Todo se hereda; incluso la ira
Jason Aaron y Ron Garney publicaron, hace tiempo (concretamente entre 2014 y 2015), una obra de acción y violencia con elementos rupturistas. Hablamos de Men of wrath (ICON) que ha sido traducido en España por La herencia de la ira (Panini).
Jason Aaron es un guionista estadounidense que ha destacado, especialmente por dos series. La primera es Southern Bastards, publicada por Image Comics y ganadora de un Eisner. Esta obra ha sido publicada por Planeta Cómic bajo el título de Paletos cabrones. En segundo lugar estaría Scalped, una de las series más vendidas en USA, que en España la publica ECC con el mismo título y con mucho éxito.
Este autor es dado a plantear obras duras y violentas, donde la esperanza apenas tiene hueco. En La herencia de la ira (Panini) sucede exactamente eso. La historia, juega con una estrategia narrativa que suele ser exitosa, la narración en primera persona. Este mecanismo facilita el compromiso del lector con la obra, su empatía y, además, aporta un nivel de credibilidad alto. A partir de ahí conforma una historia que nace con Ira Aaron.
La obra nos muestra como la ira emerge en un determinado momento de la historia de la familia Aaron y, paulatinamente, termina dando forma a la vida de los descendientes de Isom Aaron. En este sentido, el autor juega con un elemento que es real. La vida que cada uno conforma, termina, de un modo u otro, siendo transmitida y heredada a la prole. Evidentemente esto no sucede de un modo lineal y determinista, pero sabemos que así es.
En este sentido, y disculpad si me pongo un pelín académico, los estudios sobre el llamado nicho social y la epigenética, indican que el entorno donde vivimos acaba afectado a todos los que en él viven. Pues bien, Jason Aaron utiliza esta idea como elemento principal de su obra y, gracias al contexto sureño (relativamente habitual en sus obras) y al imaginario social sobre él, logra dar forma a una obra ágil, oscura y llamativa.
La relación entre los personajes no es amable, desde luego, incluso genera cierta desazón ver como se hablan entre sí, algunos miembros del clan Aaron. Además, y como dije antes, no hay lugar para la esperanza y para la utopía. En este sentido, incluso, Jason Aaron plantea la existencia de unos límites emocionales y sociales que impiden la libertad en la toma de decisión de las personas. Esta idea ya fue planteada en otras obras del autor. Me pregunto si su visión del mundo es tan determinista, como se intuye en la obra, o simplemente es otro juego narrativo.
Por otro lado, el trabajo de Ron Garney me parece sensacional. El uso de un dibujo que entremezcla la nitidez y claridad, con la suciedad, conforma una narrativa visual realmente brillante. No es un trabajo repleto de detalles y matices. Es una obra directa y cruda. En este sentido utiliza la oscuridad para dar un tono sobrio, manteniendo el carácter diáfano del que hemos hablado.
En definitiva, una obra de notable calidad que será del gusto de aquellos interesados por estas narrativas crudas y violentas.
Por Juan R. Coca