Quasimodo y Walcott en una barca
Por Antonio Costa Gómez.
Estábamos de acuerdo en que Quasimodo y Walcott, a pesar de todo, tenían mucho en común. Quasimodo escribió Aguas y tierras con el poema : “Y de pronto anochece”: “Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / Atravesado por un rayo de sol / Y de pronto anochece”. Walcott escribió La voz del anochecer”. Y habló de la reunión de todas las cosas del mundo con libertad en una sola cosa mezclada y loca.
Te dije: Quasimodo habla de la intensidad corta de la vida frente a la muerte. Lo intensifica todo de una forma vertiginosa. Lo más fácil es entender que la noche significa la muerte, algo negativo, el final. Y sin embargo es la palabra noche lo que da su seriedad al poema. Lo que ahonda el sentido de ese rayo de sol único y de esa soledad. Es curioso que corriente descargan las palabras al unirse, pero la palabra noche en su poema le da a los otros versos su hondura.
Tú dijiste: Walcott dice que en el anochecer se mezclan las atmósferas, se rompen las fronteras. Que entonces se encuentra lo adánico, lo que vivieron Wal Whitman, Saint John Perse. Que el amor del anochecer rompe las vasijas de las distintas culturas y con los fragmentos fragua una vasija mucho más fuerte.
Te dije: Quasimodo habla de “el corazón de la tierra”. No tu tierra, ni mi tierra. La tierra de todos. Habla del corazón, de lo más intenso, de lo que late igual en toda la Tierra. Ya no sabe de culturas ni divisiones. Sabe del sentido de la tierra del que hablaba Nietzache, sabe del sollozo de la Tierra del que habló Jules Laforgue.
Tú dijiste: Walcott dice que si un niño lanza una piedra en el Egeo vive lo mismo que el que escucha el sonido de las palmeras en el Caribe. En el anochecer se junta todo, se oye el latido de todo. Su chica es Santa Lucía con toda su gracia, pero acaba refiriéndose a todas partes. La antigua Grecia tiene la misma intimidad que el Caribe.
Te dije: Quasimodo vivió mucho la Historia, pero en su gran poema acaba apartándose de la Historia. La Historia es una sucesión de barbaridades y destrucciones, como veía el ángel de Walter Benjamin. Habla del “corazón de la tierra” y siente indiferencia por la Historia. La gente ve en Quasimodo otras cosas, luchas sociales e históricas. Pero en el corazón de sus tres versos más intensos solo quiere saber de la soledad y la tierra.
Tú dijiste: Walcott siente que su pequeña isla está detrás de la Historia y nos invita a disfrutar de las intimidades hormigueantes. Como nadie le da importancia a su isla y no tiene solemnidad histórica, sus habitantes viven sin que nadie les moleste, se toman todas las libertades y se convierten en música. La Historia es un agobio, un coñazo, y es mejor refugiarse en la brisa y el mito. El almirante Nelson acosó las pequeñas Antillas pero el almirante Rodney se retiró a la isla Pigeon para coleccionar palomas.
Te dije: Quasimodo habla de intensidad al decir que cada uno está solo, que tiene toda la libertad para sentir y para vivir detrás de todas las clasificaciones y las palabras y los ritos sociales. En el fondo cada uno está solo y sin palabras. Y esa es toda la intensidad. Y un rayo de sol te atraviesa. No te toca o te llega, te atraviesa totalmente. La vida pasa por ti de parte a parte. Sobre todo si se acerca la noche que le da dramatismo y hondura a ese rayo de sol, a ese atravesar.
Tú dijiste: Walcott sugiere que la intensidad es la gracia sin solemnidades de Santa Lucía. Una isla que como Helena te invita a vivir la intensidad de una casa, de una conversación privada. O como Circe que enseñó a Ulises a olvidarse de navegaciones históricas y de patrias y vivir intensamente en el anochecer de una isla. Con sus hombres transformados en otra cosa para que no les agobien las metas históricas ni las normas sociales. La intensidad es la gracia de Santa Lucía, por la que todos luchaban, pero que ninguno escuchaba, como tampoco escucharon a Helena de Troya. La convirtieron en un fantasma, Helena realmente estaba en otra parte, como sugiere Seferis. La intensidad es dejar todas las tensiones y relajarse en Santa Lucía, olvidar todas las batallas y contemplar a Helena.
Te dije: Quasimodo habla del corazón de la tierra. No de su esencia, de su concepto, de cualquier clasificación razonable, de la razón. Habla de la sensibilidad, de lo que puede sentirse. También Quasimodo pudo ser muy razonable en otros momentos. Pero en esos tres versos habla de la sensibilidad, del latido. El corazón es lo vivo y no lo mecánico, es lo más íntimo de la tierra, es la pasión y la sensibilidad. La gente habla muy mal de la pasión, cree que conduce a excesos y violencias. Cree que la razón garantiza la paz, la justicia, la no violencia. Sin embargo la razón cosifica a las personas. Los nazis fueron muy razonables, muy científicos y sistemáticos, en su exterminio de los oponentes. Fue la banalidad del mal, de que habló Hannah Arendt. Pero la sensibilidad nunca ha producido genocidios ni ha hecho que alguien aplaste a los demás.
Tú dijiste: Walcott al hablar del anochecer también olvida la razón que clasifica y separa, que cosifica a las personas. Usa la sensibilidad que encuentra conexiones en todo, que lo confunde todo en ese intermedio delirante, que descubre el latido en todas partes. En el anochecer se apaga la razón prepotente que dice: tú eres esto, él es lo otro, y se enciende la sensibilidad que lo mezcla todo de una forma desvergonzada, profunda, onírica. La voz del anochecer nos alcanza a todos en todas partes como unas notas locas de piano, como una brisa ligera que se mete por todas partes. Estábamos de acuerdo en que Quasimodo y Walcott tenían mucho en común. Y nos tomamos con ellos el ron del anochecer.