‘La Anomalía’ de Hervé Le Tellier: una novela de ruptura

MANUELA VICENTE.

Según el diccionario la palabra ‘anomalía’ significa alteración, ruptura de la norma establecida; cuando esa alteración es la esencia y el título de un libro, estamos hablando del último premio Goncourt 2020, La anomalía, de Hervé Le Tellier, que representa la culminación de este autor en lo que a experimentación narrativa se refiere; miembro del OuLiPo (experimentación literaria de vanguardia) da buena cuenta de ello en esta insólita y refrescante novela. Lo de insólita viene dado desde el mismo título, toda una declaración de intenciones; en cuánto a lo de refrescante, es un término que me reservo, porque en literatura encontrar obras inclasificables, originales y con planteamientos nuevos es poco menos que encontrar ese un soplo de aire fresco que renueva los anaqueles de libros. Autor prolífico de varios géneros y reconocido crítico literario, Le Tellier nos sumerge desde la primera página en un ritmo vertiginoso, en el que nos va presentando, de forma sucesiva, a diversos personajes que tienen en común el hecho de ser pasajeros de un determinado vuelo a bordo de un Boeing 787 de París a Nueva York.

Vuelo que atravesará una extraña tormenta que será la que origine La anomalía. A partir de ese momento, palabras como Protocolo 42, CIA, FBI, pasando por la NSA y distintos organismos gubernamentales, comienzan a hacer su aparición (como en el mejor de los Best Sellers o película taquillera), aventurando conjeturas, debatiéndose  entre el estupor más absoluto y la constatación de su propia incapacidad para hacer frente a un hecho imposible: el de la aparición de una réplica exacta del mismo Boeing 787, con los mismos pasajeros, aterrizando de nuevo, tres meses más tarde, en la misma pista, salido de idéntica turbulencia.

La réplica del avión, sobre la que nadie tiene una respuesta lógica, abre un dilema no solo metafísico que desafía, en la ficción, la concepción del tiempo y de la materia, si no ético, de enormes implicaciones que ningún científico, rabino, filósofo, biólogo o matemático puede resolver por sí solo. Finalmente, serán los propios personajes, enfrentados a sus respectivos dobles, los que, obligados a caminar por la ambigua curva de lo aceptable, tengan que replantearse sus vidas, asumirlas o darles la orientación que necesitaban.

Esta novela, inclasificable por su condición ecléctica, juega a una fusión de géneros, que van desde el thriller psicológico y trepidante, el suspense, el surrealismo puro o la narrativa futurista, para atreverse, siempre desde la más fina ironía, a plantear cuestiones de índole filosófica (teoría de cuerdas incluida), abriendo un abanico de preguntas a raíz de un único elemento: lo extraño, porque si algo plantea La anomalía  es un cambio de paradigma que lleva al lector a entrar en el pensamiento mágico de: «No es posible, claro, pero ¿y si …?»

Se ha dicho que el autor abusa un poco de tópicos y arquetipos, propios de la literatura de consumo y la industria cinematográfica; pero, al margen del despliegue que causa el elemento extraño, hay una baza muy importante en esta novela que no pasa desapercibida a la crítica, y es la provocación y alusión continua al lector en un giro metaliterario ejecutado con maestría. Entre el elenco de personajes, el autor juega a ser un pasajero más a bordo de ese avión, adoptando el alter ego de un escritor que se permite, incluso, escribir en la ficción un libro sobre el suceso que vive a bordo, siguiendo con el juego de espejos de la duplicidad, libro que acabará siendo un superventas (en un premonitorio alarde de clarividencia), porque tal y como describe en la novela:

Nunca un autor escribe el libro que el lector espera encontrar, ni el lector lee nunca la obra que el autor ha querido escribir.

La anomalía, de Hervé Le Tellier, escrita por partida doble y descrita… con todas las preguntas también.

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