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«Solo inclasificable», de Efi Cubero

Por Ana Isabel Alvea Sánchez.

Solo inclasificable, un poemario de Efi Cubero sobre la música que nos sustenta

Efi Cubero es poeta, historiadora, ensayista, narradora y crítica de arte. Residió desde niña en Barcelona, allí realizó estudios de Historia del Arte, Lengua y Literatura. Autora de los libros, entre otros, Fragmentos de Exilio (1992), Altano (1995), Borrando márgenes (2004), La mirada en el limo (2005), Estados sucesivos (México, 2008), Ultramar (2009), Condición del extraño (2013), Punto de apoyo (2014). Autora del ensayo, Esencia (2019) y del libro de artista Mesa para tres (2021) junto al pintor Paco Mora Peral. Ha colaborado en varios libros de ensayos. Numerosos poemas, ensayos, narraciones y entrevistas a personajes del mundo del arte, el pensamiento, la ciencia y la literatura le han sido publicados en diferentes antologías y en revistas académicas de pensamiento o literarias de España y América.

En Solo inclasificable (La Isla de Siltolá) relaciona vida, música y poesía, pues qué arte más cercano a la música que la poesía. El título de Solo inclasificable -y su estructura- nos hace pensar en esta fusión, al igual que la cita de Walter Pater, que abre la puerta al poemario: Todo arte aspira constantemente a llegar a la condición de la música. Un solo es una pieza musical sin acompañamiento de canto, un título que nos avisa de su tono elegíaco, de la pérdida, el duelo, la soledad, pero también de la actitud de descorrer las cortinas y atestiguar la vida para eludir la muerte, como nos dice en su poema Soledad. Un acto de resistencia la escritura, la poesía, la literatura, el estudio, la música, el Arte, la naturaleza y las vivencias que se perpetúan en nosotros, así el paisaje de nuestra infancia. Cómo si no podríamos continuar.

Este poemario se estructura con términos musicales: Solo, Acordes, Contrapunto, Allegro, Andante y Adagio, en los que se recoge ochenta y un poemas, cuyo contenido se ajusta a la emoción de cada movimiento musical. La poesía de Efi Cubero aúna belleza, sugerencia, contemplación, profundidad, emoción y reflexión en la intensidad de poemas breves con un lenguaje esencial, aunque mantiene igual maestría en la extensión mayor, así  «Aterrizaje». Una búsqueda de la verdad: la poesía.

Como la propia escritora manifestó en una entrevista, realizada por José Moreno Losada en Letralia, que en la poesía “busco los contrastes, hallar la tensión máxima entre la serenidad y el desasosiego nivelando ese plano de sombras de la palabra y el silencio. Indago interiormente y ahondo en la esencia de lo real a través de la exigencia del lenguaje”. Y estos contrastes encontramos en el poemario, entre la luz y la sombra o el engaño y la verdad, lo aparente y lo real, lo visible y lo invisible, la fuerza y la fragilidad, lo efímero y lo eterno. El tiempo- nuestro discurrir por él- puede ser uno e indivisible, donde el pasado revive en el presente y en este se proyecta el futuro.

El poema Solo, a modo de prólogo, nos evoca ese sentir de la ausencia: soledad, vacío, la sensación de fracaso, una vivencia que resulta inclasificable.

En su primera parte, Acordes, resalta la búsqueda de la música -con instrumentos precisos y afinados- y de la escritura para que nos desvele el misterio, nos descifre el mundo y la extrañeza del ser, poder mirar en su interior y encontrar lo verdadero, iluminando nuestro trayecto. Se nos ilumina su concepción de la poesía como indagación, un conocimiento que nos emociona y apasiona, un refugio también, al igual que la naturaleza. Necesita despojarse para encontrar la luz y del silencio para encontrar la armonía frente a la nada. La poesía parece contener el solo indivisible que solo el alma entiende, así sus versos en el poema Ley: Lo que no aspira a nombre ni frontera / enlaza lo distinto para unirse en un todo. / El solo indivisible que solo el alma entiende.

En Contrapunto nos muestra la orientación que toma. La necesidad de caminar bajo una luz invisible, una espiritualidad con la que combatir los miedos y que nos salve. El tiempo, ese adversario con cara de pocos amigos, también puede aliarse con nosotros, mostrarnos un nuevo sentido; aunque derribe nuestras certezas y no sepamos descifrar misterios ni explicar lo inefable. Y la importancia del silencio, donde surge el poema y la palabra, poema que muestra-oculta siempre lo que somos. Nos aconseja no imponer en exceso nuestra presencia: pues para ser has de ignorar qué eres. / Serás solo naufragio […] las formas del azar crearán tu isla. En este trayecto no podemos olvidarnos del arco del cielo ni de rescatar con la palabra aquel fugitivo edén olvidado, transmitiendo en los versos el sentir de la mirada y del mundo, la proyección de todo.

