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Óscar Hernández Campano: «Los referentes LGTBIQ son imprescindibles en la literatura»

PILAR M. MANZANARES.

Oscar Hernández Campano es uno de los autores de literatura LGTBIQ más respetados por el colectivo tanto en España como en Latinoamerica. En su palmarés cuenta con un  Premio Odisea en 2002, el cual ganó por una de sus primeras novelas. El viaje de Marcos. Desde entonces no ha hecho más que crecer en la literatura y algunos críticos le han encumbrado al olimpo de los escritores.  Casi dos décadas después presenta Cincuenta años no son nada, de la editorial Egales. Una obra muy esperada y necesaria en la sociedad.

  • Vuelves a la literatura con Cincuenta años no son nada, la continuación de El viaje de Marcos ¿Por qué esta secuela?

Más que una secuela, estamos ante un reencuentro con los personajes y escenarios que conocimos en El viaje de Marcos. Dicho esto, añadiré que, aunque siempre afirmé que no escribiría una continuación de aquella historia, las personas cambiamos. También lo hizo el mundo en los veinticinco años transcurridos desde que escribí El viaje de Marcos, y no siempre para mejor. Llegó un momento en el que sentí que necesitaba regresar a Molinosviejos (el pequeño pueblo manchego donde transcurre la trama). Desde 1970, año en el que Marcos despierta al amor y a la sexualidad, hasta la actualidad, han pasado muchas cosas: la transición de la dictadura a la democracia, el matrimonio igualitario, el auge de la extrema derecha, las crisis económicas, humanitarias y sanitarias, el cuestionamiento de los derechos del colectivo LGTBI, … En cincuenta años ha pasado de todo y, sin embargo, los logros sociales y políticos podrían evaporarse al calor de las políticas reaccionarias. El colectivo LGTBI ha dado pasos de gigante desde Stonewall, pero incluso en el seno de la Unión Europea se nos empieza a perseguir. Además, y ya a nivel de los personajes, Marcos merecía que la historia de su vida adulta fuera contada. Había heridas abiertas y amores eternos que requerían una explicación.

  • ¿Qué vamos a encontrar igual que en El viaje de Marcos y que será diferente?

Vamos a encontrar los sentimientos y las emociones que hicieron de El viaje de Marcos una novela que, casi veinte años después de ganar el premio Odisea, sigue reeditándose y conquistando corazones. Ese amor, esa pureza sigue intacta en Cincuenta años no son nada. No obstante, como en la vida, las experiencias y el tiempo van añadiendo capas que conforman lo que somos. Con el paso del tiempo no dejamos de ser quienes fuimos, sino que a aquellas personas se les han añadido vivencias, lecturas, viajes, desengaños, experiencias que han dado, en definitiva, madurez a quienes somos ahora. Todo eso también está en Cincuenta años no son nada. Me refiero a la crítica social y política, a la relativización de las circunstancias, al compromiso con el entorno y, en especial, con aquellos más débiles. Es una novela tierna, dura, divertida, melancólica, valiente, comprometida y nostálgica. Va a enamorar a los lectores de El viaje de Marcos y a quienes conozcan esta historia por primera vez, ya que está concebida para poder leerse sin haber leído aquella novela que, de forma inesperada, se está convirtiendo en precuela de Cincuenta años no son nada.

  • ¿Te costó darle forma al libro o vino la inspiración sola?

La inspiración suele venirme de forma natural cuando me pongo a escribir. Llevaba tiempo madurando la idea de volver a visitar a Marcos. La última vez que lo vimos corría el verano de 1995 y él tenía 44 años. Había vuelto a Molinosviejos tras 25 años de ausencia y había descubierto algunas verdades que sacudieron su vida. La novela de su viaje terminaba así, aunque el epílogo que aparecía en algunas ediciones antiguas y en la reedición de la editorial Egales desde 2016, abría la puerta a que la fama de Alejandro Torres, convertido en poeta reconocido y estudiado durante el siglo XXI, fuera la clave para articular la trama central de Cincuenta años no son nada. No escribí aquel epílogo como trampolín para una continuación de la historia, sino para reivindicar la figura del enamorado de Marcos. Sin embargo, años después, aquellas páginas me dieron una pista crucial para retomar la historia.

Además, en lo que concierne a la realidad social, la actualidad es una fuente inagotable de inspiración. No tuve que estrujarme mucho la cabeza para imaginar la ultraderecha que gobierna Molinosviejos y el comportamiento de sus juventudes. Por desgracia, los telediarios nos ofrecen a menudo muestras de lo que el odio provoca: agresiones homófobas, racistas, xenófobas, tránsfobas… Cincuenta años no son nada tiene, por qué no, algo de manifiesto por los derechos humanos.

