Historia

Antonino Pío (Tito Aurelio Fulvio)

por Kika Sureda

Antonino Pío fue un emperador romano nacido en Lanuvium, cerca de Roma, y murió en una posesión de Sorio (86-161); era de una familia de origen galo. Antonino recibió una educación esmeradísima, y sus abuelos encargados de él por muerte de sus padre, supieron inspirarle el amor al campo y a la familia sentimientos que conservó hasta su muerte. Dueño de una fortuna considerable, aumentada por sucesivas y numerosas herencias, el futuro emperador poseía grandes propiedades rústicas en Etruria y gran número de ladrillerías. Él mismo administraba unas y otras y gustaba de pasar largas temporadas en el campo, contribuyendo con todos sus medios al fomento de la agricultura. Uno de sus biógrafos comenta que realizaba préstamos a sus colonos, no exigiéndoles un interés mayor del cuatro por cien. Perteneciente a una familia consular, Antonino fue sucesivamente cuestor, pretor y cónsul en el año 120, y en todos estos cargos se distinguió por su rectitud y sabiduría. El emperador Adriano, conocedor de estas cualidades, le nombró jefe de uno de los cuatro grandes organismos judiciales que había creado en Italia  en el 120, funciones que llevó a cabo con no menor celo. Elevado al proconsulado de Asia, Antonino dio tantas pruebas de virtud y capacidad, que Adriano, sintiendo próximo su fin y no teniendo herederos, no vaciló en designarle como su sucesor en el año 138. Antonino, emperador, fue el mismo hombre virtuoso, sabio, moderado, recto y liberal que había sido siempre. Era realmente el primer ciudadano del Imperio que puso todo cuanto era y valía al servicio del Estado; desarrolló regularmente las instituciones de los reinados precedentes y, en especial, las importantes reformas de Adriano; devolvió al Senado el derecho a intervenir más activamente en la vida política; hizo leyes de protección al esclavo obligando al propietario que lo maltratase a venderlo, y si lo mataba era juzgado como el autor de un homicidio vulgar, y como tal castigado con el destierro o la muerte, según la condición social del culpable. El niño y la mujer también recibieron protección; la mujer no podía ser perseguida en adulterio por el marido, a menos que éste demostrara no haber faltado a la fidelidad conyugal; creó instituciones de caridad para las jóvenes pobres. Reorganizó y moralizó la Hacienda pública, y los agentes del Imperio recibieron la orden de no percibir los impuestos más que en su límite legal. Licenció a centenares de empleados inútiles, y él mismo intervenía en todos los asuntos, no resolviendo ninguno sin una previa meditación. Recibía en audiencia a todos los que lo solicitaban y atendía sus quejas, haciendo siempre estricta justicia. Sencillo y modesto por lo que se refiere a su persona, era pródigo hasta el extremo cuando se trataba de la prosperidad del Estado. Su caridad era inagotable, y bajo su reinado adquirieron extraordinario desarrollo las letras y las edificaciones públicas. En Roma hizo construir magníficos templos, y cuando los terremotos asolaron muchas ciudades romanas, distribuyó socorros con tal munificencia que pudieron ser en breve reconstruidas, lo que no fue obstáculo para que legase a su muerte al tesoro imperial lo que hoy se podría calcular alrededor de cinco millones de euros. Era muy afecto al paganismo, cuyo culto restauró, pero, no obstante, los cristianos no habían gozado nunca de tanta tranquilidad como hasta entonces. Los veintitrés años de su reinado fueron el apogeo de la paz romana, pues Antonino decía que era preferible salvar un ciudadano que matar mil enemigos. Es verdad que el ejército romano tuvo que reprimir algunas insurrecciones de los pueblos bárbaros; en general, su imperio no fue militar como el de Trajano, pero Roma era temida por todo el mundo. A su iniciativa se debe la construcción de la serie de murallas y fortificaciones en la frontera de la provincia de Britannia (Inglaterra), conocida con el nombre de muralla de Antonino (Vallum Antonini). Uno de los mayores placeres del emperador consistía en abandonar Roma para pasar cortas temporadas en alguna de las numerosas quintas que poseía en los alrededores. En cuando ya contaba setenta y cinco años de edad y después de veintitrés de reinado. Le sucedió en el trono Marco Aurelio, casado con su hija Faustina la Joven, que nació de su matrimonio con Faustina.

La Muralla de Antonino. La empezó a construir Agrícola para defender Gran Bretaña de los escotos (escoceses), y fue terminada por los emperadores Antonino Pío y Severo. Se extendía al Norte de la muralla de Adriano, desde el golfo de Clyde al de Forth. La línea de las fortificaciones se componía de un foso y una muralla con parapetos, protegida por numerosos fuertes, además de un camino militar, paralelo a los atrincheramientos. Queda aún restos de estas obras de defensa que se conocen con el nombre de Graham’s Dyke.

Itinerario de Antonino. Es el título de un trabajo geográfico de gran valor histórico porque nos da a conocer la estadística de las vías romanas del Imperio, la enumeración de lugares, puntos de parada y distancias intermedias en millas romanas. Señala 372 caminos con un total de 6,953 millas romanas; 34 de estos caminos pertenecen a la Península Ibérica, y en todos se marcan las vías militares y las calzadas romanas. El Itinerarium provinciarum Antonini Augusti o Vibius Sequefter de Fluminu, que también se conoce con este nombre, contiene además un itinerario marítimo con los derroteros del Mediterráneo, puertos de escala y distancias que separan los de España, la Galia y Cerdeña de los de África. Se desconoce la época de publicación de este documento y el nombre de su autor; se supone que data del siglo III, y aunque lleva el nombre de Antonino Augusto Caracalla, se atribuye indistintamente a Julio César, a Ammiano Marcelino, a Antonino el Piadoso y al geógrafo Ethico. En el índice de caminos no constan todos los que había, apareciendo sólo los costeados por el Estado, faltando por tanto los provinciales y vecinales, cuya conservación correspondía a las colonias inmunes y municipios. La copia que hoy se conserva, y de la cual hicieron una edición en Berlín en 1848 Parthey y Pinder y otra Pedro Wesenlingio, se cree que es del tiempo de Diocleciano. Contiene varios errores de copia, por lo que no se puede tener seguridad en todos los datos ni atribuir los errores al original. Fue redactado el Itinerario de Antonino en la primera mitad del siglo III d. C., habiendo sido, pues, Caracalla el dicho Antonino, si bien la redacción del texto que ha llegado hasta nuestros tiempos pertenece al siglo IV. Las partes de este Itinerario relativas a los caminos de España, aunque repetidamente corrompidas, sobre todo en los números de millas indicados, sin embargo, unidas con Plinio y Tolomeo, constituyen las fuentes más ricas en noticias geográfica sobre los pueblos antiguos que se conocen de la Península.

 

Para saber más:

-Crevier, Historia de los emperadores romanos desde Augusto hasta Constantino. 

-Gayet, L., Antonin le Pieux et son temps.

-Roy, G., The military antiquities of the Rowall of Antoninus Pius.

-Tillemont, de L., Historia de los emperadores en los seis primeros siglos.

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