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Al habla con Carmen Moreno, autora de ‘Mala sangre’

REDACCIÓN.

Waukegan, 1847. Jesse Delany es un chico normal, con una vida considerada normal en el Oeste del siglo XIX que recibe periódicamente palizas de su padre «para que se haga un hombre». Su hermano Frank cuida de él hasta que un día es asesinado. Desde entonces, Jesse se refugia en la lectura. Una lectura que le llega con cuentagotas hasta que el doctor Stevenson llega al pueblo y se convierte en algo así como el valedor de Jesse.  Carmen Moreno (Cádiz, 1974) se licenció en Filología Hispánica y en la actualidad dirige la editorial Cazador de ratas, actividad que compagina con la escritura.

  • Mala Sangre es una novela que transcurre en Waukegan, en el año 1847. ¿Por qué decidiste ubicarla en esa ciudad de Illinois y en esa época?

Waukegan es la mayor productora de concertinas del mundo. Buscaba un lugar en el que la violencia fuera algo normalizado, en el que la falta de ella fuera, a la vez, la falta de hombría. Esta novela podría haber transcurrido perfectamente en la Andalucía (menciono esta Comunidad Autónoma porque es la mía) en los mismos años, pero EEUU y su Antiguo Oeste, por lejanía, tenía un halo mucho más mítico.

  • El protagonista del libro, Jesse Delany, es un chico normal que a menudo recibe palizas de su padre, lo cual también se consideraba normal a finales del siglo XIX. Sin embargo, el trágico asesinato de su hermano hará que Jesse se refugie en la lectura. ¿Cómo ve su entorno, acostumbrado a la violencia, esas inquietudes sensibles?

Como por desgracia se sigue viendo en algunos ambientes que parece que vuelven, como una debilidad. Leer es de niñas, pero no aprender. Esa ha sido una máxima de la historia de la humanidad. Las niñas leen porque eso no es peligroso, siempre que sean historias en las que se resalte las bondades del matrimonio, del amor, de la sumisión de la mujer frente al hombre; los niños tienen que aprender cosas interesantes y eso no incluye la literatura ficcional. Hablamos de hace tan solo dos siglos.

Si nos trasladamos al momento actual, deberíamos preguntarnos: ¿qué es el pin parental sino una vuelta a intentar redirigir y programar a nuestros hijos e hijas en torno a lo mismo, un pensamiento único que no sea peligroso para el poder?

  • La muerte de Frank, el hermano del protagonista, no es ni mucho menos la única tragedia que ocurre. Pronto en Waukegan empiezan a suceder muertes y desapariciones inexplicables…

La normalidad es algo absolutamente circunstancial. Creemos tener establecidas unas pautas de vida, una rutina que nos salvará de todo, pero nada es menos incierto. Cualquier elemento, por pequeño que sea, cualquier aparición inesperada puede hacer que todo se tambalee a nuestro alrededor. Eso es lo que ocurre en Wukegan cuando llega el nuevo médico al pueblo, el doctor Stevenson.

¿Cómo definirías el terror que transmite tu novela Mala Sangre?

Me gusta el terror psicológico, ese al que juegan grandes del terror como Pilar Pedraza o Stephen King. Es el que creo que, de verdad, nos aterra porque «un susto» se nos pasa enseguida, pero el miedo que se nos mete en la cabeza es el que nos acompaña de verdad durante días.

  • ¿Podríamos definir Mala Sangre como una novela que mezcla el terror y el western?

Totalmente. Es exactamente lo que es. No es casual, es un homenaje a Salem´s Lot de Stephen King y a todas aquellas películas «del oeste» que vi de pequeña los sábados por la tarde.

  • ¿Te sirvieron como referencia algunas novelas del Oeste durante el proceso creativo de tu obra?

No leo libros del Oeste, al menos no el que yo reflejo. Mala sangre es un homenaje a John Wyne y a Cary Cooper y a Maureen O’Hara y a tantas actrices y actores que han llenado una página absolutamente imprescindible del cine de una época. También, obviamente a John Ford.

Una asignatura pendiente es leer algo de Marcial Lafuente, pero no sé si llegaré a aprobarla porque ahora estoy muy metida en descubrir la literatura escrita por mujeres.

  • Como escritora, has publicado numerosas obras, entre las que cabe citar el libro de relatos Tocando el cielo y los poemarios Plano Urbano, Más que morir e Irremediablemente. Deconstrucción. ¿En qué género te sientes más cómoda escribiendo y por qué motivo?

En los dos, aunque ahora mismo mi prioridad es la narrativa. Estoy finalizando un proyecto poético, pero es algo que tenía que hacer. Desde BSO no he vuelto a escribir poesía más que de manera circunstancial.

No me cansan los géneros, pero sí necesito probar cosas nuevas porque si no siento que me estanco.

  • Además de escribir, actualmente diriges la editorial Cazador de ratas. ¿Cómo compaginas ambas tareas?

Mal. Es como tener una amante que exige más y más de tu tiempo. Es muy cansado y, en demasiadas ocasiones muy desmoralizador el trabajo de editora. Sobre todo, cuando te das cuenta de que poca gente valora lo que haces.

Estoy en un momento en el que tengo que decidir si sigo adelante con Cazador, o me centro en mí. Aún no sé lo que haré. Obviamente, Cazador no ha llegado hasta aquí, tras seis años de lucha, para morir ahora, pero sí necesito levantar el pie del acelerador.

  • También eres profesora de creación literaria. ¿Crees que el escritor nace o se hace?

Hay gente que ha nacido con el don, pero el don sin trabajo no es nada. En cambio, hay otras personas que no lo tienen, pero son capaces de convertirse en grandísimos/as creadores/as a base de constancia. La literatura es solo eso, constancia. Que le pregunten a Elia Barceló o a alguna de las autoras de nuestro país que se lo han currado tanto.

  • ¿Has escrito durante la pandemia? Si es así, ¿nos puedes adelantar algo acerca de tu próxima obra?

Creo que durante la pandemia hubo, en general, una gran sequía creadora. La creación requiere libertad, tiempo libre, aburrimiento incluso. Tengo una hija de tres años, así que durante ese tiempo ni leí, ni escribí, ni hice panes o bizcochos. Me recuerdo haciendo bici estática a las seis de la mañana y el resto del día con mi familia, que también incluye dos perros.

Luego, las secuelas han sido brutales, y conozco a bastantes creadores/as que han sufrido un bloqueo sustancial. Yo he sido una de esas.

Pero, sí, ya hay una novela acabada y en proceso de revisión. Os puedo adelantar que el cine sigue presente y que es la obra de la que más orgullosa estoy, sinceramente. Han sido muchos años de leer sobre el tema, asumir, rumiar, visionar muchos documentales y, por fin, ya está medio lista.

Es mi gran pasión.

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