“Frente a frente“ con Jose Quintanilla
Por Jorge Mur
El trabajo fotográfico de Jose Quintanilla se centra en la exploración de la fotografía de paisaje entendida como la relación entre el hombre y el territorio que lo rodea, espacio y naturaleza, el transcurso del tiempo, la memoria y la impronta del pasado.
Su último proyecto expositivo, denominado “MEMORABILIA. La memoria inventada”, ahonda en los aspectos antes citados y nos habla, además, de una moda que aparece en los jardines paisajistas de las clases adineradas europeas del siglo XVIII: la falsa ruina.
¿Cuándo y cómo surgió tu interés por la fotografía?
Es difícil fijar una fecha concreta porque siempre he estado relacionado con la fotografía de alguna manera. Profesionalmente desde 2007, año en que empezó Taller Digigráfico, laboratorio especializado en fotografía de autor y copias de alta calidad, donde he tenido la suerte de trabajar con artistas de primera línea como Bleda y Rosa, Pablo Genovés o Paula Anta. Además del laboratorio, imparto clases en escuelas de fotografía como Efti o La Máquina. Mi trabajo personal empecé a mostrarlo en 2014 en la galería madrileña Espacio Foto y desde entonces no he parado de hacerlo tanto en galerías como en instituciones públicas y privadas. Trabajo con cámaras de formato medio y película en blanco y negro, y me gusta mucho investigar sobre técnicas y materiales para las copias fotográficas. Para mí una fotografía no es tal hasta que se plasma sobre un soporte y adquiere carácter físico, de objeto. Lo que vemos en nuestras pantallas no son más que imágenes virtuales.
¿Qué aspecto de la fotografía es el que más te interesa? ¿Y cuál, en tu opinión, es el que diferencia a la fotografía del resto de las artes?
Creo que la fotografía tiene la capacidad de representar la realidad con una supuesta veracidad implícita, con un valor documental y un discurso propio que la distingue de otras disciplinas artísticas. Precisamente esa contradicción entre veracidad y manipulación es para mí la parte más atractiva de la fotografía porque permite crear una ficción de cara al observador. Nuestra memoria se construye a partir de imágenes, de recuerdos sobre los que creamos nuestra propia narrativa, nuestra historia. Estamos tan acostumbrados a ver imágenes, cientos cada día, que nuestra memoria visual se construye de una manera fotográfica. La emoción que pueda transmitir una fotografía tiene mucho que ver precisamente con esa memoria colectiva creada a partir de imágenes que compartimos como grupo, como colectividad, y bebe directamente de nuestra cultura. La invención de la fotografía revolucionó el resto de artes, alejó a la pintura del realismo y ayudó a que los artistas abrieran nuevas vías de exploración. La fotografía está viviendo un buen momento en la actualidad y creo que le queda un largo camino por recorrer.
Háblanos brevemente del concepto de ruina. ¿Qué valor tuvo en el pasado, y qué valor tiene en la actualidad?
A partir del siglo XV los artistas del Renacimiento recuperan la cultura clásica griega y romana, los pintores empiezan a incorporar ruinas en sus obras. Esta tradición evoluciona llegando a su punto más alto en el Romanticismo donde encontramos muchos pintores especializados en paisajes con ruinas en toda Europa. Los jóvenes de las clases altas del norte de Europa empiezan a viajar hacia el sur, Italia y Grecia, en busca de esa cultura clásica atraídos por los recientes descubrimientos arqueológicos de Pompeya y Herculano, viaje iniciático conocido como el “Grand Tour”, que provocará una alta demanda de representaciones de esas ruinas. Estos jóvenes adinerados empiezan a construir, a la vuelta de su viaje, jardines paisajistas en sus mansiones donde incorporan construcciones que representan el mundo clásico que han conocido, atesorando colecciones de pintura, escultura y restos arqueológicos comprados en sus viajes.
La ruina representa nuestro pasado, nos hace conscientes de nuestra fragilidad, nuestra fugacidad, el paso del tiempo. Provocan una fascinación nostálgica por construcciones debidas al ingenio humano y a la vez un sentimiento trágico por la potencia destructora de la naturaleza y el tiempo. Como nos dice Marc Augé “nos sitúan en un tiempo puro, sin fecha pero con memoria”. Creo que el atractivo que provocan las ruinas sigue activo en la actualidad. Miles de turistas siguen viajando para conocer yacimientos arqueológicos y entre los museos más visitados del mundo están aquellos que nos muestran los restos del pasado. Las grandes potencias han expoliado lugares arqueológicos de gran valor aprovechándose de la incultura de pueblos humildes y la avaricia de las autoridades locales, creando colecciones de dudosa procedencia.
¿Cómo surgió la idea de poner en marcha el presente proyecto, basado en la falsa ruina?
Este proyecto surgió de una manera casual. Trabajando en mi anterior serie “Transcurso” localicé en un jardín abandonado una ruina que me llamó mucho la atención porque alguien había construido una estructura metálica a su alrededor para mantenerla en pie, cuando en realidad no tenía ningún valor ni histórico ni artístico, era una falsa ruina. Empecé a investigar sobre este tipo de construcciones hasta que descubrí el concepto “folly o folie”, caprichos arquitectónicos que se ponen de moda en los jardines de la alta sociedad europea en el Romanticismo, representando falsas ruinas en los jardines paisajistas ingleses. El paso del tiempo diluye la fina línea que separa la ruina falsa de la auténtica, haciéndonos dudar entre original y copia. A partir de este descubrimiento empecé una línea de investigación sobre la representación de la ruina a través de la historia del arte y a localizar por toda Europa este tipo de construcciones, que llegan hasta nuestros días. Actualmente siguen existiendo empresas que construyen ruinas a medida por catálogo, según nuestras necesidades, lo que me parece fascinante.
