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Todo es sobre la muerte, Cristian Britos. Por Matías Escalera

TODO ES SOBRE LA MUERTE, de Cristian Britos Villalobos

Ed. Cuarto Propio, 2021. Chile. 110 págs.

 

Por Matías Escalera Cordero

CONSUELO

Nos queda toda la nada por delante

 Si hubiese que determinar la piedra clave de este poemario, creo que se encuentra justo en el título mismo: todo es sobre la muerte… No se trata de decir todo sobre la muerte, sino de que todo trata, en última instancia, sobre la muerte (pero también, de modo paradójico, o de un modo profundamente lógico, quién sabe, sobre el amor…) Y, cuando decimos todo, es todo, porque, como enuncia uno de los primeros poemas del libro el titulado OSCURIDAD:

En completo silencio

la muerte observa (p. 19)

Y he aquí otra de las grandes virtudes de este poemario la concisión, junto con la vívida sinceridad del poeta al escribirlo, pues no hay poesía sin sangre en las venas, «poema sin sangre / vena vacía», sentencia el poeta en el dístico titulado con toda la intención GÉNESIS (p. 27).

Luego está la extraordinaria coherencia interna y el sentido absoluto de todas sus imágenes (recomiendo al lector pararse en esa extraordinaria tríada que componen los términos metafóricos piedra, difunto, tiempo, y lo entenderán: esta vez, búsquenla ustedes).

Si la lírica exige la síntesis y el sentido cierto de sus imágenes, esto es, que estas nos dirijan a alguna parte, que no sean mero blablablá adornado y “bonito”, la justa esencialización –permítaseme decir– de los sentimientos, de las ideas y de las emociones que componen este libro alcanza y honra esa exigencia.

Y, si la muerte es conmoción, silencio, noche y conclusión, no es, sin embargo, exactamente, o solo, dolor, al menos, no es la causa última del dolor (a pesar del miedo), nos viene a recordar Cristian Britos en este excelente poemario, porque, como afirma, en los prolegómenos del libro, Yanko González: «No hay noche suficiente para enfriar el calor que este libro lleva adentro»; y así es, pues, al fin, y considerándolo con perspectiva:

La muerte es sólo una excusa

es la vida la que lastima (p.24)

Así que lo que nos debemos a nosotros mismos es vivir de frente, a tumba y corazón abiertos, sin miedo, a pesar del miedo, del dolor, de la duda y de la enfermedad:

Viviré sin temor

sin pensar en dejar de ser

sin la opresión del rotundo fin

de ver no ver (p. 28)

Pues la «noche es nuestra», nos aterra y amenaza con engullirnos solo si renunciamos a la vida o al amor:

Déjame abrazarte, amor, necesito estar vivo

y hoy me muero de frío (p. 65)

Si lo pensamos con detenimiento, se nos avisa, en realidad, TODO ES SOBRE EL AMOR, para los seres con fe en la trascendencia de la nada:

 

Todo es sobre el amor

y el adiós para siempre es Dios que nos cuida (p. 81)

 

Y también para los que no tenemos esa fe ciega en la nada trascendida y habitada.

 

En ambos casos, un consejo, creamos o no en tal trascendencia, no seamos tan estúpidos como para despreciar también la luz del aquí y el ahora (p. 37) y no seamos tan ciegos que no veamos la importancia de las pequeñas cosas que nos constituyen y que son, al fin, la vida, pues, si lo hacemos, la noche se convertirá inevitablemente en territorio del terror; pero, si no renunciamos a esas pequeñas cosas que son la vida, si vencemos el temor de lo inevitable, es en la noche, justamente, cuando «el poema perdido vuelve al hogar» (p. 31) y la dureza del camino se hace descanso y blandura de cama (p. 38), ya que EL GRAN MIEDO ES EL MIEDO, tal como se proclama en el epígrafe que abre la segunda sección de este poemario, y tal como podemos comprobar cuando estamos muertos sin estar muertos:

 

LO HE COMPROBADO

Es perfectamente posible morir sin morir (p. 58)

 

Y para no morir sin estar muertos, antes de tiempo, amemos, seamos amados:

 

… el amor es el rey

juntos de la mano

caminamos por el pantano

piso blando y resbaladizo

me tomas del brazo

evitamos caer

la vida es un péndulo

una bola gigante

que se balancea y golpea el cielo azul

el sol aún brilla en el infierno

y el amor es el rey

el amor es Dios (p. 84)

 

Porque todo trata, como hemos dicho, sobre la muerte, pero también sobre el amor.

Matías Escalera Cordero

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