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«Los feroces años 20», de Tirso Priscilo Vallecillos

Fotografía: Alicia Juan Lobato

Por Pablo A. García Malmierca.

La ferocidad de los cuerpos.

Los feroces años 20 (Huerga & Fierro editores, 2021), último libro de poemas de Tirso Priscilo Vallecillos, aparece adscrito desde la misma portada a la denominada poesía social y a su epicentro peninsular, «Voces del Extremo», ya que el prólogo está firmado por Antonio Orihuela, y su escrito navega en esta línea de manera clara y diáfana. Sin embargo, una lectura más profunda del libro nos abre el texto hacia otros territorios más prolíficos e interesantes.

En primer lugar, pensar en Tirso es pensar en la poesía performativa. Esta característica, a mi juicio, se ve reflejada en este texto. El origen de lo performativo hay que buscarlo en Austin que ya en el año 1955 hablaba de enunciado lingüístico que es constitutivo de la realidad y que tiene, a su vez, la capacidad de crear realidad. Posteriormente, Judith Butler, en 1998, cambia el foco de lo performativo del acto de habla a las acciones corporales, además añadía que la potencia de los actos performativos radica en el hecho de que generan identidad. Sobre esta idea sobre performatividad y otras, véase El tiempo es lo único que tenemos, editado por Caja Negra.

El primer paso en lo performativo sería implicar al lector-espectador en el proceso de enunciación. Encontramos continuamente un uso del nosotros y el vosotros que implica directamente al lector-espectador en el proceso de enunciación: “No sé si se han dado cuenta / se cuela entre nosotros / no queremos escucharlos”. O la apelación directa: “(¿puedo decir putos?)”. Tras la implicación viene el siguiente paso que busca cambiar la realidad, crear realidad:

Pero si prestas un poco de atención
si pruebas a entender lo que quiero contarte
si confías en ti tanto como yo lo hago
descubrirás que, solo con este poema
acabamos de cambiar el mundo.

El segundo paso de lo performativo tiene más que ver con la corporalidad como concepto histórico, lugar donde los discursos dominantes producen categorías y también divisiones entre categorías. La corporalidad está expuesta y sujeta a la época en la que se construye, pero también trae consigo la posibilidad de contestar a su propio contexto (ideas tomadas de El tiempo es lo que tenemos). Este punto se abre de forma explícita en la poética de Tirso Priscilo, pues encontramos abundantes ejemplos de cómo la performatividad de su discurso poético actúa sobre el cuerpo creando nuevas identidades que ponen en quiebra el discurso establecido. El poema “Piel de estropajo” es prácticamente una acción performativa explicitada en forma de poema:

Paralizado,
noto que mi piel se ha convertido
en la parte más rugosa del estropajo:
casi me he alegrado un poco
al comprobar que todavía siento.

En segundo lugar, lo performativo conlleva una experimentación con el tiempo, el tiempo de los cuerpos, el tiempo compartido. El tiempo como materia, como posibilidad, como límite y también como potencialidad de acción (ideas tomadas de El tiempo es lo que tenemos). El primer poema se abre con el yo lírico actuando como vocero de los tiempos que nos ha tocado vivir, que son sobre los que quiere actuar. “Los feroces años veinte acaban de llegar”. Junto a esta temporalidad presente que aparece en todo el libro de poemas, tal y como hemos podido ver en los ejemplos anteriores, están abundantes verbos de acción: abrir, sonreír, grita, llorar… Que cruzan todo el libro en busca de una acción que nos cambie, que cambie nuestra percepción del mundo y nuestros cuerpos.

Lo performativo ha tenido una larga relación con el teatro y la oralidad. Los poemas que constituyen este libro abundan en recursos propios de la poesía oral que favorecen su memorización y posterior recitación. Desde el uso de repeticiones y paralelismos: “Con frases de fresas fractales / con frases de fresas fractales / con frases de fresas fractales” ; el poema completo “Caperucita roja” basado en paralelismos. Uso del estribillo: “En otra fórmula, en otra canción”. Además, encontramos recursos directos del teatro, como en el poema “Magia Borrás” donde se explicita “(Aplausos)”. O el uso de coloquialismos y frases hechas propios del lenguaje oral: “porque está más que demostrado”; “para lo bueno y para lo malo”; o el uso del conector “pues eso”.

Así lo performativo actúa sobre el presente o lo cotidiano para intentar cambiarlo desde la acción del cuerpo, actuar sobre el receptor-lector desde el emisor-actor; provocando un cambio real como vemos en el “Noticiario”, donde se produce una inversión del discurso, todas las noticias son positivas, el discurso performativo ha conseguido cambiar un discurso cargado de connotaciones negativas como es el de las noticias. Es sintomático que este poema cierre el libro de poemas.

Otro rasgo destacable en el texto es la mixtura de discursos. Desde un plano relacionado con las tipologías textuales llama poderosamente la atención la apropiación por parte de Tirso de distintos tipos de texto y su adaptación al plano poético. Así, en “El fin del mundo nos pillará callados” o “Noticiario” se hace uso de la notica. “Discurso de certamen de belleza” está muy próximo al artículo de opinión, utiliza una serie de argumentos y oscila entre el uso de la primera y la tercera persona. “Taxonomías” es un texto expositivo que trabaja desde la ironía sobre los niños que pasan hambre. “2020 Otra odisea del…” es una crónica novelada de cuarenta años de feminismo a través de los ojos de un niño. El texto teatral en “Magia Borrás” o la fábula en “Fábula del señor camello”.

Los feroces años 20 de Tirso Priscilo Vallecillos es un texto que, aparentemente, podríamos adscribir en la llamada poesía social, pero que va mucho más allá. Tirso desde lo performativo y actuando sobre una poética de lo cotidiano busca un cambio, que en primer lugar actúa sobre su propio cuerpo y sobre su propia identidad, para, en un paso subsiguiente, actuar sobre el lector-espectador y provocar un cambio en el mismo. Evidentemente, esta perspectiva aquí explicitada será más visible en el momento en que los poemas cobren vida en alguna de las performances a las que el autor nos tiene acostumbrados. Pero creo que los rasgos que aparecen en el libro son más que suficientes para hablar de poesía performativa.

Aldealengua, 4 de julio de 2021.

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