralizar con mensajes incoherentes. Sin embargo, Isol no moraliza sobre el tema ni tampoco muestra una infancia edulcorada. Además, finaliza la historia con un toque de humor que representa la perplejidad de un niño que zanja de forma sincera sus dudas. Él es así porque su madre también lo es y por lo tanto no puede evitarlo. Sin más.

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