«Noche de Reyes»: del 1600 al 2022, gozosa corriente de amor y diversión
Por Horacio Otheguy Riveira
El amor y la frustración, la búsqueda y el fracaso, las bromas feroces, la arrogancia insoportable… de todo un poco entre borrachines y mujeres con mucho interés, cada una en un tipo y una condición, todas jugando la posibilidad de ser diferentes. Besos en el aire que tardan en llegar y la irresistible atracción —en la sociedad de todos los tiempos— de jóvenes por mayores, capaz de desencadenar pasiones al fin confesables.
Noche de Reyes de Shakespeare se estrenó, hacia 1602, y ahora, tras bastantes versiones vistas en Madrid, en castellano, inglés y ruso, traen la suya Helena Pimenta y Álvaro Tato dos formidables mosqueteros del teatro clásico que llevan mucho tiempo ofreciéndonos maravillas.
Son portadores de mosquetes en alza para desarbolar y enarbolar el lenguaje del bardo en una fiesta única donde los numerosos personajes se quedan en once interpretados por ocho, con un ritmo de vodevil ligero como espuma de champagne, gracias a un texto que evita los largos monólogos y los transforma en situaciones divertidas, cuando no patéticas o al borde de la tragedia.
En la puesta en escena de Pimenta, se bailan danzas fugaces entre melodías diversas, algo ya propio de su estilo jugado con Calderón o Lope y otras fantasías de Shakespeare. Por eso sobre un fondo de bravío mar se suceden las aventuras y desventuras de personajes entrañables que buscan la redención de una vida mortalmente aburrida por amores aparentemente imposibles. El tríptico del mar contiene puertas y otras sorpresas por donde circula la vida intensa de la comedia. Una creación formidable creada en los talleres de SFUMATO (Jesús Acevedo).
Estamos en Iliria, un lugar un tanto inverosímil donde el tiempo parece haberse detenido. El mar trae a Viola que se ha salvado de la muerte en un terrible naufragio en el que perdió a su hermano gemelo, Sebastián. Sus ojos y su voz mueven el mundo, lo agitan hasta que este puede contemplarse a sí mismo y revivir. Jugando con la identidad en el límite, como nunca antes había hecho, Shakespeare nos deleita con la circulación de secretos, falsedades conscientes o inconscientes y enigmas por descifrar. La aspiración, el deseo, se hacen realidad por un momento y llegamos a confundirnos, nosotros y los personajes porque cambia el punto de vista sobre el mundo.
Enredos de gemelos que antes de Shakespeare, con Plauto, y después con muchos otros, brindó hilarantes comedias que descansan en gran medida en el trepidante ritmo de la puesta en escena y el talento de sus intérpretes.
A izquierda, la protagonista, Haizea Baiges, que pasa por muchacho para ocultar su identidad en tierra extraña. Lleva el control de la trama con soltura. En el último tramo, Sacha Tomé interpreta al hermano dado por muerto. Breve intervención con suficiente clase como para enamorar a la mujer soltera, desconsolada por la muerte de su hermano.
La armonía en el reparto es un sello de las funciones dirigidas por Helena Pimenta. Y aquí, desde luego, entusiasman las dobles interpretaciones de Rafa Castejón y José Tomé, cada uno a cargo de dos personajes opuestos, muy distintos, minuciosamente preparados. Por lo demás, un espectáculo coral junto a los mosqueteros Pimenta-Tato que montaron una versión encantadora, en fabuloso pequeño formato. No aparece Dumas y sus Tres Mosqueteros por ninguna parte, pero sí espadas, atisbo de duelo por amor y un tiempo de teatro atemporal que suscita sonrisas variadas y un toque de melancolía en la tristeza del bufón (estupendo David Soto Giganto) que sabe que estar al margen le obliga a sobrevolar la existencia, mal viviendo la vida de los otros.
«Noche de reyes es una de las más admiradas comedias de Shakespeare donde la audiencia es coprotagonista de los acontecimientos. El espectador se ve interrogado ética y psicológicamente y obligado a asumir una cierta responsabilidad moral que el autor le pone y le quita mediante la risa y otros ardides teatrales. El humor llena de libertad las palabras de esta genial comedia y traspasa el escenario para, con mucha risa, hacernos disfrutar, sentir y pensar. Y, tras la risa: «hace mucho que el mundo rueda y llueve todos los días», canta Feste, el bufón, recordándonos el desencanto que lleva aparejado el vivir.
En este poema ilimitado, Shakespeare nos sumerge en el mar y después nos lanza a la arena. Hay que renacer siempre, morir y volver a nacer. En sus comedias, en medio de la risa y de la pena, hay un viaje hacia el peligro, hacia lo desconocido donde habita la identidad que necesitamos conocer. Por mucho que pretendamos negar la naturaleza, esta se rebela y se muestra. El disfraz, el juego, la pasión, la burla, los juegos de palabras, la poesía, acuden en nuestra ayuda y descifran los mecanismos del conocimiento del alma del mundo y de la de cada uno de nosotros». Helena Pimenta
Sorprende que en toda la representación no se mencione para nada la Noche de Reyes, y es que el título hace referencia a la velada número 12 desde la Nochebuena, es decir el 5 de enero, víspera del día de Reyes. Según la tradición, esta obra festiva se escribió para ser representada en esa celebración.
De: William Shakespeare
Versión: Álvaro Tato y Helena Pimenta
Dirección: Helena Pimenta
Con: Haizea Baiges (Viola), Carmen del Valle (Olivia), José Tomé (Sir Toby / Orsino), Rafa Castejón (Malvolio / Antonio), Patxi Pérez (Sir Andrew), Sacha Tomé (Sebastián), Victoria Salvador (María) y David Soto Giganto (Feste / Capitán)
Diseño de espacio escénico y vestuario: José Tomé y Mónica Teijeiro
Diseño de iluminación: David Hortelano (AAI)
Coreografía: Nuria Castejón
Espacio sonoro: Ignacio García
Una coproducción del Teatro Español y UR teatro
Un estupendo montaje. Respecto a la crítica, de acuerdo en todo salvo por faltarme una referencia al trabajo de Patxi Pérez, magníficamente hilarante, y un poco más de objetividad respecto del de Sacha Tomé, que me pareció bastante flojo, por cuanto se limitaba a decir su texto sin ocultar en ningún momento al actor tras el personaje.