“Superstore”: un buen legado cómico
Por María Marín Jover.
Seguramente nunca volvamos a ver una serie como The Office. Jamás nuestros sentidos volverán a gozar de forma tan inocente lo políticamente incorrecto en el día a día laboral. Nunca se podrá hacer una serie cómica ambientada en el lugar de trabajo de los personajes que no nos recuerde a ella. Y eso ocurre con Superstore.
Las comparaciones son odiosas y es muy difícil salir airoso cuando The Office está en el historial, pero Superstore tiene lo suyo. Esta serie ambientada en un hipermercado de una cadena norteamericana es graciosa, entretenida y a ratos consigue lo que la oficina de Scranton.
De manera sobresaliente, lo que hace que disfrutes la serie es el perfil de los personajes. La mayoría de ellos están basados en diferentes arquetipos de la sociedad americana, pero con un giro impropio de la propia naturaleza del arquetipo: el encargado blanco y mayor pero extremadamente sensible, la madre adolescente luchadora pero un tanto bobalicona o el inmigrante indocumentado que mantiene un affaire con su superior. En ellos se basan las tramas de la serie y, como son hijos de su tiempo, se plantean cuestiones sociales de actualidad de las que son, en muchos casos, víctimas. Por tanto, encontramos en la serie asuntos interesantes que afectan a la clase media-baja norteamericana como son la mejora en las condiciones de trabajo o las dificultades para costearse un buen seguro sanitario.
Y este sería el escenario perfecto para plantear dichos temas desde un punto de vista cómico, sátiro y sin complejos, gracias a lo cual se alcanzaría, quizá, un mayor grado de reivindicación. Y, aunque la pretensión sea esa y a veces se consiga, no siempre es así. En muchos casos se percibe el peso social del sentir de la ofensa y el miedo a herir ciertas sensibilidades. Sin embargo, cuando esto sucede de forma espontánea y el humor prima por encima del miedo a ofender, Superstore consigue no solo hacerte reír, sino entablar esa complicidad con los personajes tan difícil de conseguir a veces.
A pesar de no hacernos sentir lo que sí consigue el humor absurdo, negro y, en muchos casos, bestia de The Office, es agradable ver una serie de humor que todavía plantea ciertas problemáticas sociales. En definitiva, me alegra ver como se ponen sobre la mesa valientemente cuestiones consideradas tabú para muchos o asuntos intocables en muchos ámbitos artísticos de hoy por miedo a herir sensibilidades y, por tanto, ser cancelados.
Una descripción muy completa del contenido que está serie quiere transmitir al telespectador.
Hacernos reflexionar sobre asuntos sociales desde el humor es un hábito al que no deberíamos renunciar. Y si además es entretenida….qué más podemos pedir.
Gracias María por compartir el análisis que haces de la serie.