Eva Rufo, Esther Ortega, Rakel Camacho y el glorioso espíritu de Hellen Keller
Por Horacio Otheguy Riveira
En Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio, dos actrices al tiempo que fascinan toman buena distancia. Habitan un amplio escenario entre objetos reales y simbólicos, con sus cuerpos en situación muy vulnerable que se fortalecen a medida que divulgan la palabra y los sentidos, la musicalidad y su capacidad de descubrimiento cuando nada se oye ni se ve.
La inenarrable proeza de esta representación parte de la extraordinaria existencia de Hellen Keller (1880-1968), sordociega que, entre muchas otras actividades escribió un libro (que puede comprarse en librerías e incluso en el hall del teatro al acabar la función) en el que se inspira este espectáculo: El mundo en el que vivo.
Cuanto se conozca de Hellen Keller (por ejemplo, la película El milagro de Ana Sullivan) sirve de base para entrar en un mundo que ella guía, pero restablece el sentido último de su experiencia combinado con situaciones dramáticas innovadoras, insólitas, así como imágenes reales del personaje auténtico…
Con una perspectiva didáctica, el teatro creado por estas mujeres adquiere las características de emociones cuyos senderos más notables han de ser descubiertos por espectadores lo más abiertos posible, cuanto menos informados mejor, de manera que esta fiesta de angustiosa búsqueda de la sensibilidad, cruzada con la infinita alegría de su descubrimiento, resulte una experiencia completa.
Eva Rufo descubrió a Keller y quedó prendada: «No sé cómo conseguí liar a tanta gente con este proyecto que me dominó por completo…». Leyó, vio, siguió buscando y encontró a una compañera admirable como Esther Ortega, y a Rakel Camacho, una directora que ama la experimentación y la sabiduría de los intérpretes para llevar a cabo las más insondables aventuras.
Carnalidad y espiritualidad es la que brindan las dos actrices en un ambiente que reúne mil y una posibilidades expresivas, bañado, acariciado, tocado por la mágica iluminación de Javier Ruiz de Alegría.
Agua, tierra, silencio, sonidos, lenguaje de signos…; la voz de Franco Battiato (Centro de gravità permanente), la piel dulce, la piel ardiente de conocimiento para una historia de amor por la que la sensualidad no pasa de largo… se instala donde nadie la espera, y el placer se convierte en un fenómeno de vigoroso encuentro con zonas inexploradas. Ritual de fabuloso encanto… Pieza teatral y conferencia, melodrama atípico, comedia simpática, Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio escapa alegremente de las etiquetas y se atreve a reunirlas a todas.
Dirección Rakel Camacho
Dramaturgia Rakel Camacho y David Testal
Idea original Eva Rufo
Intérpretes: Esther Ortega, Eva Rufo
Espacio escénico José Luis Raymond
Diseño de iluminación Javier Ruiz de Alegría
Videoescena David Martínez
Música y espacio sonoro Miguel Gil
Diseño de vestuario José Luis Raymond e Igone Teso
Movimiento Julia Monje
Creación sobre sistemas de comunicación y asesoramiento de sordoceguera Julia Monje
Asesoría en accesibilidad Esmeralda Azkarate-Gaztelu
Canto difónico Pedro Duran
Ayudante de dirección Teresa Rivera
Dirección de producción Fabián Ojeda Villafuerte
Ayudante de producción Paco Flor
Asistente de producción Albert Suárez
Diseño gráfico MaríaLaCartelera
Fotos de escena Bárbara Sánchez Palomero
Dirección técnica Armar S.L.
Equipo técnico Bernardo Pedraza y Mario Pachón
Construcción Mambo Decorados
Jefa de prensa María Díaz
Distribución Nuevos Planes Distribución (Susana Rubio)
Producción ejecutiva Producciones Rokamboleskas
Una producción de Producciones Rokamboleskas en coproducción con Teatro de La Abadía y Hugo Álvarez Domínguez
AGRADECIMIENTOS
María Morales, Jesús Sala, José Luis Rufo, Amanda Algora, Andrea de San Juan, Carlos Aladro, Miguel Cuerdo, Inés Enciso, Elvira Herrera, Salvador Liétor, Amanda García, Eduardo Vasco, Julia de Castro, Muriel Sánchez, Sala Réplika, Sala Tarambana, Teatro Pavón Kamikaze, Teatro Circo Price, Barco Pirata Producciones, Octubre Producciones, Teatro Español, Teatro Circo Albacete, Fundación ONCE, Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS) y Pedro Duran Delgado.