Infiel, de Pornsak Pichetshote, y la política del terror.

Portada de la obra Infiel.

Una obra que combina de manera equilibrada dos mundos que, en principio, no parece que tengan mucho que ver.

Infiel es una obra de terror en la que se nos muestra como en un edificio, en el que había sucedido una tragedia, comienzan a suceder sucesos extraños. Bueno… este resumen de la obra no parece que sea nada novedoso y no incita a acercarse, en absoluto a la obra.

Infiel es una obra política en la que se nos expone la manera en que los imaginarios sociales operan en los mecanismos invisibles de lo social. De ahí que, dentro de la concepción de algunas personas, los sucesos adquieran determinado sentido en función de las preconcepciones sobre determinadas religiones.

¿En qué quedamos? ¿Estamos ante una obra política o de terror? Infiel es ambas cosas y ninguna. Un trabajo repleto de metáforas en el que se pretende mostrar una realidad constante en una parte de la sociedad. En este sentido, la utilización narrativa del miedo es un excelente mecanismo de explicación de algunos fenómenos psíquicos. Al fin y al cabo, el terror es algo tan primario que resulta transversal a multitud de géneros comiqueros: el amor, el desamor, la soledad, las apariciones extrañas, etc. Todos estos procesos, implican, antes o después, la activación de la hormona oxitocina en nuestro cerebro.

Este elemento tan común a diversas acciones humanas hace que el miedo, el placer, el amor o la socialización, estén vinculadas. Por eso es relativamente fácil en diseñar una historia asentada en el terror y pensar en emplearla como metáfora de otro fenómeno humano. El problema está en la materialización de esta idea. En ese instante, todo puede fallar. Ahora bien, Pichetshote logra componer una historia con gran sentido y profundidad.

Página interior

El lector que quiera interpretar la obra de un modo superficial, tendrá ante sí un trabajo de miedo con elementos políticos y sociales. Aquel que le guste darle a la cabeza y ver metáforas en cualquier cosa, podrá reinterpretar la obra como una explicación plausible del odio humano y del rechazo entre semejantes. Como digo, la obra equilibra muy bien los dos elementos significativos de la obra. Ahora bien, cuando se intenta desarrollar a los personajes, más que introducirnos en ellos, la obra nos expulsa. Durante unas páginas, no demasiadas, el texto pierde interés y resulta un tanto anodino. Ello no quiere decir que la obra termine siendo mala o desechable. Nada de eso. El guion de Pichetshote tiene gran calidad, aunque le sobran algunas páginas.

Por otro lado, el trabajo de Aaron Campbell resulta excelente. La combinación de dibujos con elementos imprecisos y con cierta “suciedad” transmite una sensación de desazón muy adecuada. Ello combinado con viñetas más nítidas y emocionales. Esta narración funciona a la perfección y logra envolver al lector en esa sensación inquietante que pretende transmitir la obra.

Sin ninguna duda, estamos ante un trabajo de gran calidad y repleto de matices.

 

Por Juan R. Coca

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