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Así es la ‘Historia de España’, de Espasa

RICARDO MARTÍNEZ.

La historia propia, la historia de un país, hila con exclusividad y conocimiento el tapiz de nuestra identidad. Y la narración aquí expresa, con cuidado lenguaje y claridad sistemática, recoge el devenir del tiempo en una serie de hitos representativos que vamos a resaltar:

-En el siglo XIII se había iniciado “la tarea de recoger y sistematizar las normas de cada territorio, con vistas a la creación de un derecho de proyección territorial, que pusiera fin al excesivo localismo imperante hasta entonces (…) también surgieron numerosos conventos de ordenes mendicantes, las cuales postulaban la pobreza y tenían como objetivo fundamental volver a la pureza evangélica”

La directriz argumental marcada por cada uno de los historiadores aquí representados ha sido referente docente en la exposición de todo el entramado histórico, de todas las circunstancias que han traído hasta hoy la identidad de un pueblo, España, resultado de la amalgama cultural de otros distintos pueblos que, en un momento u otro (griegos, romanos, godos, celtas, musulmanes…) dieron lugar al territorio de la expansiva monarquía española

-“La doble monarquía de los reyes católicos desarrolló una acción diplomática dinámica que puede resumirse en unos cuantos ejes esenciales: buenas relaciones con Portugal, rivalidad con Francia en Italia y Navarra, expansión americana. Pero aquella actividad exigía el fin de la reconquista, la expulsión definitiva del islam de la Península. Ésta fue, en efecto, la primera tarea importante que realizaron los reyes, después de asegurar su trono en la guerra de Sucesión”

La complejidad política, de sus instituciones representativas en la península ibérica, había de ir granando en la identidad progresiva –diferenciados entre sí- de cada uno de los tres reinos sobresalientes:

-“Propiamente –escribe Quevedo en su España defendida, en 1609- España se compone de tres coronas: de Castilla, Aragón y Portugal” (…) Las tres coronas nunca formaron un cuerpo unido; cada una conservó su fisonomía propia, a pesar de la unión dinástica con las otras. De las tres coronas, Castilla era la que constituía el apoyo principal para la política exterior de la monarquía

Largo tiempo duraron hechos y memoria de la expansión española, hasta que la emancipación progresiva de Iberoamérica conformó un puzzle que se llegó –de un modo crítico y, de algún modo, trágicamente-, hasta hoy.

Por fin, “la dictadura implantada como resultado de la guerra civil se presentó como negación del liberalismo del siglo XIX y de la democracia republicana del siglo XX; como intento de detener la historia y devolverla al mítico origen de la nación española, los Reyes Católicos, el Imperio, el Siglo de Oro”

En fin, una vez llegados al punto de perspectiva de hoy, “al tiempo que se anunciaba una transformación en el sistema de partidos políticos, la Monarquía, que era de siempre la institución mejor valorada del sistema institucional, se despeñaba en la confianza ciudadano dese un máximo de 7,5 sobre 10 alcanzado en 2008 a la hondonada que, a finales de 2013, apenas superaba la calificación de 3, un suspenso inapelable”

Y la Historia continúa. Pero mañana será ya el futuro, y nuevos historiadores estarán atentos a conformar la nueva narración. Así sea.

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