El regreso de los Willoughby
Por Àngels S. Amorós
Lois Lowry (texto) y Jaime Valero (traducción). El regreso de los Willoughby. Madrid: Editorial Anaya, 2021. 200 pp. A partir de los 10 años. Premio Parent’s Choice Gold Award; Premio Iowa Children’s Choice Award y Premio West Virginia Children’s Book Award.
—Se quedaron congelados —explicó el maître,
que consultó la fecha de la tarjeta de crédito—. Y
ahora el hielo se ha derretido. Les ha ocurrido lo
mismo a varios alpinistas.
—Y a muchas cabras —añadió el camarero—. Es
por el calentamiento.
—¿Cuál?
—El calentamiento global, señor.
De la autora de libros juveniles de éxito y con mucho poso como El dador o ¿Quién cuenta las estrellas? nos llega la segunda parte de la historia de una familia un tanto siniestra y cuyos hijos toman el mando porque las circunstancias así lo requieren.
Los señores Willoughby son una familia acomodada que no muestran ningún afecto hacia sus hijos y a los que solo les preocupa el dinero. Hasta tal punto llega su poca vocación de padres que se van de vacaciones a Suiza y dejan solos a sus hijos todavía muy pequeños. La mala suerte les acompaña y se quedan congelados en plena montaña, pero no para siempre. Debido al calentamiento global que sufre todo el planeta se descongelan y vuelven a casa después de nada menos que treinta años. Durante su ausencia, sus hijos se han hecho cargo de todo y la llegada de sus padres no parece gustarles a ninguno de ellos. De hecho, los «niños» los han hecho abuelos.
Antes de eso, este matrimonio tan singular deberá superar no pocos contratiempos. El mundo ha evolucionado mientras ellos estaban sumidos en lo más profundo del hielo y no tienen ni idea de qué es internet ni de las compras por medios digitales. A su desconcierto se suma el aspecto de la madre de familia que se siente fatal por el estado de su pelo y, lo peor de todo, el dinero que llevaban encima ahora está inservible. La infeliz pareja no encaja nada bien eso de trasladarse al futuro y piensa que se han despertado en el peor momento posible.
Todo empeora para ellos cuando llegan a casa y su hijo mayor, y heredero de la fortuna familiar, no los reconoce. No es de extrañar, ya que los padres no consiguen recordar el nombre de sus hijos. La verdad es que todo pinta muy mal para ellos con todas sus tarjetas -incluso la sanitaria- caducadas o anuladas. Pero no son los únicos. Su hijo mayor también está arruinado porque desde que los dentistas prohibieron los dulces para proteger la buena salud de los dientes su negocio de chocolatinas se ha ido a pique.
Poco a poco, aparecen personajes tanto o más divertidos que ellos como la familia Póbrez, los nuevos ricos que no hacen otra cosa que despilfarrar el dinero o un vendedor de enciclopedias tan desfasadas como ellos. Sin embargo, la familia Willoughby demuestra saber sobreponerse a lo peor y llegan a comprenderse y terminan por llevarse bien aún cuando atraviesan la peor de las miserias económicas.
A partir de una trama de lo más disparatada, la autora aprovecha para satirizar el comportamiento de algunos adultos y nos muestra que situaciones tan extremas como perderlo todo o hacerse rico de repente hacen que las personas reacciones de la forma más imprevisible. Hay que agradecer la maravillosa prosa de la autora, también tiene mérito el trabajo del traductor, repleta de disparatados diálogos y con una ingeniosa mezcla de películas y personajes por todos conocidos.
Louis Lowry es una escritora en lengua inglesa de padre noruego y de madre con orígenes alemanes, escoceses, irlandeses e ingleses. Louis nació en Honolulu y ha vivido en diferentes partes del mundo. Empezó como fotógrafa y periodista hasta que probó suerte con la literatura infantil y hasta la fecha lleva más de treinta títulos y su autobiografía. Ha sido finalista en tres ocasiones del Premio Hans Christian Andersen.