‘Moscas’, de Agustín Pery
ELVIRA FERAL.
La corrupción siembra este libro, corrupción de la que nadie se salva. Moscas es un thriller trepidante en el que no faltan los personajes que animan este género. Desde un policía, un sicario ruso, una femme fatale, a jueces, constructores, prestamistas, dueños de discotecas y hasta un cura.
El uso de jerga coloquial en frases como «se ciscaba a Marga» o «el encargo de apiolarlo fue seguro de Tomeu Cifre» ayudan a disfrutar más de la novela.
Y por supuesto, no faltan las moscas, que en muchas culturas representan la corrupción y el mal, y que en ninguna casa son bien recibidas. El nombre de una sociedad que aparece en la novela, Muscidae S. L., no son las iniciales de alguien sino como aclara uno de los personajes, que se ha encargado de buscarlo en Wikipedia, «es el nombre de una mosca, eso es lo que significa en latín». Estos insectos que dan título a la novela nos acompañan en la lectura: «Altolaguirre juntó las dos palmas. Cuando las abrió había una mosca muerta sobre el suelo» o «…si huele a mierda espera a que se seque porque la mierda fresca solo atrae a más moscas».
Moscas es la novela debut del periodista Agustin Pery (Cádiz, 1971) publicada en 2018. En la actualidad es director adjunto del diario ABC. De 2007 a 2014 fue director del diario palmesano El Día del Mundo donde destapó junto a su equipo de redacción algunos de los casos de corrupción más relevantes de las Baleares.
Moscas es una novela corta, de poco más de cien páginas. Arranca con el asesinato de un periodista en Palma de Mallorca que no tiene muchos amigos y que con sus reportajes de investigación ha logrado destapar casos de corrupción en una isla que para uno de los personajes es «una Sicilia sin muertos».
Iñaki Altolaguirre, navarro, es el inspector de homicidios encargado de investigar el caso. El Alto, así lo apodan, está de vuelta de todo después de haber participado en la lucha antiterrorista. Para algunos personajes de la novela es un prepotente y va de Harry el Sucio.
Quizás uno de los personajes más conseguidos y atractivos sea el de Julián Estellrich, prestamista, un hombre cuyo rostro no transmite ninguna emoción, unos ojos sin brillo. Un hombre a quien su padre, al que nunca quiso, le enseñó que «la amistad debilita, perturba el trabajo, lo adultera. Además, nadie quiere a las moscas». Así, aprendió a no amar a las personas. También le dijo: «Julián, el miedo es hijo del deseo. Solo si deseas algo tendrás miedo de perderlo», y así Julián nunca ha deseado nada ni a nadie.
También destaca Serguei, el sicario búlgaro cansado de que piensen que lo que él hace lo puede hacer cualquiera.
El propio autor ha dicho que Moscas es el fruto de su experiencia como periodista de investigación en Palma de Mallorca y también que es la novela de alguien «desencantado y cabreado».
Para prologar la novela, el autor ha elegido una frase inquietante del filósofo francés Jean de la Bruyere: «Los malvados son como las moscas que recorren el cuerpo de los hombres y solo se detienen en sus llagas».
Leí este libro debido a una recomendación, descansó en mi cama apenas una tarde partida en dos. Me acuerdo que comenté: es el que más me ha llamado la atención este año. Bendita tarde de lectura al sol.