Rick y su grupo ante los debates morales más profundos
The Walking Dead sigue su curso en ECC. En esta ocasión la editorial pone a la venta el sexto volumen de la serie. El grupo entra en un punto donde los conflictos éticos tienen una importancia enorme. Aunque la sensación es que solamente funciona la lógica básica del “o matas o mueres”, la situación no es del todo así. En las páginas de este volumen comienza a conformarse la personalidad del pequeño Grimes a través de decisiones complejas y de vivencias extremas. En este camino, su padre le va a ir acompañando. Vemos un interesante proceso de evolución extraño basado en mecanismos sociológicos clásicos de imitación.
Además, la historia se comienza a separar de ciertos elementos primitivos presentes en los momentos anteriores. En este sentido, el grupo comienza a tener unos comportamientos de carácter más grupal y sofisticados. No obstante, todavía surgen dudas acerca de las acciones tomadas y de si, finalmente, lo peor de la humanidad no son los caminantes, sino ellos. Las diferencias de las que hablamos son leves, eso es cierto, pero, seguramente, iremos encontrando esos matices poco a poco. En este sentido, la desconfianza juega un factor esencial en las relaciones humanas. Los otros siempre representan riesgo y parece imposible poder aumentar las opciones más allá de esto.
En el tránsito por la historia de la humanidad que narran, de un modo peculiar, Kirkman, Adlard y Rathburn, es el momento del gobierno de la representación política. No sin antes pasar por conatos breves de nuevos primitivismos. Al fin y al cabo, la humanidad siempre parece mostrar rasgos de esa necesidad de rechazar todo lo que se ha logrado y centrarse en la satisfacción de las necesidades primarias. En este sentido, me pregunto si este primitivismo no es una posibilidad por la que podría haber transitado el grupo de no tener un líder que lograse mantener ciertos elementos racionales básicos.
Posteriormente, como dije, nos vamos a topar con una tentativa de gobierno basado en la representación política. Ahí encontramos valores que chocan con nuestros protagonistas. Estos elementos éticos de los que hablamos son la hipocresía, las teatralizaciones de la realidad. Una realidad que, por otro lado, no deja de ser la materialización de la degradación humana. ¿Será posible construir una vida en un entorno donde la representación y la teatralización es el eje principal de las relaciones?
Me pregunto si este elemento narrativo no es otra cosa que la representación del fracaso de la democracia representacional y la búsqueda de otras alternativas. Ahora bien, también es cierto que la representación del grupo con el que ahora nos vamos a encontrar, muestran elementos típicos de sociedades de corte barroco. Esto me hace dudar sobre la intención de Kirkman de poner en cuestión este tipo de democracias. Las puertas están abiertas, desde luego, para la interpretación. Cada uno que saque sus propias conclusiones.
Por Juan R. Coca