‘De la solastalgia’, Juan Bautista Durán (ed.)
De la solastalgia. Ocho relatos naturales
Juan Bautista Durán (ed.)
Comba
Barcelona, 2021
120 páginas
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
Montar en bicicleta convierte la abstracción de la felicidad en un sentimiento muy concreto, o al menos lo convertía antes, cuando tras pedalear terminabas en una charca, en una pradera o junto al mar. Ahora uno utiliza la bicicleta para evitar atascos o evitar añadir átomos de contaminación a la atmósfera. La felicidad antes terminaba en el mar, en la pradera o junto a la charca, si eras niño jugando a cazar ranas y si eras adolescente suspirando por un beso. Pensar que todos los caminos en bicicleta deberían terminar así equivale a pensar que montar en bicicleta es viajar al pasado. El pasado no vuelve, nos dicen los espíritus viejos, viejos y malhumorados. En buena medida es cierto, en la medida en que la ruta en bicicleta ya no termina en un mar Mediterráneo que aparece tras el cañizal, porque el urbanismo acabó con las cañas, con las dunas y con cualquier línea del horizonte que no sea el Skyline de los edificios.
Entonces, si utilizáramos la bicicleta para otra cosa que no sea rodar por carriles bici, ¿hacia dónde iríamos? Esa pregunta, ese hacia dónde, es el eje entorno al que giran los ocho relatos reunidos en este volumen, en el que se nos acerca el concepto de solastalgia: angustia por las consecuencias del cambio climático o los desastres medioambientales. La tentación es a crear, ante una situación así, un relato distópico. Pero la distopía que eligen la mayoría de los autores elegidos no es una proyección del futuro, sino una mirada hacia el presente. El mundo pudo haber sido mejor como era antes, más pequeño, más rural, en el que el contacto con la naturaleza era, se siente uno tentado a decir cayendo en el tópico, más sincero. El mundo era menos conocido y tal vez ese desconocimiento implicara una relación en la que no se podía construir tanto relato falso, tanto relato Fake. De hecho, el contacto con la naturaleza que aparece en algunos de los relatos nos remite a los seres más pequeños que en ella se reproducen: los virus. La distopía son los tiempos modernos, el Covid-19, las neurosis e incluso las psicosis que condicionan la vida de algunos de los protagonistas. En realidad, se trata de viajes en los que se necesitan alforjas, pero la pregunta pertinente es ¿qué debo cargar dentro de las alforjas? Se trata de una cuestión fácil de resolver a la hora de emprender un viaje en grupo, pero complicada cuando uno parte solo.
De ese cariz es la esencia de la sostalgia, que nos lleva, como demuestran los relatos, al concepto que ideó Edward O. Wilson cuando pretendía rebatir la consideración del Antropoceno: no, no estamos ante una etapa en la que el hombre sea el centro de todo, sino en una etapa en la que la soledad del hombre es motor y gasolina, estamos en lo que él dio en llamar Eremoceno. ¿Cuál es el tema de la soledad? Ante la soledad, sólo cabe la postura de intentar mantenerse digno, digno frente al síndrome del miembro fantasma que sucede cuando recuerdas la infancia, ante la ignorancia y el absurdo, ante situaciones de confinamiento y sensaciones de ser hoja al viento, digno en la huida y digno al proyectarse en animales truncados, y digno hasta en las guerras civiles. Al final, uno se pregunta si es posible hacer literatura con otro tema que no sea la dignidad.