“La Marea del Tiempo”, de María Jesús Mingot
Por Lourdes Martín.
Uno de los conceptos que más nos cuesta definir es el de “Tiempo”. Si nos preguntan, diremos que por supuesto sabemos lo que es, pero si nos piden que lo definamos, no es tan sencillo. Así de importante es en nuestras vidas el tiempo. De él Antonio Machado escribía: “Demos tiempo al tiempo: para que el vaso rebose hay que llenarlo primero”. Por eso, partiendo de esa premisa, la poeta y filósofa María Jesús Mingot lo ha convertido en el hilo conductor de sus reflexiones vitales.
En el título, La Marea del tiempo, ya hay una pista importante de lo que nos vamos a encontrar. En su recorrido vital, los elementos de la naturaleza como agua, luz, tierra, aire, etc., tienen una importancia capital. Aparecen, a menudo, en bellísimas metáforas, y son los símbolos la guía de sus momentos de asombro, de su comunión con el entorno, con los otros y consigo misma. Esa marea que avanza y retrocede, esa “Agua” irá dejando en la orilla poemas que revelan unas veces tristeza, añoranza y dolor por las pérdidas, y otras, alegría, contemplación plena, gozo amoroso y erótico, y en definitiva, felicidad. Siempre, según mi manera de sentir, desde una posición ontológica fruto de su incesante curiosidad, de su deseo de conocimiento, de su profunda entrega y apertura al otro.
El poemario está dividido en dos partes. En la primera, “PAISAJES”, aparecen una serie de poemas de nuevo muy simbólicos -ya en el título-; por ejemplo, hay tres titulados “FE”, “ESPERANZA”, “CARIDAD”, que, como sabemos, son las virtudes teologales del cristianismo. El simbolismo y la espiritualidad sagrada aparecen identificados en los versos que siguen, en ese pan que tanta importancia tiene en nuestra cultura.
En este primer capítulo la autora dedica varios poemas a los paisajes de Islandia y Noruega, dos países que causaron un fuerte impacto en ella. De nuevo, la naturaleza y esa relación que la poeta tiene con el agua están muy presentes. En esa búsqueda de trascendencia, el diálogo constante con la tierra, los árboles, las piedras, el viento, los ríos, etc., es tan relevante como su relación con los seres humanos. Es una comunión íntima que queda fijada a través del tiempo, con diálogos silenciosos, sensaciones que parecen retroalimentarse entre las fuerzas del cosmos, y súbitos y privilegiados instantes de iluminación o revelación acontecida en el seno de la propia cotidianeidad. Una amistad de minutos y agua, que me ha recordado aquellos versos de García Lorca que decían: “¡Ay aguja de hiel, camelia hundida! ¡Ay corriente sin mar, ciudad sin muro! ¡Ay noche inmensa de perfil seguro, montaña celestial de angustia erguida! (…) ¡Apiádate de mí, rompe mi duelo! ¡Que soy amor, que soy naturaleza!”.
El AGUA, omnipresente tanto como el TIEMPO, adquiere en estos poemas un sentido casi demiúrgico. Cincela la tierra y ordena la fertilidad, unos poderes suprahumanos a los que pregunta e interroga la autora, consciente de que las certezas pocas veces aparecen y lo esencial es el viaje. En este sentido también se dirige a Dios para hacerle partícipe de sus anhelos y silencios, de su búsqueda sin respuesta, de su sed de lo innombrado e inefable. Así, el poema “Padrenuestro”: “UNA VIDA invocándote / sin tener más respuesta que mi sed”.
En la segunda parte del poemario, “DONDE ROMPE LA OLA”, el tema de la muerte pasa a primer plano, se poetiza sobre la muerte propia, sobre nuestra finitud y mortalidad, pero también sobre la muerte cruelmente anticipada del otro. En este sentido, la temática se torna socialmente comprometida dando voz al drama de los refugiados, de las mujeres, de la cosificación animal, de la doliente humanidad. Hay una mirada comprometida, comprometida con su tiempo, feminista, que habla del recorte de las libertades y del dolor que provoca. En su poema BURKA, la descripción de esa oscuridad a la que están condenadas muchas mujeres es desgarradora, dibuja esa prisión sin sol, sin aire, de un modo lacerante; aquí la poeta lamenta y denuncia con imágenes depuradas y sobrecogedoras: “Que ni siquiera el sol bañe su rostro, / que el aire no la toque, / que baje la mirada como señal de impura sumisión”.
O en ese otro poema, “CONSTERNACIÓN”, donde se hace eco de sucesos trágicos en la memoria colectiva reciente, cuando una negativa no es respetada y la barbarie sofoca la vida: “Es NO, y pagas con tu vida; / y es no, / y ha de venir envuelta en sangre tu palabra”.
Se diría que hay un lamento en la mujer poeta y observadora sutil de la realidad. El poemario ha pasado de lo particular a lo universal, a la desesperanza de este tiempo que le ha tocado vivir. El poema, “LA CASA HUNDIDA”, con el mar y el agua, de nuevo, como objeto poético, nos dice:
Ya no es azul el mar,
el agua está cubierta de cenizas,
de promesas quemadas,
escombros de la casa
que los hombres forjaron en sus sueños (…)
¿Dónde el puerto y el pan,
y la espera
brutalmente incumplida por la espalda?
Hay una honda tristeza por los niños, los desheredados, los invisibles, los que no importan a nadie. A través de sus acendradas imágenes y metáforas les otorga la palabra, como cuando describe el amamantar de una madre a su hijo en esta bellísima imagen, “su leche, lluvia clara para la flor naciente”, y todo se inunda de humanidad en sus páginas. El tiempo es más cruel con unos seres que con otros, pero muchos lo ignoramos o miramos para otro lado, no así María Jesús Mingot, que se construye, crece y camina con el otro. “La marea del Tiempo” exhorta a la fraternidad, a la vida, la reafirma, la quiere, por eso me ha recordado al Whitman más vitalista cuando nos dice que “la vida es desierto y oasis, nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia”. Sensibilidad y belleza, de principio a fin, en este magnífico libro que recomiendo.
Magnífica reseña de un magnífico libro.
Gracias, un placer.
Magnifica reflexión sobre La Marea del tiempo…. ese espectacular libro de poemas!!!
Gracias, Ana. Un conjunto de poemas de los que da gusto reseñar.
Un regalo para los sentidos..
Enhorabuena por esta gran reseña sobre el magnífico poemario “La marea del tiempo” de María Jesús Mingot, a quien también felicito.
Gracias, Isabel. Sin duda una magnífica simbiosis de sensibilidad y técnica, con la que conquistarnos.
Conocí a María Jesús hace muchos años , pero la he redescubierto recientemente .
Tanto ella como sus libros son puro corazón y sensibilidad…como se aprende leyendo su obra !!! Impresiona su manejo del lenguaje , es una verdadera artista escribiendo y sabe llegar al lector . Tiene toda mi admiración !
Maravilloso artículo,el poemario de María Jesús es maravilloso.
Gracias. Es un placer escribir sobre libros tan bien escritos.
Sensibilidad y habilidad técnica, trabajo reflexivo para habitar el verso y en beneficio de sus lectores.
Impaciente por leer el poemario de mi siempre amiga María, Jesús. Este último no podía ser menos, al contrario se crece cada vez más como una gran escritora que es. La reseña magnífica.
Gracias, Julia, efectivamente es un libro de poemas magnífico.
Preciosa reseña del poemario “La marea del tiempo”,un poemario admirable. Felicidades.
Gracias, Ildefonso, mérito de la poeta.