“La rueda del tiempo” vuelve a las estanterías
En 2013 Planeta publicó esta adaptación de la exitosa obra homónima de Robert Jordan que ahora recordamos, puesto que, recientemente, ha sido reeditada.
Chuck Dixon es un conocido guionista que ha escrito obras de gran interés, como Winterworld (Aleta) y obras de menor relevancia como Joker: Quien ríe el último (ECC). Ahora bien, Dixon es un escritor eficaz que logra realizar un trabajo solvente en cualquier proyecto en el que se embarque. En esta ocasión estamos ante una obra fantástica, en la que la magia tiene una importancia destacada. Un trabajo que recuerda al afamado El señor de los anillos por algunos de sus personajes y por elementos internos de la narración.
La obra es un trabajo claramente introductorio en el que dos personajes que parecen que tendrán gran importancia futura, Moiraine y Lan, se conocen un comienzan una historia conjunta. A su vez, una gran parte de la obra está centrada en el aprendizaje de Moiraine como una Aes Sedai, una especie de sacerdotisa, con poderes mágicos.
La estructuración interna de la obra es tradicional, clásica (si se prefiere). En este sentido no nos vamos a encontrar con ningún elemento que llame la atención o que convierta a este trabajo en una obra esencial. De hecho, el elemento que es utilizado para “enganchar” al lector son las diferentes maldades que veremos entre las sacerdotisas. Al fin y al cabo, ya sabemos que el poder puede llegar a corromper o, por lo menos, puede llevar a ciertos excesos.
De cualquier modo, esta narración tradicional es suficientemente adecuada. Entre sus páginas nos vamos a encontrar una historia que funciona correctamente y que tiene ritmo. Ello logra que nos quedemos dentro de la historia y terminemos disfrutando. Aquí es donde se muestra la experiencia de Dixon. Por ello, podemos decir que es un trabajo suficientemente entretenido para hacernos pasar un buen rato, pero, como he dicho, es una obra introductoria. En este sentido, esperemos que Planeta publique un segundo trabajo que complemente un poco a este y le permita al lector eliminar esa sensación de trabajo anodino.
El apartado gráfico es adecuado. Reconozco que es lo que menos me ha atrapado, ya que los dibujantes (Mike Miller, Harvey Tolibao y Joseph Cooper) logran darles cierto aire inerte a los rostros de los personajes. Aunque es notorio que se pretende transmitir elegancia y esa indiferencia típica de historias de corte medieval, no lo logran. La obra, en ocasiones, recuerda a un manga y los rostros son poco expresivos. Ahora bien, como contrapartida, el trabajo es detallista a la hora de mostrar, por ejemplo, estancias o paisajes. En este sentido, algunas láminas sobrecogen por su hermosura.
En definitiva, estamos ante una obra que gustará a los seguidores de la saga pero que no resultará especialmente relevante para el lector experimentado de cómics.
Por Juan R. Coca