¿Qué mensaje o ideas quieres transmitir al público con el presente proyecto?
El proyecto se llama “Memorabilia, la memoria inventada”, creo que en título está condensado mi mensaje. Partiendo de la frase de Kapuscinski “El pasado no existe, sólo existen sus infinitas representaciones”, me interesa cuestionar cómo se construyen narrativas basadas en hechos que suponemos verdaderos, que crean una ficción a la que llamamos historia. Al igual que la fotografía, la falsa ruina es una recreación de una supuesta construcción auténtica, veraz, pero no es más que una invención intencionada. Cada vez somos más fácilmente manipulables, nos dejamos engañar con mucha facilidad, caemos constantemente en la credibilidad de noticias falsas, de imágenes manipuladas. Me pregunto si estamos perdiendo la capacidad de reflexionar sobre lo que vemos, lo que leemos, lo que escuchamos. Tendemos a la simplicidad del mensaje, a lo breve y superficial. Deberíamos cuestionarlo todo, empezando por nosotros mismos. ¿Es real lo que vemos? ¿La historia sucedió tal y como nos la han contado?
Háblanos de la inspiración. ¿Dónde la encuentras? ¿Quiénes son tus referentes?
La inspiración se encuentra trabajando, ya lo decía Picasso. Intento leer todo lo que puedo, los libros son una gran fuente de inspiración. Ensayo, filosofía, poesía. Me atrae mucho la pintura clásica, es una fuente inagotable, y por supuesto la fotografía. Una parte muy importante de mi trabajo, lo que no se ve, es la investigación previa que desemboca en la búsqueda de imágenes que la representen y construyan un discurso. No me canso de ver el trabajo fotográfico tanto de los pioneros como autores contemporáneos. Como referentes citaría el imprescindible catálogo de la exposición “New Topographics”, un antes y un después en la fotografía, y dos fotógrafas actuales a las que admiro profundamente, la coreana Jungjin Lee y la alemana Ursula Schulz-Dornburg. En España tenemos un momento increíble con muchísimos jóvenes autores que vienen pisando fuerte y que deberían tener más apoyo institucional para poder mostrar y difundir su trabajo.
Vivimos un momento de cambio, también climático, con fenómenos extremos en distintas regiones del planeta. Por este motivo, muchos lugares, ya sean naturales o entornos urbanos, se han convertido en lugares frágiles que pueden desaparecer o verse dañados en las próximas décadas. En este sentido, la fotografía ha cumplido y cumple una función de memoria histórica. ¿Qué piensas sobre este asunto? ¿Qué valor añadido puede aportar la fotografía de aquí en adelante y en relación a esta problemática?
La fotografía está jugando un papel fundamental en la concienciación de las desastrosas consecuencias que conlleva el cambio climático. Muchos artistas están trabajando en esta dirección y creo que hay una conciencia colectiva cada vez más enraizada de la fragilidad de la especie humana frente a la fuerza de la naturaleza que se está defendiendo de la brutal agresión a la que la estamos sometiendo. Si no somos capaces de actuar rápidos, si nuestros dirigentes son incapaces de cambiar nuestros modelos productivos y económicos, estamos abocados a la desaparición como especie, acabaremos extinguiéndonos.
¿A qué lugar o lugares tienes pendiente o te gustaría viajar?
Tengo una larga lista de sitios pendientes de visitar, por desgracia llevo bastante tiempo sin poder viajar, sobre todo fuera de España, debido a las circunstancias que todos conocemos y que espero que pronto se relajen y pueda retomar este proyecto que está de momento parado. Estoy aprovechando este paréntesis para seguir investigando y leyendo, pensando en futuros proyectos a desarrollar. En España tenemos muchísimas ruinas abandonadas, un increíble patrimonio cultural que se está desmoronando y perdiendo, ante la inacción de las administraciones que se pasan la pelota unas a otras pero que nadie hace nada por recuperar. Afortunadamente hay mucha gente concienciada, cada vez más, y surgen grupos de personas que reivindican localmente la recuperación de esos espacios y presionan a sus políticos para que actúen.
Si hubieras estado allí, con una cámara bajo el brazo, ¿qué edificio del pasado te habría gustado fotografiar en todo su esplendor?
Me hubiera encantado conocer Oráculo de Delfos en su máximo esplendor y poder consultarle sobre nuestro futuro como especie. Me atrae mucho la cultura clásica griega y esa mezcla de arte y filosofía que fueron capaces de crear y que tanto sigue influyéndonos miles de años después. Pensamos que los templos y esculturas de las que conocemos solo sus restos, sus ruinas, fueron así cuando se crearon, pero nada más lejos de la realidad, ya que con el paso del tiempo han perdido la pintura que las recubría y mostraba en su máximo esplendor. Me parece increíble la gran influencia de la cultura griega, que sigue inspirando la construcción de edificios de poder, tanto político como judicial, religioso y cultural en todo el mundo, que reproducen el esquema de los templos clásicos griegos como el Partenón, desde el Congreso de Diputados en Madrid a la Casa Blanca en Washington o el Vaticano de Roma, como representaciones de la poderosa cultura occidental.
Jose Quintanilla
MEMORABILIA. La memoria inventada
PhotoESPAÑA
Jose Quintanilla. MEMORABILIA. La memoria inventada