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Viaje inolvidable de Alberto San Juan y La Banda con Federico por Nueva York

Por Horacio Otheguy Riveira

Pasen y vean. Los lunes en el Bellas Artes de Madrid. Al fin llega después de larga gira. Aquí está un show que nos lleva por las calles de la gran manzana, del centro neurálgico del mundo occidental, cristiano, megacapitalista, precisamente en los años de la catástrofe: 1929-1930, y el poeta, granadino culto, reflexivo, apasionado; escritor que combina la lírica de sus versos con la de una prosa surrealista que combina con la sangre, la rebeldía, el horror y la belleza del único lugar del mundo creado por negros y extranjeros donde manda una minoría blanquísima y riquísima que se enriquece a cualquier precio, y cuando lo necesita hunde en la miseria a la inmensa mayoría.

Pero Alberto San Juan no ejerce de mitinero como en otras ocasiones donde lo hizo maravillosamente (Mundo obrero, sin ir más lejos), esta función es otra cosa, no necesita más que posicionarse delante de cuatro magníficos músicos y volcarse, micrófono en mano como un presentador, un comentarista, un gran actor a punto de cante pero no, un hombre que pasea fraternalmente con otro en tiempos lejanos con muchas constantes que se repiten. Sin duda el resultado final es asombroso porque la palabra escrita de Federico García Lorca en su Poeta en Nueva York adquiere inédita vitalidad en la voz teatral que llega para revivir con energía una mirada atemporal en un tiempo desdichado en el que se encuentran horrores que se dejan sumergir a su vez en un paisaje humano muy hermoso… que incluye gente de campo que aloja al escritor con desusada ternura, ausente en la gran ciudad. Hay de todo en la formidable selección de textos, en la musicalidad jazzística que entronca con el son cubano de la despedida rumbo a Cuba con el aromático deleite del mar y la calidez de la isla…

Una función formidable. Muy recomendable. Cuatro músicos rodean, ayudan, aúpan el talento de Alberto San Juan que parece andar con Federico por las calles de Nueva York en aquellos años veinte con mucho de nuestra época, pues va del descubrimiento de gente diversa, de lo peor y lo mejor de situaciones que se enfrentan o conviven en el centro mundial del capitalismo en plena efervescencia con el Crash del 29.

Lorca vivió en Nueva York desde junio de 1929 a febrero de 1930. Entonces viajó a Cuba, donde pasó tres meses, y, finalmente, regresó a España con los poemas del libro Poeta en Nueva York en la maleta.
La excusa del viaje fue matricularse como estudiante de inglés en la Universidad de Columbia. Los motivos reales eran otros. Lorca se había convertido en un autor muy famoso en España tras la publicación del Romancero gitano, todo un éxito, y se le había atribuido un perfil casi folclórico del que él quería alejarse. Además, acababa de sufrir una ruptura dolorosa con un hombre con el que había vivido un amor intenso.

El espectáculo Nueva York en un poeta es aquel encuentro de Lorca con el público en la Residencia de señoritas en el que por primera vez se escucharon esos poemas, “carne mía, alegría mía, sentimiento mío”.
Durante 80 minutos, viajaremos con él de Granada a Nueva York y a La Habana. A través del jazz y el son (interpretado en vivo por La Banda) nos sumergiremos en Wall Street -«llega el oro en ríos de todas las partes de la tierra y, con él, llega la muerte»-; Harlem –«Es preciso cruzar los puentes y llegar al rubor negro para que el perfume de pulmón nos golpee las sienes con su vestido de caliente piña»; la multitud –«uno de los espectáculos vitales más intensos que se pueden contemplar»-; el campo –«anhelante de las pobres cosas vivas más insignificantes»; La Habana –«con sus ritmos que yo descubro típicos del gran pueblo andaluz»; la revolución –“del África a Nueva York”-.

…  Será preciso viajar por los ojos de los idiotas,   campos libres donde silban mansas cobras deslumbradas,   paisajes llenos de sepulcros que producen fresquísimas manzanas,   para que venga la luz desmedida   que temen los ricos detrás de sus lupas,   el olor de un solo cuerpo con la doble vertiente de lis y rata   y para que se quemen estas gentes que pueden orinar alrededor de un gemido   o en los cristales donde se comprenden las olas nunca repetidas…

Claudio de Casas – Guitarra

Pablo Navarro – Contrabajo

Gabriel Marijuan – Batería

Miguel Malla – Saxo y clarinete

Dirección: Alberto San Juan
Iluminación: Raúl Baena
Fotografías: Miguel Pla

LUNES 20 HORAS EN EL TEATRO BELLAS ARTES DE MADRID

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