«Rif…»: teatro histórico con el fervor de un tragicómico cabaret
Por Horacio Otheguy Riveira
Mariano Llorente y Laila Ripoll vuelven a hacer gala de un talento excepcional para unir datos históricos con la crónica fabulosa de un teatro que parodia de diversas maneras la crueldad del poder dominante, capaz de ridiculizar con el temido afeminamiento a los recios militares y proyectar imágenes que testimonian el carácter vil de los poderosos que inventan guerras para lograr cuantiosos beneficios económicos. Víctimas y victimarios en Marruecos, en el Rif a comienzos de los años 20, cuando militares españoles hacen suyos emblemas patrióticos con los que recuperar el imperio perdido en el 98 al servicio del rey Alfonso XIII.
Un espectáculo testimonial montado a manera de gran carrusel con ecos de las revistas musicales de los años 20 que circulaban por Melilla. El comienzo enlaza con el final a través de un soldado que, ya muerto, recuerda los buenos días perdidos y revive, con el cautivante poder del teatro, algunos de los grotescos acontecimientos sucedidos a ras de tierra, entre hambrientos nativos y desolados soldaditos españoles arrancados de sus pueblos. Mientras tanto, una serie de noticiarios de la época muy bien montados, dan cabal referencia histórica.
La fábula, el ensueño, las ráfagas de solidarias manos tendidas y el dolor ejercido por una colonización que, como todas, están bañadas de un regocijo criminal que la legalidad de cada país aprueba y enaltece como acontecer patriótico.
Rif (de piojos y gas mostaza): un trabajo minucioso con bienvenido afán didáctico para reforzar conocimientos o adquirirlos por primera vez. Años 20 del siglo 20, un tiempo que parece tan lejano y, sin embargo, todo sigue muy vivo en cuanto recorremos con la mirada un mapamundi, y aquí en casa, con resabios de violencia económica y corrupción dispuestos a todo, bajo la aireada banderita española.
La sucesión de escenas, con la peculiar mirada de Laila Ripoll, cuenta con parte de un reparto con el que ya ha trabajado en el caudaloso mar de asumir variedad de personajes: el también coautor Mariano Llorente (admirable discurso patriotero del general Manuel Fernández Silvestre; Juanjo Cucalón (quien más oscila entre extremos —y siempre con éxito— del costumbrismo al cabaret, del aguerrido militar al afeminado graciosillo, del sádico al sumiso…); Carlos Jiménez Alfaro (fantástico Francisco Franco devenido en odalisca cabaretera); Arantxa Aranguren, flexible, brillante, y magistral en la Cantinera de la tropa, emocionante homenaje a la Madre Coraje de Bertolt Brecht, autor con el que esta función tiene mucho en común.
Ibrahim Ibnou Goush y Jorge Varandela acompañan con eficacia a Mateo Rubistein, quien asume la inocencia del protagonista en cuyo perfil se refleja la trágica circunstancia de millones de seres indefensos: el muchacho que no sabe leer ni escribir, con una novia en la distancia durante todo un año, y que sueña despierto con el cine de Harold Lloyd y Charlot… A su vez, Sara Sánchez recorre perfiles de varias mujeres con mucha gracia o tenso dramatismo, así como Néstor Ballesteros, pianista y director musical con larga experiencia, acompaña al piano y encarna varios personajes, generalmente sin palabras.
Todo está inspirado por una férrea documentación que brota de manera fluida en el devenir de los personajes, muchas veces al compás de la música de la época, que puede volver a escucharse en Spotify.
Con Rif (de piojos y gas mostaza) nos hacemos, por encima de otras muchas, la siguiente pregunta: ¿qué derecho tenía España a colonizar y explotar el Rif? A partir de ahí, al volver la vista a lo que quedó tras casi medio siglo de Protectorado, tras los miles de muertos de ambos bandos, tras la crueldad insoportable de las mutilaciones, de los incendios y los bombardeos, tras la utilización perversa por parte de los sucesivos gobiernos españoles de los indígenas rifeños para intentar paliar la altísima mortalidad de los peninsulares, con todo eso, decimos, el espectáculo que puede responder a esta pregunta inicial se ha de entretejer con humor y tristeza. No encontramos otra salida que el sarcasmo y el dolor para desvelar la incontenible corrupción del estamento militar y su ridícula hombría, además de la rapiña de aquellos gobernantes y de las compañías mineras. Pero también para traer al escenario la conmoción de todo un país, de charanga y pandereta como diría el poeta, que vio cómo sus hijos eran enviados a morir por nada, y obligados a matar a unos nativos que eran tan desgraciados y tan pobres como ellos y que tenían todo el derecho a proteger su tierra. Mariano Llorente y Laila Ripoll.
Texto Laila Ripoll y Mariano Llorente
Dirección Laila Ripoll
Reparto
Arantxa Aranguren (Paca/María Victoria de Melilla/Odalisca), Néstor Ballesteros (Militar 3/Gauchito, un exlegionario argentino), Juanjo Cucalón (Militar 1/Oficial corrupto/Un general/ Don Emilio Gabrielín), Ibrahim Ibnou Goush (Abdelkrim/Hafid/Jabibi/Odalisca/ Periodista 2), Carlos Jiménez-Alfaro (Francisco Franco/Militar 2/Teniente/Un capitán/Casimiro Lagorda/Periodista 1), Mariano Llorente (El general Fernández Silvestre/Diputado llegando a Madrid/Don Paco/El señor de los muñecos), Mateo Rubistein (Antonio), Sara Sánchez (Cuentacuentos rifeña/Ikram/La niña del Gurugú) y Jorge Varandela (Harold Lloyd/Martín/Alfonso XIII).
Escenografía Arturo Martín Burgos
Iluminación Luis Perdiguero
Vestuario Almudena Rodríguez Huertas
Música y espacio sonoro Mariano Marín
Videoescena Álvaro Luna
Ayudante de dirección Héctor del Saz
Ayudante de escenografía Laura Ordás
Ayudante de iluminación Marta Martí
Ayudante de vestuario Mélida Molina
Ayudante de vídeo Elvira Ruiz Zurita
Fotografía Luz Soria
Tráiler Bárbara Sánchez Palomero
Diseño de cartel Equipo SOPA
Realizaciones Scnik (Escenografía), Sastrería Cornejo (Vestuario) y Hijos de Jesús Mateos (Utilería)
Coproducción Centro Dramático Nacional, Micomicón y A Priori
CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL. TEATRO VALLE INCLÁN – HASTA EL 30 ENE 2022
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Es una obra que trascenderá en el tiempo por el olvido voluntario al que los Estados someten a determinadas fases de su historia.
El texto, la dramaturgia, la interpretación y toda la puesta en escena es brillante.
Altamente recomendable!!!!
Completamente de acuerdo contigo. Muchas gracias por tu comentario.