‘Los extraños’, de Jon Bilbao
Los extraños
Jon Bilbao
Impedimenta
Madrid, 2021
136 páginas
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
El pulpo en el garaje, el extraño que interrumpe una vida acomodada, sigue siendo un recurso que da lugar a comedias de situación, como en las series Alf o El príncipe de Bel Air, o a relatos terroríficos en los que hasta puede desaparecer el extraño, como en Casa tomada. Jon Bilbao (Ribadesella, 1972) refresca el recurso con la participación de parejas: son dos quienes habitan la casa, dos quienes ocupan parte de ella y condicionan los sucesos, dos quienes se asoman para pregonar la arribada de extraterrestres o de dioses, y dos los perros cuya presencia intimida. Todo en un entorno conocidísimo para el autor, Ribadesella, que en ocasiones es ideal para unas vacaciones, y en otros una opción para el aburrimiento. Así dispuesto, algo hay de obra de teatro en la configuración de una novela breve, sencilla e imaginativa.
La pareja acomodada vive en una situación abúlica, en la que ni siquiera el cine porno les sirve de estímulo. Trabajan en sus mesas, comen cualquier cosa, ella está embarazada y tienen a su disposición una mujer que les ayuda con las tareas de la casa. La pareja que interrumpe está formada por el hijo de un conocido y una desconocida, supuesta secretaria de un amigo que vigila la torpe entrega a una vida supuestamente disoluta del muchacho. En realidad, se comportan como amantes que se ocultan hasta a sí mismos. Luego están los visionarios, quienes creen ver en unas extrañas luces la llegada de extraterrestres y el anuncio del nuevo Mesías, que son contrapunto utópico, si es que la locura puede ser utopía. Se trata de una suerte de intrusos ocasionales, de los que llaman a las puertas para hacer proselitismo. En cuanto a los perros, se transforman en las figuras de disputa y la posibilidad de terror, ante el miedo casi fóbico de la mujer embarazada y el forcejeo de los intrusos por mantenerlos sueltos, a pesar de las súplicas de la mujer.
La obra está atravesada por elementos cuyo simbolismo no es necesario explicar: las luces en el cielo, la locura, la serpiente, la pornografía, el embarazo y la rutina. Aunque bien pudiera tratarse de una obra que intente provocarnos inquietud por las atracciones que nos llevan, precisamente, a alejarnos de la rutina como las polillas se alejan de la oscuridad buscando la luz. Y en este caso, será en el halo de luz donde no aguarden monstruos de un tamaño más o menos caótico.