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Las poblaciones pequeñas pueden ser complicadas

Portada de Siembra

Guillermo Saavedra narra las hipocresías y las presiones sociales en un grupo de jóvenes

En el ámbito de lo social existe una serie de procesos fundamentales para la conformación y estructuración de la propia sociedad. Sabemos que los distintos grupos sociales se mantienen unidos gracias a una serie de fenómenos identitarios. Por eso, las personas que quieren ser aceptadas necesitan interiorizar estos elementos para poder llegar a ser identificado como uno más. Además, en las diferentes sociedades también se establecen unos condicionantes internos que establecen regularidades: las normas sociales.

Los elementos que acabamos de indicar los vamos a ir encontrando en esta obra de Guillermo Saavedra. Siembra (Dibbuks) es un interesante trabajo repleto de matices y de compromiso social. Entre sus páginas nos vamos a encontrar fenómenos tan frecuentes como la exclusión social, la hipocresía social, la identificación, etc. Una serie de elementos que convierte a esta obra en un interesante cómic de carácter social.

Por otro lado, resulta especialmente relevante la contextualización de la narración. Ello es debido a que la obra se circunscribe a una pequeña población en la que un grupo de jóvenes se encuentra limitado e, incluso, oprimido. El uso de este tipo de contextos pequeños me recuerda a otras obras recientes tales como Villanueva o Duerme pueblo. Evidentemente, la temática de estos últimos es otra, pero la base de significación de estos pueblos es semejante.

Las pequeñas poblaciones humanas aumentan la cercanía, pero también incrementan los elementos negativos, tales como el control social, la imposición, el rechazo, etc. En este sentido, la obra se aleja de una visión ñoña del mundo rural, donde también se encuentran elementos perversos y oscuros. Además, Siembra juega también con el elemento religioso como estructurados de una norma social conservadora en lo moral y un tanto opresora. En este tipo de lugares, la subversión es algo complicado y el que se atreve a realizarla puede llegar a sufrir.

Estamos, por lo tanto, ante una obra interesante y un tanto chocante. Digo esto ya que la impresión inicial poco o nada tiene que ver con la sensación final que te deja el trabajo. El cómic, de primeras, parece anodino y, si se me permite, un tanto rancio. Ahora bien, cuando uno comienza a leerlo comprueba que Saavedra construye un trabajo realmente notable en el que transitan elementos sociales con los que el lector se puede sentir identificado. Además, la profundidad social que transita por la obra, logra traspasar las páginas y emocionar al lector.

La narración visual de la obra es correcta, sin que llame la atención por su brillantez e impacto. No obstante, cumple y se ajusta bien a la narración escrita. En este sentido, los personajes son un tanto estáticos y no logran transmitir tanto como la narración escrita. En definitiva, estamos ante una obra francamente interesante y repleta de matices.

 

Por Juan R. Coca

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