“La inmersión” no es otra cosa que submarinismo de profundidad en la vida

Portada de La inmersión.

La vejez es un momento complicado en nuestras vidas. En las sociedades como la nuestra parece que se produce una doble percepción de los ancianos. Según una encuesta del CIS del 2018, las personas mayores son percibidas como personas que aportan conocimiento y experiencia a la sociedad. Ahora bien, los propios ancianos pueden percibirse a sí mismos en negativo. Especialmente cuando terminan viviendo en una residencia.

La residencia de ancianos puede convertirse, entonces, en un lugar de encuentro y desencuentro. Un espacio donde nos encontramos a personas necesitadas, cuya mente ha optado por asentarse en su pasado. Ellas parecen que están esperando que, de algún modo, esos instantes vividos vuelvan a suceder. En la residencia puede parecer que se agolpan personas sin opciones, sin futuro. Pero la vida es más que unos elementos imaginarios. La vida está en la risa, en la amistad, en el amor, en la aventura, así como también en la locura y en la desesperación.

Todo ello lo encontraremos en el profundo trabajo de Séverine Vidal y Víctor L. Pinel. Una obra hermosa, alegre, triste, sencilla. Un trabajo que pretende adentrarnos en los sentimientos de una anciana que ha terminado sus días en la residencia “Las mimosas”. La vitalidad de la protagonista contrasta con las limitaciones mentales que se autoimponen otros compañeros, así como las normas del centro. En este sentido se produce un sugerente juego narrativo (aunque un tanto maniqueo también). Yvonne, nuestra protagonista, es representada como un espíritu joven que tiene que sortear los límites que está establecido. Límites que, por otro lado, traslucen una visión negativa de la ancianidad.

Página interior.

En este sentido, la narración nos echa en cara (en cierto modo) la posible visión negativa de la sexualidad adulta, los cuerpos envejecidos y las arrugas. Estamos, por tanto, ante una obra rebelde, que reclama romper con unos imaginarios sociales que lo único que logran es que las vidas ancianas terminen en el fondo del océano como una piedra lanzada desde la orilla.

Una vez terminada la obra, uno se queda con la sensación de si podremos mantener la vitalidad de Yvonne, así como sus ojos repletos de ansia por vivir. Quizás sean la vida y los imaginarios que la circundan los verdaderos limitantes a los que nos esposamos cada uno de nosotros. En tal caso, seremos nosotros los encargados -aunque siempre con un poco de ayuda- de ensanchar nuestro mundo para que la vida que quepa en él no sea algo minúsculo.

 

La inmersión es una obra profunda, interesante, repleta de matices y de guiños a la vida. En ella las miradas entre los personajes juegan un gran papel. Lo que hace que el trabajo de Pinel nos parezca excelente. Un trabajo magistral y paradójico, donde la alegría y la tristeza se dan la mano sin estridencias. Una obra que mira con respeto a la enfermedad mental y la reclama como una de nuestras posibilidades vitales. Al tiempo que nos muestra que seguimos repletos de motivaciones con independencia de los años. Un grito silencioso a la libertad. Un cómic sobresaliente que condensa en sus ochenta páginas un buen número de emociones y sentimientos que no dejarán al lector indiferente.

Por Juan R. Coca

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