Marta de la Fuente Soler nos devuelve el realismo mágico con ‘Galernas’

EVA FRAILE. BLOG: REINA LECTORA

Cuando uno se embarca en la aventura de Manuel Abelardo, protagonista de Galernas, nota enseguida que se está adentrando en un mundo mágico, espiritual, imposible por momentos. Lo que tal vez no advierta tan pronto es que, al mismo tiempo, está conociendo a su autora, Marta de la Fuente Soler (Bilbao, 1990), una mujer creativa, polifacética, enamorada de la música y el cine tanto como de escribir, que aún sigue creyendo en la magia que nos rodea.

No es muy frecuente encontrarse con libros como Galernas, desde luego, tanto por el género elegido por Marta de la Fuente Soler, ese realismo mágico al más puro estilo de García Márquez, como por los personajes que lo pueblan. Porque Manuel Abelardo no es un chico como los demás. ¿Qué chaval de diecisiete años recién cumplidos se monta en su velero y se lanza a dar la vuelta al mundo? Por no hablar de que es, además, un brillante científico, inventor y que acaba de descubrir que tiene la habilidad de teletransportarse. Ese universo mágico, espiritual, no es una casualidad; responde a la esencia de la propia autora: «Ser espiritual es inherente al ser humano, por tanto, me guste o no, que me gusta, todos somos espirituales. La cuestión es, o bien vivir siendo consciente de esta espiritualidad y hacerla tu aliada, o ignorarla completamente», explica.

El género que ha elegido para esta novela no es nada sencillo. No solo porque no hay muchos referentes a los que acudir, sino porque requiere de una gran habilidad para combinar ese universo mágico con las escenas cotidianas. Un reto a la altura de muy pocos, pero que Marta de la Fuente Soler resuelve con una maestría impropia de quien incursiona en este terreno por vez primera. «Me gusta especialmente este género por la libertad y el juego que permite», asegura. «Cuando uno escribe novela realista, parte de un mundo que imita al que ya conocemos y en el que normalmente discurrimos, una realidad trillada, lo cual no está nada mal, yo misma he escrito mucha narrativa hiperrealista, pero precisamente lo que me fascina del realismo mágico es que se pueden encuadrar situaciones verosímiles dentro de un orden profundamente atípico, a la vez que situaciones inverosímiles dentro de un orden que nos es más familiar. Me encanta trabajar esos contrastes, sin embargo, estas antítesis se sustentan en una estructura de paralelismo, pues tanto al realismo mágico como al mar los siento animales muy salvajes».

Antes de embarcarse (y nunca mejor dicho) en la aventura de Galernas, Marta de la Fuente ya había publicado un libro de relatos, titulado Historias de una generación, amén de varios artículos para revistas de moda. Apasionada del cine, donde ha desempeñado papeles como actriz, guionista y productora, y de la música, a la que también ha dedicado un gran espacio dentro de su polifacética carrera, reconoce que en la actualidad se ha alejado un poco del mundo del séptimo arte, encontrándose más a gusto en la música y la escritura: «Ando desencantada del cine y de su industria. Me encuentro más en mi elemento en la literatura y en la música, aunque ya que estamos siendo del todo sinceros, para mí la música es la más maravillosa de las artes. También me parece la más espiritual y la que antes te llega al corazón».

Espiritual, esa es la palabra que seguramente mejor define la obra de Marta de la Fuente Soler. Por eso su primera novela contiene ese sentimiento tan profundo, porque es, al fin y al cabo, un homenaje a la figura de su padre; por eso rebosa mar por todas partes, porque es uno de los grandes amores de la vida de esta autora, y por eso Manuel Abelardo, protagonista de Galernas, es como es, con ese aire tan de El Principito. Son solo algunos ejemplos, pero es innegable que la personalidad de Marta de la Fuente se ha desparramado por todo su libro, y eso es también una seña de identidad como autora. Ese pequeño universo que contiene Galernas es, pues, muy significativo para comprender a una escritora que mantiene enérgicamente la creencia en que la magia sigue teniendo cabida en nuestra vida cotidiana: «Por supuesto, solo hay que estar atento», asevera. «Si uno quiere, puede ver magia en todas partes, en el vuelo de un pájaro, en la veta de una piedra… O puede pensar que la magia no existe. ¿Qué es magia al fin y al cabo sino una palabra? Cada cual puede dotarla de los valores que quiera o ignorarla por completo, y esta elección no tiene edad».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *