CríticasPoesía

«El palacio de hielo», de Itziar Mínguez Arnáiz

Por Isabel Alamar.

Dentro de la colección “Libretos del Mississippi” de la editorial madrileña Los Libros del Mississippi, que con tan buen acierto dirige Antonio Benicio Huerga, ha aparecido un nuevo título, El palacio de hielo, de la conocida poeta, guionista y narradora Itziar Mínguez Arnáiz.

Este nuevo libro de versos, como nos confiesa Itziar, en una nota de autora al final del libro, ha sido creado íntegramente durante la pandemia, más concretamente durante el duro periodo inicial del confinamiento al que estuvimos sometidos, de ahí que todos los poemas aborden sin excepción de una manera o de otra este tema, pero que lo hagan desde diferentes ópticas y con la utilización constante de recursos como el humor y la ironía.

En este sentido, destaco especialmente la carta que la poeta dirige a su admirada poeta Emily Dickinson: «Disculpa / querida Emily / mi atrevimiento / pero / no me vendría mal / algún consejo / para lidiar / con este encierro». Y destaco, todavía más, la respuesta que imagina la autora de Baracaldo que le proporciona Emily: «Querida Itziar / me pides en tu mail / consejo para sobrellevar / este encierro // tienes cuatro paredes / WIFI / redes sociales / canales de pago (,,,) // así que apáñatelas como puedas / y no me importunes más con fruslerías».

Sentimientos como el miedo, la frustración o la incertidumbre camparán a sus anchas por este poemario, donde la poeta ha volcado su mirada más profunda, crítica y personal. No obstante, pese a tratar a menudo temas muy serios y actuales, prácticamente cada poema será capaz de dibujarnos en el rostro una sonrisa, excepto alguno de temática realmente cruda como ocurre, por ejemplo, con el poema «Triaje», en el que se habla de los mayores que perecieron sin ser siquiera atendidos en los hospitales durante la primera ola del coronavirus. Y es que la fuerte crítica política y social o incluso la autocrítica no faltan en esta obra: «No hemos alcanzado / ni de lejos / la inmunidad de rebaño. // Pero nos hemos ganado / de sobra / la categoría de borregos».

En El palacio de hielo los poemas reflejan escenas o pensamientos cotidianos («Sueño con esto: / los balcones vacíos / las calles llenas») y están muy bien definidos. En ellos se da cabida a términos actuales como Zoom, WIFI, videollamada, ranking, celebrities o diminutivos como cervecita, batallitas… Una buena muestra de ello es, por ejemplo, “Operación salida”, que, tras una enumeración de productos diarios, reza así: «doblo la lista del la compra / la introduzco en el bolsillo trasero del pantalón / me pongo la mascarilla que me ha hecho mi madre / y salgo a la calle dispuesta a vivir / la aventura más emocionante de la semana”.

En cuanto a su extensión, son de largo desarrollo salvo alguna contada excepción; pero de versos muy cortos (octosílabos en su mayoría), lo que hace que el ritmo del poema sea muy fluido, casi cinematográfico, no en vano esta autora trabaja de guionista desde hace al menos veinte años. Y contribuye, además, a su soltura en el decir la ausencia de signos de puntuación.

En definitiva, versos libres, ligeros y atractivos, con una capacidad evocativa alta, de gran voltaje emocional y que nos proporcionan un análisis socio-político detallado, constante y deslumbrante de este momento histórico y atípico que vivimos. Poemas que hacen que reflexionemos a menudo en clave de humor sobre nuestra realidad pandémica y nos ofrecen todo un mural: honesto, fresco, desenfadado y extremadamente variopinto, en el que se nos proporciona diferentes instantáneas a modo de fotografías, fotogramas o radiografías, por lo que el hecho de no aburrirnos y de disfrutar al máximo con esta amena lectura está totalmente asegurado.

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