La Gardner no convence
Por Gaspar Jover Polo
Casi todos los artículos que escribimos y mandamos a la revista Culturamas suelen resultar elogiosos con respecto a las obras artísticas a las que hacemos referencia, ya se trate de libros, de películas o de actuaciones teatrales y musicales. Hoy me he propuesto, por el contrario, poner un pero a una película, concentrarme en un aspecto que me llama la atención en el sentido negativo, que me parece con claridad un defecto. La película a la que me refiero lleva por título La noche de la iguana, y, a pesar del defecto, está considerada por la mayor parte de la crítica como una obra de gran calidad, como otra gran película del prestigioso director estadounidense John Huston.
Este artículo se titula “La Gardner no convence”, y esto es así porque me parece que el papel que interpreta una de las dos actrices protagonistas del film no resulta del todo verosímil, y creo que, además, esta puede ser la razón por la que parte de la crítica se muestra reticente a conceder a La noche de la iguana el grado de obra maestra. Puede que el hecho de que esta película no alcance una valoración del todo positiva se deba a que desentona el personaje de la dueña de hotel que interpreta Ava Gardner. Este papel queda bastante por debajo de los otros dos personajes protagonistas, el del cura alcohólico y el de la pintora vagabunda, interpretados por un magnífico Richard Burton y por una brillante, o tal vez debería escribir brillantísima, Deborah Kerr. Tengo que reconocer que Richard Burton no es un actor que me entusiasme, pero aquí realiza una interpretación singular que se aleja bastante de los papales de hombre hombre que tanta fama le han proporcionado –el de Marco Antonio en la famosa película Cleopatra, por poner un ejemplo–. En La noche de la iguana, Burton da vida a un ser igual de atormentado que en otras muchas películas suyas, pero este personaje del clérigo extremadamente nervioso y de moral quebradiza resulta más humano y complejo, más verosímil y rico en matices. También los papeles secundarios, el de la intrigante “lolita” o el de la profesora amargada y tiránica, resultan convincentes y aportan cosas de interés, por lo que cabe concluir que solamente el personaje de la dueña del hotel, el que le tocó encarnar a Ava Gardner, queda por debajo. Esta mujer madura aunque todavía bella resulta inverosímil en comparación porque no va más allá del tópico de la mujer fuerte en apariencia pero muy sensible y frágil en realidad, de la mujer que se muestra fuerte porque, precisamente, quiere ocultar lo frágil y tierna que es en el fondo.
Puede que el problema no esté en la interpretación, sino que habrá que atribuir la culpa al guionista tal vez, o al autor de la obra de teatro en la que se basa el guionista y que también intervino en el rodaje, a quien haya diseñado este personaje de mujer sumamente atractiva pero ya al borde de la pérdida de sus encantos. Puede que Ava no tenga la culpa, pero el caso es que desentona bastante en comparación con el resto del elenco actoral. La noto como desubicada, como si no terminara de encontrar su sitio. Es una lástima este papel porque, como consecuencia, tampoco resulta verosímil la relación amorosa que la mujer madura encarnada por Ava mantiene con el exsacerdote interpretado por Richard, la relación que se consuma ya al final, en las últimas y definitivas secuencias, de un modo bastante forzado y de una forma un tanto precipitada. Es un hecho evidente, creo, que los diálogos entre Ava y Richard resultan superficiales en comparación con la intensidad que alcanzan los cara a cara entre Deborah y Richard.
A parte de esto, lo más importante es, como siempre, que el presente artículo sirva para llamar la atención de los posibles espectadores sobre La noche de la iguana y que los anime a ver esta película, que les despierte la curiosidad por verla y descubrir sus indudables aciertos, o, en el caso de que ya la han visto, que los empuje a revisarla. Y luego ya me dirán si tengo razón o no en ponerle esta pega.
A mi entender de lo mejorcito de la película es el baño de Ava Gardner con tres jovencitos. Lo más osado de una muy oscura trama, obra menor de T. Williams, a la que el gran John Huston no le saca buen partido. Deborah Kerr, estupenda, sin duda. Pero Burton resulta cansino… Sobre Ava y la retorcida sexualidad del cura hay que tener en cuenta que era demasiado fuerte para el cine de 1964. Y del repertorio teatral de TW fue de las que menos éxito tuvo.
Gracias por el comentario.