El suspense anida entre los muros de la España despoblada

Portada de la obra Villanueva.

A todos nos suena eso de la España vaciada ¿verdad? Una realidad social complicada que hace la vida más difícil en las zonas afectadas. Pues bien, Javier de Castro se apoya en esta realidad para construir una historia de suspense centrada en elementos de la antropología tradicional del norte de España. Concretamente la obra, según la información aportada por la propia editorial, se enmarca dentro del conocido género folk horror donde también están obras tales como Wendigo Wood o Hallows Fell.

Este subgénero ha logrado tener importancia en el mundo británico hasta tal punto que algunos consideran que este subgénero es estrictamente británico. Ahora bien, también hay personas que afirman que el terror basado en el folk tiene elementos compartidos y, por lo tanto, presentes en expresiones artísticas no británicas. Conviene aclarar que este subgénero presenta unas características propias y diferenciales. Las principales es el gusto por el paganismo o la brujería, y claro, aquí encaja muy bien la idea de la España vaciada donde todavía es posible encontrar elementos propios de la cultura pagana.

Pues bien, Javier de Castro ha logrado crear un cómic con esto elementos; especialmente el del paganismo y el folklore. Villanueva es una interesante subversión de un pueblo norteño donde los elementos canónicos de ellos se transforman. Una pequeña aldea que no sabremos donde está, aunque todo nos recuerda a la zona del Bierzo, hacia la que vemos que se dirige una pareja joven. Ella está embarazada de ocho meses, él en paro y cuya relación es un desastre. Deciden ir a vivir allí ya que les facilitan una casa y parece que podrán rehacer su vida sin el estrés de las grandes urbes.

Evidentemente, poco a poco la historia se tuerce. Lo idílico se convierte en opresor. Los que ayudaban dejan de hacerlo. Poco espacio queda para la esperanza. En este juego narrativo, De Castro nos muestra su habilidad para desarrollar una narración ágil y entretenida. Las páginas fluyen con soltura debido a una narración escrita sucinta y, por otro lado, una narración visual más compleja. Eso hace que resulte todavía más interesante y divertido el trabajo.

Página interior

En dibujo es sencillo y directo. Nítido y claro. Todo ello unido con un uso magistral del silencio como elemento narrativo y con las tonalidades como estructura discursiva. Con esos trazos el autor logra transmitir emociones al lector y lo mantiene alerta página a página. La cadencia de la obra es excelente.

Además, el autor se arriesga y decide respetar al lector, puesto que deja abierta a la interpretación diversos elementos de la narración. En este sentido, resulta llamativo el trato que se hace de uno de los personajes principales, ya que apenas se nos informa sobre su vida. Paradójicamente este elemento es crucial para el desarrollo de la obra. Este aspecto, como todo elemento subjetivo, puede ser entendido como un juego interesante o como una carencia en la obra.

De cualquier manera, el trabajo de Javier es impecable, muestra dominio y maestría en el juego entre la narración escrita y visual. De la misma manera, también están bien conjugados los aspectos antropológicos de la historia. Una vez más, Astiberri logra acercarnos una obra interesante, entretenida y estupendamente editada.

Termino indicando algunas cosas más. Me cuesta calificar a esta obra como de terror. Presenta elementos de suspense, desde luego, pero no es nada terrorífica. De la misma manera, los elementos de folklore tampoco son tan relevantes como, en principio, se pudiera pensar.

 

Por Juan R. Coca

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