  • ¿Quienes se sentirán identificados con este libro?

Creo que la mayoría de las personas pueden sentirse identificadas con alguno de los personajes de la novela. He querido que el abanico de protagonistas fuera amplio y diverso. Cincuenta años no son nada es, sin duda, mi novela más coral. Para empezar encontramos gais, lesbianas y transexuales, además de heteros, claro. He querido, con toda humildad y cariño, ponerme en la piel de personas sobre las que no había escrito. Deseaba que estuvieran presentes porque forman parte del colectivo LGTBIQ y, por ende, de la sociedad plural y diversa que reivindico.

Hay también tres generaciones representadas: la de quienes vivieron la Transición y hoy frisan la llamada Tercera Edad, la de los nacidos con la democracia en pleno baby boom, y los millenials que han nacido con el siglo XXI. Los primeros lucharon por la libertad en los 70; los segundos se sumaron a ellos para lograr los derechos del colectivo LGTB en los 90; y los terceros, que deberían disfrutar de una vida plena con igualdad de derechos y sin amenazas, van a tener que arremangarse y defender el legado de las otras dos en pleno siglo XXI.

También se muestra la dicotomía campo-ciudad, como en otros escritos míos. Los paisajes bucólicos que tanto me gustan, esos campos machadianos, sin embargo, aparecen esta vez descritos tras el tamiz de la corrupción y la especulación inmobiliaria.

Y la violencia de género también está denunciada, así como la situación de los migrantes menores, víctimas de tantas injusticias. Sin olvidar la diversidad funcional, que se hace presente con uno de los personajes más divertidos del libro.

En conclusión, Cincuenta años no son nada es como la vida: diversa y variada.

  • ¿Cuál crees que es su mayor virtud?

La honestidad. Es una novela escrita poniendo el corazón en ello. Cuando los personajes ríen, es porque yo reía escribiendo; cuando lloran, yo lloraba; si rabian, rabiaba yo; si sufren o aman, sufría o sentía amor yo. Es mi manera de escribir. Por eso creo que quienes me leen se ríen, lloran, rabian, sufren o aman con los personajes, sienten lo que ellos sienten, viven lo que ellos viven.

  • Con El viaje de Marcos tuviste un gran éxito y llegó mucho a la gente ¿Qué esperas conseguir con Cincuenta años no son nada?

No espero nada en concreto. Me gustaría que la honestidad de la que hablaba antes alcance a los lectores, que les llegue la historia, que empaticen y reflexionen sobre lo que ocurre en sus páginas. A fin de cuentas, escribir es una forma de comunicarse. Es un diálogo en diferido que, gracias a las redes sociales, permite que la gente que me lee pueda continuar ese diálogo conmigo tras concluir la lectura.

Mentiría si dijera que me da igual lo lejos que llegue el libro. A nadie le gusta predicar en el desierto. Quisiera que Cincuenta años no son nada se leyera mucho y, sobre todo, durante mucho tiempo. Ojalá tenga la misma vida que El viaje de Marcos. Al fin y al cabo, son las dos mitades de una misma historia.

  • ¿Qué hay de ti en este libro?

Hay mucho de mí: mis inquietudes, mis preocupaciones, mis miedos, mis deseos, mis reivindicaciones, mis denuncias, mis anhelos, mis sueños… Todo lo escrito surge del autor y todo tiene algo que ver con su vida y circunstancias. Otra cosa es que los personajes o las tramas sean autobiográficas, que no es el caso. Pero muchas veces se van recogiendo retales de aquí y de allá para construir un personaje o un diálogo. Esa es la magia de la escritura.

  • ¿Cuál es tu personaje favorito?

En una novela tan coral como esta, esa es una pregunta muy complicada de responder. Todos y cada uno de ellos son importantes para mí, aunque siento una especial debilidad por Ariel, el novio del joven Marcos, que es el nieto homónimo del Marcos original. Ariel es el secundario de oro de esta novela. Representa la libertad, la espontaneidad, la ilusión. Además es un cinéfilo empedernido y siempre tiene un referente clásico a mano para cualquier circunstancia. Es un muchacho adorable que enamorará a los lectores.

En mis novelas siempre aparece un secundario de oro que reclama más protagonismo y que se me suele rebelar durante la escritura. Los dejo crecer y me divierte ver hasta dónde pueden llegar. A veces, incluso, he tenido que contenerlos porque crecían tanto que podían acabar apoderándose de la historia. Menos mal que los escritores somos todopoderosos en el pequeño universo de nuestras creaciones literarias.