Allegro, su tercera parte, un movimiento moderadamente vivo, canta recuerdos de su infancia, aquel oro que permanece en sus versos, la belleza, ternura y el amor recibido en un paisaje rural, un campo con inmortales almendros y trigales. Lo que llama indisoluble puede hacer referencia a estas vivencias del pasado que lleva consigo. Una tierra, con sus seres queridos, perenne en la memoria. Pone el dedo en la llaga de nuestra efímera condición, una verdad sin nombre / a la que no podremos acceder sin herirnos. Y que toda la belleza se escriba, y toda la verdad en su pureza, en su combate con la vida, los vuelos de la memoria en libertad. En sus poemas usa un lenguaje esencial y simbólico, como el limón, símbolo de la existencia: acidez dorada y verde en un mundo agrio y perfumado, bello y extraño. La encina, símbolo de firmeza, de raíz a la que volver, del origen. Y entre muros silenciosos, hacer brotar la memoria y ver más allá de los tópicos. En esta agrupación los elementos de la naturaleza adquieren mayor importancia y vida, así como esta naturaleza / de las cosas, la de mi propio yo, / todo ceguera, en la que a veces vislumbra la verdad. Es preciso ahondar para saber distinguir lo engañoso de lo verdadero. Escribir como quien despierta en la aurora y siente que hay un todo: Todo conforma un todo / en el campo semántico, / de lo que avanza lento en la escritura, / compleja e irreal de lo que somos. Y dejar constancia de lo que habrá de quedar.

Andante es un tiempo de abismo, desasosiego y soledad -en un herido tono, elegíaco y contenido- en el que profundiza y escribe para aprehender el fondo del tiempo, en lo profundo, sin engaños,  por un dolor que penetra e interpela, hasta un camino de luz, sabiendo ver y habitar lo invisible. Los espacios adquieren relevancia, resultan paisajes sentimentales, lugares del corazón donde vivió el amor y fue feliz. En el poema Aterrizaje vuelve a un lugar del pasado, pero ya nada es lo mismo, un pasado que no regresará y que evoca constantemente con la palabra. Ante el dolor, la posibilidad de vivir en el espíritu y en la poesía, en el ascetismo, consciente del misterio que nos ilumina y poder comprender la vida y su extrañeza. Poema en prosa es Desenfocado, ciudad que abriga de la intemperie, llena de laberintos y de historias de escritores, de encuentros y desencuentros, de azar y vida,  lugar en el que fue feliz acompañada de su amor, tal vez, y por ello le hace comprender, metáfora de un plano que se extiende y se dobla al infinito. Y llegó la muerte ganando la partida de ajedrez, como en la película de Bergman, El séptimo sello, a la que alude el poema Ajedrez.

En Adagio se encuentra el acto después de esta tragedia inesperada, la calma aparente, el sentimiento de irrealidad del mundo, en el poema Compás de 3/4: hay un patio interior en cada vida, una calle vacía / que llenamos con el acero de la desmemoria. / Somos supervivientes escuchando el crujir de / recuerdos / tras los pasos inciertos como advertencia de lo ya / perdido. Y regresa la memoria a los días de plenitud y felicidad, de cuando eran dos, a pesar de lo precario y la fragilidad, pues no quiere quedarse en la tristeza, sino en aquellas mañanas tan alegre como una partitura, aunque sea consciente que de nada sirve rescatar ese pasado con el lenguaje o evocarlo en las fotografías, pero en tanto esté en su memoria, existirá, qué lleno este vacío. Y como acróbata sobre cuerda floja, aprende a continuar, buscando consuelo ante lo perecedero, la incertidumbre, el dolor, la soledad en una ciudad de nieve y frío en donde halla el fulgor del recuerdo. Y en esa soledad, atestiguar la vida.

En suma, nos traza Efi Cubero en Solo inclasificable un camino por la pérdida, la muerte del amado, su dolor, la eternidad de ese amor en la memoria. El recuerdo de la felicidad compartida aviva las cenizas y le impulsa a continuar. Realiza igualmente un viaje interior, hecho de resistencia, hacia la esencia de la vida y la luz, lo invisible que nos alienta, la espiritualidad, la calma del silencio, la contemplación del mundo, la búsqueda de comprensión y de la verdad en la compleja y extraña existencia, la belleza, la catarsis del arte y de la escritura. El tiempo es uno solo hacia el infinito, cubierto de luces y sombras, misterio y una luz para quien ha aprendido a vislumbrar en este viaje.

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