‘Enseñar pensamiento crítico’, de bell hooks
Enseñar pensamiento crítico
bell hooks
Traducción de Víctor Sabaté
Rayo Verde
Barcelona, 2022
227 páginas
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
Lo más subversivo vuelve a ser la sensatez. Sobre la superficie del mundo ha impuesto su modo de vida un tipo temperamental, en el que se reconoce con demasiada frecuencia a los antecesores del Sapiens en el camino de la evolución. No sobra ninguna de las voces que nos recuerda que la sabiduría está ligada a la compasión, que no sobran los momentos en que sentimos los sentimientos del otro con idéntica intensidad a como sentimos los propios. ¿Cuál es el secreto del cultivo de la compasión y del cultivo, en consecuencia, de la sabiduría? “En nuestro interior habitan dos lobos”, dicen que rezaba el viejo indio a su nieto, “uno lucha por ser bueno en la vida y el otro pretende hacer daño. ¿Y cuál es el que triunfa?, le preguntará su nieto. Aquél al que alimentas, fue la respuesta del anciano”. Así pues, la compasión, la sabiduría, la honestidad, son virtudes que requieren entrenamiento. Uno puede sentir cualquier primer impulso, incluido el del miedo, que es el que con más frecuencia nos lleva a ser malas personas, pero también puede negarse a alimentarlo. No hay ejemplo más relevante para explicarnos, que no consentir abusos de poder.
Esta es la filosofía que se trasluce de los ensayos de bell hooks (Kentucky, 1952-2021), muchos de ellos centrados en su oficio, que es la educación. Ahora nos llegan estos treinta y dos apuntes gestados a partir de centros de interés que no conviene olvidar: autoestima, espiritualidad, humor, tristeza, sexo, imaginación, amor y los asuntos que la llevaron a ser una rebelde que se expresaba con tanta sensatez, la lucha contra la discriminación de género, de clase, de raza. Hooks consagro su vida a bregar contra la costumbre de abusar de posiciones de poder. Frente al abuso, el respeto. Y frente a la costumbre, a eso que damos por supuesto, a los paradigmas ya instalados que tenemos por inamovibles, por buenos, el conocimiento, la diversidad, la voz propia, el individuo. Todo lo que surja a partir de un pensamiento autónomo, sobre el que nos pretende guiar, sobre el que nos traza rutas para alimentarlo. Se conoce como pedagogía de compromiso a estas formas de exploración, que practican docentes preocupados por la integración de la reflexión junto al aprendizaje de contenidos. Se trata de conseguir que los estudiantes crezcan y se autorrealicen. Y para ello propone el diálogo. Frente a la monotonía del discurso, que impone, la propuesta del pensamiento crítico, de la imaginación, el aprendizaje activo que demuestre que todos podemos estar en lo cierto al mismo tiempo, que todos podemos tener algo relevante que decir, si atravesamos con inteligencia, e inteligencia emocional, el paso de los días.
Denuncia que en las instituciones educativas nos enfrentamos a embestidas de un pensamiento sesgado dominador, para proponer que las mentes se centren en la libertad, que aprendan a transgredir y transformar, y esas virtudes también se enseñan. Vuelve con frecuencia a los valores de la conversación, a los valores de preguntar, y reclama un lenguaje de comunidad, pues no es tan sencillo darse cuenta de que utilizando las mismas palabras, en realidad no hablamos el mismo idioma. Reclama que el profesor esté dispuesto a descubrir a los estudiantes para encender la pasión por aprender. Y se muestra en contra de la competencia, que nos deshumaniza y que a fecha de hoy figura como encabezamiento en todos los programas escolares: “La competición en el aula nos afecta negativamente a todos. Reduce el aprendizaje a un mero espectáculo, hace que algunos estudiantes se conviertan en observadores pasivos mientras otros dominan la discusión en clase”. Frente a ello, aboga por valorar la inteligencia emocional para prepararse a la hora de usar con habilidad las emociones en clase.
No se trata de un ensayo rabioso, pero sí pasional. Estamos frente a una declaración de amor por un oficio que representa, tal vez, la mejor virtud del ser humano, que surge de la posibilidad de entregarse a algo por un motivo que, a falta de una palabra menos afectada, llamaremos amor. Así enseñaremos a los estudiantes a lidiar con los conflictos, con las diferencias de pensamiento; les enseñaremos que es posible aprender en entornos educativos marcados por la diversidad, les enseñaremos a enfrentarse al mundo real.