Deshielo y ascensión, de Álvaro Cortina Urdampilleta
Una novela de aventuras filosófica
Deshielo y ascensión es una novela de aliento épico y lírico que está equilibradamente estructurada en dos partes, cuatro capítulos —cada cual narrado con una voz distinta—. Como un poema en prosa o una partitura musical. Su autor, Álvaro Cortina Urdampilleta, nos hace viajar a través de esta novela-río, libro proteico que te impulsa por diversos escenarios físicos, intelectuales y mentales; varias historias que se desgajan como afluentes y te transportan a una estación de caza en la gélida tundra al Norte, una explotación minera, la vida de un excéntrico artista y al mismísimo espacio exterior.
Leves hilos comunican estas cuatro historias, que por sí mismas estarían bien, pero que al tramarse conforman un tapiz vigoroso narrativamente y espléndido y muy logrado estilística y estéticamente. En la primera parte el millonario Erikson-Vargas cuenta su paso por la Costa del Norte, donde ha viajado para cazar renos salvajes. Allí, apostado en un iglú futurista, es víctima de un feroz ataque por parte de las “cucarachas”, una raza de homínidos salvajes, emparentados con los humanos, que habitan los desiertos helados y se alimentan de carne humana. Cerca de la muerte, mutilado y enloquecido por el efecto de unos líquenes tóxicos, es encontrado por los miembros de la Compañía del Norte y trasladado a la base de Furth/Isoko Lithium-3000, donde se recuperará. Así arranca la segunda parte, narrada esta vez por Stefano Lenz, un ingeniero al mando de la estación minera, un tipo culto y obsesionado con la música y la educación de sus hijos, que trata de paliar la aridez de sus días con música clásica y teorías descabelladas. En esta segunda parte también seremos testigos de lances contra las cucarachas y otros extraños monstruos. La exesposa de Lenz, Solange, una mujer que cultiva el aburrimiento con intensidad, narra la tercera parte. Ha abandonado a su marido y a sus hijos y convive con un artista autodidacta y excéntrico, prototipo de artista marginal, cuya obra versa sobre pintura religiosa. Esta parte es la más intelectual y el acento está puesto en ciertas preocupaciones estéticas, filosóficas y religiosas. Porque Deshielo y Ascensión no es solo una aventuras de corte clásico de ascendencia decimonónica. Es también una epopeya intelectual en la que Álvaro Cortina Urdampilleta vierte tesis inteligentes y sutiles, agudas reflexiones para acelerar (o ralentizar) la trama. En la cuarta y última parte, a modo de epílogo, asistimos a un viaje a una abadía que orbita en el espacio, para descubrir cómo el protagonista y anónimo narrador salva su vida a costa de destrucción. Asesinos espaciales, sacerdotes galácticos, cementerios orbitales y androides que comen cruces de madera. El caos parece ser la única opción que queda a nuestros protagonistas para salir airosos de sus vitales encrucijadas.
La acción de Deshielo y ascensión pasa a un segundo plano debido no solo a las digresiones sobre arte, religión o filosofía. También gracias a una prosa exuberante y lúcida. El estilo de Cortina Urdampilleta es de una brillantez absoluta, y renueva con vigor intelectual y arrojo estilístico la novelística contemporánea. ACU nos regala una vibrante novela de aventuras y de ideas, escrita con una prosa granítica. Es una historia con vislumbres futuristas, que se aproxima a la ciencia ficción pero que abreva de las grandes historias de los genios del silgo XIX: Stevenson, Verne, Poe, aunque rescrita desde la pulsión de Borges, DeLillo o Lem. Una combinación feliz y acertada con la que ha construido el autor una monumental novela híbrida que merece ser rescatada.
Con una voz desposeída de afectación pero alentada por un estilo inimitable y sugerente, ACU despliega una historia de historias fastuosa, de personajes bien desarrollados y de escenarios muy visuales. Quizá hubiese beneficiado a la novela un poco más de acción, pero, como decíamos, el valor de la prosa y la rigurosa construcción del relato compensan este detalle.
Deshielo y ascensión es una novela fértil en imaginación (imágenes y fantasías) en la que confluyen episodios de leyenda, pero que está construida con los materiales de la novela realista. Es de inspiración clásica pero al mismo tiempo tiene vocación de novela escrita con la prosa del futuro. Finalmente, es una reflexión sobre el ser humano, la cultura que lo construye (y destruye) y la despiadada naturaleza en la que ha de habitar. Hay, en este sentido, una tensión constante entre el intelecto y el instinto, la naturaleza y la civilización, el impulso creador y la tiranía destructora de la naturaleza. La supervivencia no siempre es una fácil tarea, porque la naturaleza y nuestros propios elementos culturales, parecemos entender, son fuerzas contrapuestas que nos obligan a tomar decisiones de crucial importancia. En definitiva, si escribir es imaginar qué somos, aquí ACU fabula sobre cómo es el hombre, ese ser mitad animal, mitad dios, mitad civilizado, mitad bárbaro.