‘Vermeer. Un ensayo’, de Emili Olcina

ALEJANDRO F. ORRADE.

Quizás la figura de Vermeer (siglo XVII), fuera de cualquier esfera artística, sea poco conocida; sin embargo, a mucha gente le sonará ‘La joven de la perla’, aunque sólo sea de oídas y sin saber realmente de qué se trata exactamente.

“La joven de la perla” es la obra más conocida de Johannes Vermeer, y ha trascendido el ámbito de la pintura para cruzar las puertas de la cultura popular. ¿Por qué ese pequeño cuadro (apenas mide 46,5 cm por 40 cm) ha fascinado desde que durante la segunda mitad del siglo XIX la obra de Vermeer fuera redescubierta?

Escrito por Emili Olcina. este pequeño ensayo intenta arrojar algo de luz a las características del estilo del pintor nacido en Delft, analizando diversos aspectos de sus obras conocidas (otras se han perdido). Se enfatiza en un aspecto que es imposible de obviar, y es el de la preponderancia absoluta de la mujer y el hogar; ambos motivos se combinan creando una cosmogonía única en la historia del arte, tanto es así, que en el propio ensayo se explica que es difícil discernir las influencias que pudo recibir Vermeer durante su formación como pintor (ni siquiera es fácil saber quiénes fueron sus maestros), ni qué motivó su aparente obsesión por las escenas en interiores de casas.

La figura de la mujer emerge a partir de la mitad del ensayo con fuerza. Su presencia sufre una evolución en las obras de Vermeer, una transición que “Vermeer. Un ensayo” recoge, al tiempo que enfatiza en ese camino para ahondar en la obra del pintor. ¿Por qué la gran atracción ,el eje central son ellas? Las diferentes teorías que se abordan en el texto apuntan en varias direcciones, todas válidas e incluso compatibles.

El libro no es extenso, pero toca las teclas adecuadas para conformar un estudio sorprendentemente certero sobre la casuística de la manera y la intención con la que pintó Vermeer; los pequeños apuntes sobre su vida personal son todo un acierto y aportan solidez a los argumentos artísticos, pues la vida del artista está irremediablemente unida a su obra.

Como curiosidad, en la gran mayoría de los cuadros de Vermeer aparece una ventana, siempre situada a la izquierda, desde la que entra la luz que ilumina la estancia; no sabemos que hay ahí afuera, pero sin duda lo que entra es fuerte y poderoso. Cuando el pintor neerlandés terminó “Dama sentada al virginal”, quizás no sabía que sería su último cuadro (moriría poco tiempo después), pero la casualidad quiso que pintara nuevamente una ventana. Sin embargo, estaba cerrada. ¿Fue tal vez una premonición sobre lo que le iba a suceder? Nunca lo sabremos, pero resulta oscuramente poético. Artístico.

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