Golfus de Roma: una genial payasada que es mucho más que Latre
Por Mariano Velasco
Precedido por un historial de éxitos tras las numerosas veces que ha sido representado, la última versión española del musical Golfus de Roma, de Stephen Sondheim, confía gran parte de su atractivo y tirón al protagonismo del polifacético Carlos Latre, quien asume con verdadero acierto un papel muy a su medida. Pero no alcanzaría el nivel que alcanza como musical y como comedia coral sin la participación de un excelente reparto en el que no desentona ni un solo elemento. Y mira que son muchas y variadas las piezas de este musical enredo-circense que es Golfus de Roma.
Con el propósito que queda bien claro desde el principio de hacer reír a carcajadas (hoy nada trágico, si es cómico mejor, dice la canción), este Golfus de Roma que sorprendió en el Festival de Teatro Clásico de Mérida y que podemos ver ahora en el Teatro La Latina bajo la dirección de Daniel Anglés, deviene en un muy entretenido musical muy cercano al género del vodevil —sobre todo en su arrollador último acto—, de esos de entradas y salidas de personajes y situaciones alocadas una tras otra que no se sabe cómo demonios se van a resolver, pero que se acaban resolviendo.
Y envuelto todo ello en un ambiente circense que le viene muy al pelo a la obra, sobre todo por lo que tiene de payasada el espectáculo en general, y de payaso su protagonista, quien también ejerce de maestro de ceremonias. O mejor, siguiendo con el símil del circo, de director de pista que, con su discurso, sus apariciones, sus canciones y también, porque las hay, sus imitaciones (Gurruchaga, Boris, Carlos Jesús, el Rey emérito…), aporta el punto de vista narrativo necesario para el desarrollo de la alocada historia de Golfus de Roma.
Una historia esta que se desarrolla en una antigua Roma un tanto particular, y que se resume muy fácilmente: trátase de un esclavo llamado Pseudolus que, para recuperar su libertad, ayuda a su joven amo a obtener el amor de una bella cortesana, que, ¡vaya por los dioses!, resulta que ha sido vendida al fornido capitán Miles Gloriosus. Y a partir de ahí, la que se lía, o mejor dicho, la que lía el tal Pseudolus es tan gorda que la historia, o mejor, las tres historias que en realidad se entrecruzan, acaban dando más vueltas que la túnica de un romano.
Sobre las tres historias mencionadas, cabe decir que sirven sobre todo para dividir la escena en sendas partes, constituidas por, prepárense: (1) La sencilla casita tipo caravana de un tal Erronius, que perdió a sus dos hijos pequeños raptados por unos piratas y que añora encontrar un día de estos vete tú a saber dónde y en qué condiciones. (2) La lujuriosa morada de Lycus, que no es más que un putiferio con cortesanas de todo tipo, sexo, atractivo y condición, que otra cosa no, pero variedad tiene un rato el lupanar. (3) Y al ladito, puerta con puerta, la residencia del patriarca, donde habitan también el hijo enamoradizo y los esclavos de ambos, y que es conocida cono la casa de Senex, que si te fijas se convierte fácilmente en Sex con solo quitarle una n y una e, tal vez por influencia del local contiguo, que todo se acaba por pegar en vida tan dada a los placeres como era la de la Roma clásica.
Como bien decimos, este Golfus de Roma no sería lo que es sin la calidad y la variedad del formidable elenco que arropa a Latre y que otorga a la función ese carácter coral tan de obra clásica, tan de musical, tan de espectáculo circense y tan de pura diversión y carcajada, regalándonos algunos de los mejores momentos del espectáculo.
Excelente resulta el gag, por ejemplo, del padre dando vueltas haciendo tiempo para que se diluya el encantamiento que se ha apoderado de su casa; excelente, la arrolladora presencia del fornido Miles Gloriosus y el eco impresionante de su voz varonil; excelente el criado Hysterium, al que le caen una tras otra desde donde menos se lo espera; excelente la parejita formada por Senex y su mujer, que no dejan de adorarse de aquella manera mientras el primero se deja llevar por el alborozo juvenil que le despierta la cortesana; y excelentes los jóvenes enamorados, el grupo de cortesanas y su madame, así como los payasos que se desdoblan para dar a la función ese aire circense en el que tanto insistimos
Sufre tal historia, eso sí, un pequeño bajón avanzado el primer acto, momento crítico en el que parece que no acaba de arrancar el lío. Pero pasado el trance, y entrados sobre todo en el último acto – muy original y acertada por cierto la fórmula empleada por Latre para dar descanso entre acto y acto – entenderemos que la espera ha merecido la pena, porque el espectáculo deriva entonces en una verdadera comedía de enredo con momentos muy brillantes, aderezado con espectaculares números musicales muy en el estilo reconocible de su creador, Stephen Sondheim.
Y así llegaremos al arrollador final el que todo, incluido lo mas irresoluble, se acaba, en efecto, resolviendo y en el que todos nos quedamos con las ganas de seguir tarareando el estribillo con el que empezábamos, “hoy nada trágico, si es cómico mejor”, y gritándole a todo el elenco el calificativo que, bien ganado, se merecen: “payasoooooos”.
Música y letras: Stephen Sondheim
Dirección: Daniel Anglès
Reparto: Carlos Latre, Diego Molero, Eva Diago, Eloi Gómez, Frank Capdet, Meritxell Duró, Ana San, Martín, Iñigo Etayo, OriolO, Mireia Morera, Pol Roselló, Carles Vallès, Gara Roda, Berenguer Aina, Mercedes Olmeda, Eduard Marcet, Alex Iglesias. Curro Ávila, Laura Masferrer, Pablo Rodríguez, Pablo Zarco, Xavier Mestres
Covers: Àngels Cervelló y Ernest Fuster
Libreto: Burt Shevelove y Larry Gelbart
Adaptación al castellano: Daniel Anglès y Marc Gómez
Arreglos musicales: Sergi Cuenca
Codirección: Roger Julià
Coreografía: Óscar Reyes
Dirección musical: Xavier Mestres
Escenografía y Vestuario: Montse Amenós
Iluminación: Xavier Costas
Sonido: Jordi Ballbé
Caracterización: Núria Llunell
Dirección de producción: Maite Pijuan
Jefa de producción y producción ejecutiva: Marina Vilardell
Producción ejecutiva: Mireia Farrarons
Ayudante de dirección y coreografía: Gara Roda
Ayudante de escenografía y vestuario: Carlota Ricart
Asesoramiento magia: Mag Lari