‘¿Qué soñaste la última vez que soñaste?’, el instante en el que algo se decide
MARTÍN LOMBARDO.
Si en el número de relatos que conforman el libro ya hay un guiño a Salinger, en el cuento Casi todas mis facultades intactas el guiño se convierte en homenaje, y en el homenaje, a la vez, aparecen los recursos y las obsesiones del universo de Cristian Vázquez: los viajes, las lecturas y sus manías, los fantasmas de un escritor y las casualidades. No sólo es Salinger quien inspira la estética de Vázquez sino otros cuentistas norteamericanos: Raymond Carver y los finales en suspenso, Ernest Hemingway y los diálogos secos, breves, concisos, que tensionan más que evidencian los elementos de una trama.
Desde sus cuentos anteriores, así como en su novela, Cristian Vázquez se interesa por los momentos bisagras, cuando se produce un antes y después en la vida de los personajes; en ocasiones, sin que los personajes tengan demasiada conciencia de aquello que está ocurriendo: quien acaba de llegar quizás no sepa que ese punto de llegada será tal vez un nuevo despegue; quien busca saber más de un escritor casi oculto quizás no sepa que se convertirá en el necesario fantasma de una obra; quien despierta por casualidad a su compañera de viaje quizás no sepa que está pidiendo ayuda.
Hay una propuesta propia y original en estos cuentos, que conforman el universo de Vázquez: el misterio y el ocultamiento, los libros como talismanes y señal para entablar diálogos, la casualidad o el destino, los sueños que se repiten, las inmigraciones y la amistad, la historia que se inmiscuye casi de manera desapercibida en una conversación entre amigos al lado de un fogón. A través de sus historias, Vázquez hace convivir la búsqueda formal y un diario de trabajo en la vendimia, las charlas de dos jóvenes de barrio y el duelo imposible, la dificultad de sobrellevar una separación y la lenta y progresiva irrupción de lo irreal en una búsqueda.
Con una prosa intensa y precisa, la plasticidad de las narraciones atrapa al lector que sigue el relato y las tensiones de la trama, y recién al final, cuando se resuelve el cuento, cuando se llega al punto final, se topará, primero, con la sensación de haber sido testigo de una experiencia, de haberla compartido, y, luego, el cuento, como los verdaderos cuentos, invitan a una nueva lectura para pesquisar el instante mismo en que algo, el destino o el azar, han decidido sobre los personajes y sobre nosotros mismos.