Majareta: un bálsamo gráfico en un mar de incertidumbre e ignorancia.

Portada de la obra.

Somos seres sociales. Lo somos para enfrentarnos a la incertidumbre que la realidad provoca. La normalidad en la que supuestamente vivimos es una frágil construcción social para encarar esa incertidumbre. Porque nunca sabemos al cien por cien si tu compañero te está engañando, o si mañana enfermaremos. La sociedad es el dispositivo con el que se conjura la inseguridad. De este modo, nuestro sentido común educado con la socialización nos define la normalidad, y así nos creemos las promesas de amor eterno de nuestra pareja y, al mismo tiempo, no dudamos de nuestra salud. Pero la inseguridad real se impone, la normalidad se rompe y lo supuestamente improbable acontece: el amor de nuestra vida nos deja, o enfermamos. En el caso de las enfermedades mentales la incertidumbre es aún mayor, porque, por un lado, ignoramos realmente su causa; y además, el estigma asociado a ella incrementa exponencialmente la incertidumbre.

Ellen Forney nos ofrece un retrato gráfico de cómo sobrevivir ante la incertidumbre de la enfermedad mental. Ellen, en su novela gráfica, presenta una descripción autobiográfica de cómo vivió su diagnóstico de enfermedad bipolar, luchando por seguir con su carrera de artista gráfica y sobrevivir para poder contarlo. Algo difícil. Más si tenemos en cuenta que Ellen lo hace sin caer en tópicos. Hay tres páginas que resumen perfectamente su viaje vital y lo que éste nos aporta como lectores. Tres imágenes gráficas que debemos tener presentes para conjurar la incertidumbre, siempre acechante, de un diagnóstico. No podemos olvidar que un 25% de cualquier población tendrá a lo largo de su vida algún contacto con este tipo de dolencias.

La primera página que señalamos está en el capítulo 2 (p.19). La historia de Ellen comienza en una tienda de tatuajes. Ellen relata cómo ha sido el diseño que le tatúan mientras esperamos viendo cómo se lo hacen. Su estado mental es frenético, estableciendo conexiones entre sus experiencias, sus decisiones vitales, teorías diversas y lo que le están grabando en su espalda. Saltamos después al momento en el que acude por primera vez a su psiquiatra. En un formato que se repite a lo largo de toda la historia, se presenta una viñeta en la que podemos ver dos mujeres (Ellen y su psiquiatra, Karen) hablando cara a cara de igual a igual sentadas en dos sillas. Ellen recibe la etiqueta diagnóstica: Trastorno bipolar I 296.4. En la página 19 vemos la cara de Ellen: seria en primer plano, con una etiqueta diagnóstica (similar a las de las fotos de detención en las películas) y el código del DSM IV (manual de diagnóstico psiquiátrico). Al mismo tiempo, describiendo su miedo, vemos, en letras grandes, sobre un fondo negro la afirmación: “Estás loca” (p.20). En estas dos páginas contrapuestas tenemos con simplicidad, ironía y gracia, la experiencia de recibir por primera vez un diagnóstico de una enfermedad mental grave: miedo, rechazo, sorpresa, alivio, sensación de vértigo, curiosidad, incertidumbre… todo en una misma representación visual.

Página interior.

Una segunda página representa los diferentes tipos de trastornos del humor, entre los que se encuentra su Trastorno Bipolar I. En la página 59 del capítulo 3 vemos desarrollarse un episodio de manía mientras Ellen organiza una fiesta para la presentación de una publicación: en la imagen vemos una noria con un caballito que sube y baja. Cuando el caballito está con Ellen arriba, o subiendo, son los episodios de manía (estado agitado) o hipomanía (estado leve de excitación). Cuando el caballito baja o está abajo,  es la depresión leve o grave. Los estados intermedios describen los otros tipos de trastornos del humor. La imagen es muy acertada por una doble razón. Por un lado, vemos algo que cuando no has experimentado este tipo de trastornos (en primera persona o viviéndolo de cerca) no es fácil entender: el carácter inevitable, como el girar de la noria, con el que acontecen los episodios. Porque lo difícil de aceptar y comprender es ese carácter inevitable, pues tendemos a pensar por socialización que tenemos control sobre nuestras emociones. Pero es también una representación acertada porque en la noria vital que Ellen describe en el capítulo se nos va anunciando narrativamente su inevitable caída. Porque después de cada episodio de Manía, donde Ellen se siente llena de creatividad, energía y vida, viene una bajada, y la inevitable depresión: con Ellen debajo de una manta, sola en una habitación vacía. Esta inevitabilidad es lo característico del trastorno bipolar. Un horror para los que lo viven, pues sienten y quieren sentirse bien (algo que identifican con los episodios de manía) pero pronto aprenden que, tras ese periodo de manía, caen en depresión. Ellen nos guía en la narrativa visual de su novela gráfica a esa inevitabilidad y su aceptación. Quizás la parte más dura y difícil de esta dolencia. Algo para lo que la socialización no nos prepara.

Avanzando en el libro Ellen nos conduce a una doble lucha: por un lado, la lucha por la estabilidad vital con el diagnóstico y una medicación adecuada. Por otro lado, la batalla para poder mantener su creatividad como artista gráfica. Su obra nos acerca a esta doble guerra, describiendo el proceso de prueba y error con las medicaciones estabilizadoras del estado de ánimo a lo largo de 4 años, y su disputa por saber cómo proceder para poder seguir creando.

La tercera página seleccionada (p.229) nos dibuja los componentes del plan de tratamiento al Ellen ha llegado tras esos 4 años. Un plan que incluye: psiquiatra, yoga, terapia, medicinas, amigos, familia, analíticas, dieta, deporte, control con diario, tablas de sueño y de humor. Ellen ha llegado a un equilibrio con su enfermedad, con su vida y con su creatividad. En su investigación sobre la creatividad y la locura ha descubierto que puede crear sin dejarse llevar por la noria de sus cambios emocionales. Nos ha descrito cómo su tendencia a negarse a usar ciertas medicinas, o a dejar de fumar maría, eran parte de un proceso que, dada la inevitabilidad de los cambios emocionales que ha aprendido a comprender al narrarlos, le llevaba a perderse en la locura y a perder su creatividad gráfica. Ellen llega a un compromiso consigo misma donde, con su plan de tratamiento, puede vivir en equilibrio y seguir creando. La mejor prueba es la propia novela gráfica de la que venimos hablando. Un bálsamo en un mar de incertidumbre.

 

Por Manuel Torres Cubeiro.

 

Título: Majareta | Autora: Ellen Forney | Editorial: La Cúpula | Rústica con solapas | 260 páginas.

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