‘Abre los ojos’, de Pepa Blanes
Abre los ojos
Pepa Blanes
Fuera de Ruta
Valencia, 2021
229 páginas
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
Los estereotipos son una maldición. Ideas preconcebidas, prejuicios, lugares comunes, todo lo que suponga aparcar las funciones del cerebro para alimentar proles infames, como las que atañen al egoísmo o al odio. Uno de los problemas que ha brotado con el cine, es la facilidad para divulgarlos. El cine ha homogeneizado demasiadas ideas, como esa farsa que es la familia ideal, la de los anuncios de margarina, o que la justicia es lo mismo que la venganza. Este pensamiento único se convertirá en una trampa que se multiplica a medida que avanzamos en la vida. ¿Por qué nada es como lo hemos presenciado en el cine? ¿Es el cine una mentira? No, ni es una mentira ni es cierto que nada sea como sucede en las pantallas. Porque si uno sabe mirar y buscar, encuentra entre los fotogramas la propia batalla contra los estereotipos, contra los tópicos, contra el pensamiento acomodado y un tanto burgués, entendiendo burgués como un término peyorativo, de consumo de hábitos del vividor bien adaptado.
Sobre esta lectura cinematográfica a contracorriente trata este libro de Pepa Blanes, Abre los ojos, que reivindica el papel del relato que da voz a quien no la tiene. Frente a la narración que justifica y crea el poder, solicita un contrapoder, un pensamiento contraintuitivo, teniendo en cuenta que la intuición se educa y a nosotros nos educaron con muchos estereotipos. La realidad debería retratarse con todos sus escollos, sabiendo que los relatos impondrán una norma que persigue un interés, o que es la que interesa a alguien, a los más fuertes, a los más poderosos, a los que muchas veces son los más malos.
El libro va desgranando temas que atañen a lo manipulable, a lo normativo, lo que ha generado impedimentos de diálogo, lo que se da por supuesto, tomando como referencias una serie de películas que, en muchos casos, nos descubren que la lectura no es unidireccional. Blanes retoma el asunto de la lucha de clases y la manipulación que existe para negarla, planteándose una interpretación sociológica del cine y concluyendo que los estratos sociales siguen siendo capas impermeables. Nos habla de los estigmas que siguen azotando a lo transgénero. Se refiere al racismo y a los derechos civiles, mostrando cómo se continúa luchando por recuperarse de las caídas, por cobrar una merecida notoriedad. Se refiere al mismo orientalismo que denunciara Edward Said: “al legitimar la idea del “otro” y controlar su representación, Occidente puede seguir teniendo el control para preservar la jerarquía”. Confronta el tema básico del cine de la Cenicienta con la realidad de la prostitución, que es un balance entre amor e ideología, que puede plantear el problema del clasismo de una manera reducida. Habla de la enfermedad mental y la vincula al neocapitalismo, y a una de las expresiones más severas del neocapitalismo que es la televisión. Se refiere al realismo social, directamente, mencionando el instinto de bondad, que reclama sea sincero. Entra en el tema del bien y el mal, de la utilidad de la risa y de la sororidad. Todo ello a partir de películas, con frecuencia americanas, que es de donde procede la mayor parte del cine que consumimos, que a veces no se crearon para ser interpretadas como ella lo hace. Y nos advierte contra los peligros de una nueva forma de esclavitud. De ahí que esta lectura sea un hallazgo sobre educación social que no deberíamos eludir.