Noli me tangere
Se cumplen 125 años del fusilamiento del escritor y político filipino José Rizal. Pocas novelas como su Noli me tangere han conseguido un impacto tan brutal en la sociedad y han captado de forma tan precisa la decadencia de una potencia colonizadora como la española. Una apasionada historia de amor con el telón de fondo político de la represión, la tortura y el asesinato, que fue la primera gran manifestación artística de la resistencia asiática al colonialismo europeo y que convirtió a Rizal en guía de la revolución filipina. Cuba, que se independizaba a la par, ocupa en nuestro catálogo un lugar de honor. A Filipinas le faltaba el suyo.
Tras varios años de formación académica por Europa, el joven, mestizo e intelectual Crisóstomo Ibarra regresa a Filipinas, por entonces colonia española, con la intención de poner en marcha una escuela infantil, poner en práctica sus ideas progresistas y casarse con su novia María Clara. Sin embargo, los retrógrados sacerdotes Dámaso y Salvi se enfrentarán a él y se opondrán frontalmente a sus ideas subversivas. Cuando Ibarra se ve implicado en una falsa insurrección y tiene que abandonar la ciudad, comienza a cuestionarse si su sueño de una Filipinas más progresista puede lograrse mediante reformas pacíficas o, por el contrario, solo cabe la insurrección armada.
Novela comprometida, diríamos hoy, por su clara denuncia de la opresión, sería muy injusto no obstante encasillar a Noli me tangere en tan reductivo apartado. Rizal muestra un buen conocimiento de las técnicas narrativas que lo distingue de los panfletarios al uso. Los personajes de Ibarra -un alter ego del autor-, del capitán Taigo o de la supersticiosa o desdichada Sisa, no desmerecen de los trazados por Galdós. La pintura de la corrupción reinante, crueldad de la guardia civil, incompetencia de la administración e indolencia de sus asalariados son tratados con incisivo humor.
Juan Goytisolo, El País
Rizal es un hombre peligroso. Sus coterráneos admiran al médico, pero temen al escritor. Noli me tangere es una obra subversiva, peligrosa. Será denunciada y declarada ‘herética, impía y escandalosa en el orden religioso, y antipatriótica, subversiva del orden público, injuriosa al Gobierno de España y a su proceder en estas islas en el orden político’.
Leopoldo Zea, en el prólogo
El autor
José Rizal (Calamba, Filipinas, 1861 – Manila, 1896). José Protasio Rizal Mercado y Alonso Realonda, más conocido como José Rizal, fue un médico oftalmólogo, licenciado en Filosofía y Letras, políglota, filólogo, antropólogo, pintor, político, escritor y agricultor filipino que, en 1892, fundó la Liga Filipina, organización política de corte reformista que pretendía ayudar a sus compatriotas a emprender proyectos comerciales pero que, además, era una organización política de corte progresista que propugnaba la unión del archipiélago en una sociedad igualitaria.
Antes, a lo largo de la década de 1880, viajará por Europa, donde se formará en distintas disciplinas, se reunirá con la nutrida población filipina de la época y escribirá sus dos obras referenciales: Noli me tangere y El Filibusterismo -esta la acabará en su estancia de Biarritz-. De los autores que vivieron y escribieron sobre las pérdidas coloniales españolas de 1898, seguramente sea él uno de los que mejor captó en sus obras la complejidad político-social del momento.
Rizal fue detenido solo cuatro días después de la fundación de la Liga Filipina por orden del gobernador, acusado de haber publicado libros contra la religión y España, y desterrado al sur de Filipinas. A pesar de ello, continuó su actividad política e intelectual.
Ya libre, iba a ser enviado como médico a Cuba, pero fue detenido, responsabilizado de la revolución en su país, encarcelado, condenado y fusilado. En la actualidad, en el lugar donde Rizal cayó muerto, hay una escultura en la que se lee: “Quiero mostrar a quienes privan a la gente el derecho del patriotismo que sí sabemos cómo sacrificarnos a nosotros mismos por nuestros deberes y principios. La muerte no importa cuando se muere por lo que se ama: la Patria y los seres queridos”. Unos años antes ya había dejado sentenciado: “Solo se muere una vez y, si no se muere bien, se pierde una ocasión que ya no se presentará una vez más”.