El sello DC Black Label recupera el solipsismo extremo de la mano de Grant Morrison

Portada del cómic Mata a tu novio
Portada del cómic Mata a tu novio

Morrison plantea una obra divertida y repleta de matices que logran que la narración pase de un trabajo superficial a uno vibrante.


El sello DC Black Label, que tantas alegrías nos está dando, ha incorporado recientemente la obra “Mata a tu novio” escrita por Grant Morrison e ilustrada por Philip Bond. La obra tiene un doble juego que la hace sumamente interesante en función de la lectura que cada uno quiera hacer.

Por un lado, podemos encontrar una obra juvenil, loca, extravagante y divertida. En ella una joven, cuya vida anodina la agobia hasta el extremo, decide darle un gran giro a su vida. Para ello se une emocionalmente a un joven socialmente problemático. Estamos, entonces, ante una reconversión de la conocida historia de Bonnie and Clyde. Si, bueno, la analogía no es descabellada, desde luego, pero cuando uno se acerca a la obra puede comprobar que la obra que estamos revisando aquí dista de aquella historia.

La distancia la encontramos en los elementos narrativos que conforman el magma de la historia. La pareja protagonista es una representación de algunos aspectos nietzscheanos de la obra, según los cuales la inexistencia de valores superiores convierte al ser humano en el regidor de sus acciones. Ahora bien, esta idea no implica la asunción de la destrucción que sí encontramos en Plauto algunos años antes de Cristo (aunque Hobbes la hizo famosa). Según este autor el ser humano es un lobo para la propia humanidad, de ahí que el mal será inherente a la humanidad.

Por otro lado, la obra contiene a un grupo de intelectuales con un marcado carácter schopenhaueriano. Según el pensamiento de este autor, el ser humano -sobre todo su acción- tiene un carácter despreciable e incluso podría decirse que banal. Por ello, este autor es partidario de la inacción, de la pasividad contemplativa y de la reducción de la voluntad humana. Posiblemente esta interpretación de este grupo de intelectuales es un tanto exagerada, puesto que ellos no optaron por tal contemplación. No obstante, el fundamento que presentan sí me parece propio del pensamiento de Schopenhauer.

Estos personajes sirven como contrapunto filosófico para contrastar más con el carácter en el que la voluntad ejerce un papel fundamental y la apuesta por la acción es permanente. Este es la opción de la pareja protagonista. Ahora bien, como ya hemos dicho, el nihilismo nietzscheano no es un absurdo o algo sin fundamento. Se puede no estar de acuerdo con él, por supuesto, pero resultaría arrogante ridiculizar al autor germano. En este sentido Nietzsche plantea que el nihilismo que el defiende tiene un carácter positivo ya que consiste, más o menos, en lo que actualmente denominamos empoderamiento.

Estamos entonces, ante una pareja que materializa el pensamiento de Kaspar Schmidt (cuyo pseudónimo es Max Stirner). Este autor comparte un sustrato idealista, como los autores anteriormente mencionados, pero se posiciona en lo que podríamos denominar como solipsismo egoísta. Es precisamente aquí donde situamos a los personajes principales de esta obra. Este autor promueve un individualismo exacerbado, según el cual cada uno actuará en función de su propio criterio.

En definitiva, estamos ante una obra sustentada sobre un interesante trasunto de sentidos contrapuestos. Morrison une a todo esto un discurso fragmentario, enormemente recurrente en sus trabajos, que le aportan un carácter más posmoderno, si cabe, a la obra. A su vez, el trabajo gráfico de Bond sencillo, efectista y colorista, con cierto aire retro, viste a esta obra de cierto aire clásico. Una nueva ruptura en el efectivo contrapunto discursivo de esta obra que ha recuperado la editorial ECC.

 

Por Juan R. Coca

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