Infectado nos muestra las consecuencias de un tratamiento

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Las enfermedades son construcciones sociales que llevan aparejada multitud de efectos en las vidas de las personas

Cuando hablamos de una determinada enfermedad, habitualmente solo nos vienen a la cabeza los elementos patológicos de este proceso. Es decir, el imaginario de lo biosanitario es tan importante que absorbe, como una especie de agujero negro, la multitud de aspectos que se encuentran a lo largo de las enfermedades. En cambio, una enfermedad no es, estrictamente, algo puramente biomédico; es mucho más.

David Muñoz nos muestra, en Infectado (Astiberri), como la hepatitis C introduce multitud de cambios en la vida de alguien afectado por esta infección. El autor no centra su interés en la propia patología; de hecho, pasa de puntillas por ella. La obra, fundamentalmente, se ocupa de mostrar las transformaciones en la percepción de la realidad, en las relaciones personales, en el mundo de la vida del personaje.

En este sentido, el trabajo muestra muchos de los aspectos sociales y psicológicos que intervienen en la enfermedad. Exclusión (en mayor o menor grado), incomprensión, introspección, entre otras. Por supuesto, la obra no está estructurada de una manera agresiva para el lector. Al contrario, el trabajo está resuelto de un modo un tanto amable. Por ello, no resultará desagradable para el lector con mayor posibilidad de verse afectado por ella. De hecho, creo que es una lectura necesaria para aproximarse a la vivencia de multitud de personas que sufren por algún tipo de dolencia.

Sin ningún lugar a dudas, la estructura del guion es sólida, contundente y no he podido encontrar casi ninguna fisura. Reconozco que me hubiera gustado que la obra profundizara más en las consecuencias psicológicas y sociales de la enfermedad, así como ésta es percibida por los demás. Ahora bien, además de ser un comentario puramente subjetivo (y sin validez), estoy seguro que haría que la obra fuese más oscura y, por ello, con ciertas dificultades de aceptación por el público en general.

En línea con esto, la narración visual de Manuel Meseguer ayuda a este carácter “blanco” de la obra. La semiótica de sus viñetas, parecen estar conformadas desde una perspectiva comercial. En es sentido, reconozco que no ha logrado que me sumergiese en la obra y en la realidad mostrada, hasta el punto de olvidarme del mundo. La narración de Meseguer es, desde luego, eficaz y de gran calidad; pero le falta esa oscuridad que traen consigo los efectos psicológicos de una enfermedad.

Estamos, por lo tanto, ante una obra de gran calidad e interés, con cierta estructura comercial que la hacen fácilmente aceptable. Las narraciones escrita y visual se completan francamente bien dando forma a una obra ágil, sencilla y con ciertas carencias en la profundidad.

 

Por Juan R. Coca

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