El cerebro. Algo más que comida para zombis
Por Àngels S. Amorós
Stacy McAnulty (texto) y Mattew Rivera (ilustraciones). El cerebro. Algo más que comida para zombis. Barcelona: Astronave, 2021. 32pp. A partir de los 3 años.
Si alguien te mordisqueara el cerebro, ni te enterarías. Tu cerebro no siente dolor. ¡No siente nada! Pero si un vampiro te mordiera el pulgar, sí te darías cuenta.
El cerebro. Algo más que comida para zombis es una de las últimas novedades del sello editorial Astronave que publica sobre todo cómics y novelas gráficas juveniles. Con este título tan peculiar pretende acercar a los pequeños lectores datos objetivos sobre este órgano tan importante y, al mismo tiempo, tan desconocido. Para fomentar la lectura del álbum y facilitar el aprendizaje nos acompaña nada menos que una de las figuras que mejor conoce el cerebro porque le encanta comerlos. Se trata de una simpática chef zombi que demuestra conocer muy bien su comida favorita.
Gracias a esta cocinillas que se resiste a probar el cerebro mientras nos explica su funcionamiento, sabremos que la mayor parte del cerebro está compuesta por agua y funciona como un catalizador que recibe todo tipo de mensajes del resto de los órganos del cuerpo, desde el dolor hasta olores, sonidos, etc. De modo que el cerebro nos permite experimentar todo tipo de sensaciones al resto del cuerpo a través de las neuronas. Y todavía hay más, el peso del cerebro varía de tamaño y peso según la especie y la edad. Además, este órgano está compuesto por diferentes partes que llevan a cabo una función especial y cuantas más «arrugas» tenga más inteligencia se posee. Por eso, el ratón es menos espabilado que un oso o que una persona.
El libro termina con una carta de la autora a los lectores recordando que la neurociencia es la encargada de estudiar el cerebro y que las tecnologías informáticas pueden hacer mucho para saber más de este órgano.
Stacy McAnulty tiene una trayectoria importante como escritora de libros para niños y con este libro no deja de lado el humor y la ficción narrativa para la divulgación de la ciencia. Las ilustraciones de Matthew Rivera son muy divertidas e ilustrativas y combinan todo tipo de planos y diferentes tipografías para hacer más comprensibles las explicaciones. La ciencia, el saber y el funcionamiento del cuerpo tienen mucho interés para los jóvenes lectores y es necesario aprovechar todas las posibilidades del álbum ilustrado y los personajes de las historias populares para que el conocimiento sea accesible a todo tipo de lectores.