Angélica Liddell frente a su padre en un místico y masoquista ejercicio teatral
Redacción ESCENA
Con Una costilla sobre la mesa: Padre, Angélica Liddell cierra una obra en dos partes dedicada a la muerte de sus padres ocurrida en 2018. En 2019 presentó Una costilla sobre la mesa: Madre. El 22 de enero estrena en España, en la Sala Roja de Teatros del Canal, la pieza centrada en el padre.
Una costilla sobre la mesa: Padre. Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel (o el problema de la semejanza). Tomando como punto de partida el tratado de Deleuze «Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel», la hija se enfrenta a la muerte del padre y al problema de la semejanza.
Gracias a este acto masoquista con el padre biológico en la antesala de la muerte, la hija se convierte en una madre cristológica (María), tal y como desarrolla Deleuze, y adopta el papel de un verdugo paradójico, puesto que el castigo produce el beneficio del conocimiento y la belleza en un itinerario cruel, que va desde el cuerpo masacrado por la vejez hasta una mística negra, es decir, hasta la contemplación de un Dios tal vez inexistente, pero, al fin y al cabo, fantasma obsesionante. Y, para ello, la hija deviene cazadora de osos, de lobos y de corderos; la hija-madre-verdugo satisface la visión masoquista del mundo y firma el contrato con el padre, que no es nada más que una metáfora de la culpa original que culmina en la estética.
Coproducción entre Teatros del Canal y La Colline–théâtre national de París con la colaboración del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, y acogido al sello Creación Canal, Una costilla sobre la mesa: Padre, se presentó el pasado año en La Colline-téâtre national. Entonces, la crítica resaltó de Liddell, su inventiva “descarnada”, su exploración en “los misterios de la vida, de la muerte y de la soledad humana” y cómo “desentierra a golpe de pala los cimientos de nuestra cultura y de sus tabúes”.
Angélica Liddell, calificada por la prensa especializada como uno de los “nombres sagrados” de la escena internacional, provocadora en todos sus espectáculos, se enfrenta En Una costilla sobre la mesa: Padre, a la pérdida de su padre a lo largo de diversas escenas construidas como una ceremonia o ritual de duelo, en el que el dolor, la conmoción y el desgarro constituyen elementos esenciales. Para ello se basa en un texto sobre el masoquismo, escrito por el filósofo francés George Deleuze: Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel.
Deleuze exhibe en esta obra la audacia y originalidad de una reflexión que no reconoce fronteras. Basado en la narrativa de Sacher-Masoch y Sade, acomete el examen del llamado sadomasoquismo, al que califica de “monstruo semiológico”. A fin de demostrar la inexistencia de una complementariedad que alimentó el prejuicio teórico de muchos psicoanalistas, despeja los rasgos singulares del sadismo y el masoquismo como entidades clínicas heterogéneas. Señala que “se debe volver a empezar todo por un punto situado fuera de la clínica, el punto literario, desde donde fueron nombradas las perversiones” ya que “las enfermedades son denominadas por sus síntomas antes que en función de sus causas”. Destaca, por ejemplo, una diferencia esencial entre el “humor” del masoquista que “desvía” la ley del padre y la “ironía” glacial del sádico, que tiende a erigir una ley imposible basada en la anulación de cierta naturaleza “segunda”. Su mirada de excepcional penetración distingue las relaciones del masoquista y el sádico con el fantasma en páginas memorables donde revaloriza las tesis de Theodor Reik. Su reflexión afina al máximo las nociones freudianas de ideal del yo, pulsión de muerte, agresividad y superyó, mostrando cómo la concepción de este último pierde todo papel operativo en el hipotético vuelco de una entidad clínica y otra. Paralelamente a los desarrollos de Freud y Lacan sobre el sadismo y el masoquismo, la obra de Deleuze abre en este terreno novedosos y enriquecedores horizontes de pensamiento.
De la historia del arte, Liddell selecciona obras (una reproducción del cuadro Virgen de la Anunciación del pintor del Renacimiento Antonello da Messina o la música del Nisi Dominus de Vivaldi) que amplían el sentido de este encuentro con la muerte, y el problema de la semejanza que atañe al padre a Dios y al arte.
Hablado en español y francés (con sobretítulos en español, excepto algunas escenas improvisadas), el espectáculo está protagonizado por la propia Liddell, el actor y director de cine Oliver Laxe (foto) y alternancia Llorenç Barber y Yuri Ananiev.
Nacida en Figueres, Girona, en 1966, Angélica Liddell creó en 1993 su compañía Atra Bilis Teatro. Sus obras han sido traducidas al francés, inglés, rumano, ruso, alemán, polaco, griego, portugués, japonés, italiano… Espectáculos como El año de Ricardo, La casa de la fuerza, Maldito sea el hombre que confía en el hombre Todo el cielo sobre la tierra (El síndrome de Wendy), El ciclo de las resurrecciones o Qué haré yo con esta espada, se han estrenado en el Festival d’Avignon, la Wiener Festwochen, la Shaubuhne de Berlín o en el Théâtre de l’Odeón de París entre otros lugares de Europa, América del Sur, Estados Unidos y Asia.
En 2012 recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática y en 2013 fue galardonada con el León de Plata de la Bienal de Teatro de Venecia. En 2017 fue nombrada Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura y de la Comunicación de la República Francesa. Sus últimos espectáculos han sido LIEBESTOD, estrenado en la 75 edición del Festival de Avignon y Terebrante, su último espectáculo en el que homenajea a Manuel Agujetas, se presentó en Madrid en la última edición del Festival de Otoño.
UNA COSTILLA SOBRE LA MESA: PADRE
País: España
Idiomas: español y francés (con sobretítulos en español, excepto algunas escenas improvisadas)
Duración: 2h 20min. (sin intermedio)
Edad recomendada: a partir de 18 años
Texto, dirección, escenografía, vestuario: Angélica Liddell
Con: Oliver Laxe, Angélica Liddell y Camilo Silva
Con la colaboración de: Elzbieta Koslacz, Beatriz Álvarez, Laura Jabois, Raquel Fernández, Blanca Martínez, Olga Redondo y Amor Prior
Una coproducción de La Colline – théâtre national y los Teatros del Canal, con la colaboración del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.