  • ¿Y el pasaje que más te gustó escribir?

En esta novela tengo claro que hay varios pasajes especiales: uno es una pequeña fiesta privada que ocurre en la hospedería del abuelo Marcos y de la que no puedo decir nada más. Otras implican a los personajes de El viaje de Marcos que aparecen en Cincuenta años no son nada por la ternura y nostalgia que me produjo volver a encontrarlos. Y otro sería todo el último capítulo, por la importancia, la épica y la emotividad que viven esos personajes tanto a nivel individual como en grupo.

  • En cuanto a este libro ¿Crees que es necesario más referentes LGTBIQ en la literatura?

Los referentes LGTBIQ son imprescindibles en la literatura, en el cine, en el teatro, en la ciencia, en el deporte, en la televisión y en todas las expresiones artísticas y culturales. Lo son porque la sociedad tiene una parte de sus componentes que son lesbianas, gais, trans, etc. Y todo niño necesita verse reflejado y sentirse identificado con alguno de los personajes de una novela, de un film o con un deportista, cantante o artista. Todos sentimos la necesidad de saber que no somos únicos, aunque suene extraño en un mundo que alienta a serlo. Pero la unicidad a la que me refiero no se elige. Si se siente impuesta es una cárcel. Ese miedo a ser el único o la única que siente o desea de una forma determinada comporta una soledad claustrofóbica, por eso tendemos a juntarnos con nuestros semejantes desde la infancia. Ese compañerismo conjura la soledad y reafirma el amor propio. Por todo esto los referentes nos demuestran que no estamos solos, que existen otras personas como nosotros que sienten, desean y aman como nosotros. 

  • ¿Cómo ves la evolución de la literatura LGTBIQ y sus personajes durante estos años?

Creo que hemos concluido una primera y larga etapa en la que los personajes gais, lesbianas y trans vivían historias de autoconocimiento, autoaceptación y salida del armario, en general, con sus correspondientes dramas familiares, sociales y sentimentales. Es decir, novelas que tenían como eje central el hecho de asumir y explicar al entorno la diversidad sexual o de género del protagonista. Ahora estamos transitando una nueva etapa en la que a la consabida salida del armario, que es siempre un elemento narrativo con mucho gancho y que ya no tiene porque ser dramático, se le suman nuevos horizontes. Me explico: hoy se publican cada vez más novelas de diferentes géneros (histórico, fantástico, dramático, romántico, de aventuras, de ciencia ficción, noir, etc.) en las que el hecho homosexual o trans es solo una característica más del personaje y no marca el devenir de la narración.

En un futuro llegaremos, espero, a una sociedad en la que el contenido LGTBIQ sea tan normal y habitual que ni siquiera haga falta resaltarlo en la sinopsis. Aunque falta mucho para eso. Y de todos depende que ese ideal no se aleje más en el tiempo, ya que el cuestionamiento de nuestros derechos podría derivar en que estas historias acabaran prohibiéndose.

  • Grandes series vienen de buenos libros ¿Te gustaría ver adaptado El viaje de Marcos y Cincuenta años no son nada en televisión?

Ese es un sueño de miles de personas desde que se publicó El viaje de Marcos en 2002. Creo que la publicación de Cincuenta años no son nada permitiría hacer una serie que abarcara ese medio siglo y el arco vital de todos sus personajes. Podría ser una hermosa serie: valiente, emotiva, reivindicativa e importante para mucha gente. Ojalá. Me encantaría ver este sueño hecho realidad. Espero que alguna de las muchas plataformas de streaming que hay ahora y que apuestan por historias que emocionan, se anime a ello. Talento hay de sobra entre los y las profesionales del cine y la televisión.

  • Si fuera así ¿Qué actores escogerías?

Pues no creo que yo debiera elegirlos. Me gustaría sorprenderme. Sentarme a ver la serie o la película y disfrutar de esta historia. Solo pediría a quienes llevaran estas novelas al cine o a la televisión que fueran fieles a los libros y que pensaran en los lectores que llevan años esperando ver esta historia en la pantalla, grande o pequeña.

  • Aunque todavía estás de promoción con Cincuenta años no son nada ¿Estás trabajando en nuevos proyectos literarios?

Siempre tengo proyectos en marcha. El año 2022 será probablemente el de la publicación de una novela muy especial para mí, una historia diferente a lo que he escrito hasta ahora y protagonizada por mujeres. Más allá, ya se verá. Tengo dos novelas en mente, un libro de relatos terminado y muchos sueños deseando hacerse realidad.

Por ahora, me queda mucha promoción por delante porque Cincuenta años no son nada merece todo mi cariño y toda mi atención.

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