De la prudencia al heroísmo

FCO. JAVIER CLAVERO CHAMPSAUR.

“Bajo la máscara de la temeridad se ocultan grandes temores”, Lucano. Poeta Romano S.I.

Por lo general se nos educa en el valor de la prudencia en muchos ámbitos de la vida, quizás demasiados, así nos volvemos personas cómodas que buscan desesperadamente un “lugar” seguro: La zona de confort. Arrastrando miedos que con los años cada vez nos pesan y lastran más.

Bueno es tener claro que toda valentía lleva aparejada una buena dosis de prudencia; no está demás ser precavido cuando se trata de comenzar una nueva aventura, entrar en acción o simplemente vienen mal dadas. De hecho desde casa y en los colegios debería alentarse al término valentía, para, eso sí, presidida por unos sólidos valores, amén de la prudencia para que todo ser humano viviente, al menos una vez en su vida, se tirara al ruedo de la vida a luchar por hacer realidad sus sueños… Y no, que tenemos a una gran parte de la sociedad idiotizada, pegada a los videojuegos versus Tv cosidos al sofá, verdaderos zombis que tienen un futuro más que gris, negro —en fin cada cual elige lo que hace con lo que le pasa, es decir, su destino—. No es cosa de seguir por esos derroteros, verdad.

Vayamos un paso más allá. Los que quieren ser valientes pero se saltan el asunto de los valores y prudencia, además del sentido común; estos sin duda, se convierten en temerarios, pues eso, sin sentido, sin coherencia, van a por todas, arrastrando con todo y sin estar preparados ni entrenados para lo que se les avecina. Estos tipos son peligrosos en esencia y muy pocas veces la suerte les acompaña. Por lo general si en alguna de sus “cabezonadas” dan en la tecla, se vuelven jactanciosos y mucho más peligrosos, y no precisamente como pollo sin cabeza, sino más bien como elefante encolerizado en una cacharrería.

No suelo dar recomendaciones y mucho menos consejos, sin embargo, yo personalmente, me encuentro tan incómodo cerca de un zombi como de un temerario estúpido… Y rizando el rizo, llegamos al personaje que más me gusta de los cuatro zombi, valiente y sin embargo prudente, temerario—. El Héroe.

O para ser más exactos el posible —que no cierto—. Describamos  a este valiente que ha decidido quemar las naves y en su mente está el convertirse en un héroe o quedarse en un loco temerario. Para ello debe desarrollar una valentía superlativa y esta se crea a partir e creer, confiar en uno mismo y sobre todo tener un Propósito en la vida mucho, muchísimo más grande que uno mismo, ese en el que no basta con ser valiente —hay que tirarse a la piscina, tirar de la anilla, saltar al vacío—.

Tener una sólida base de valores y principios inamovibles, de esos que se convierten en faro y asidero en las noches más oscuras. Qué cuáles son… Elígelos tú, no dejes que nadie lo haga por ti.

Y sí por supuesto, tiene que haber dosis de prudencia y más que precavido, anticipar situaciones y consecuencias antes de entrar en acción. Entonces y solo entonces uno puede llevar la temeridad al éxito y cuando así ocurre decimos de esa persona que es un héroe. De lo contrario si el fracaso lo acompaña lo tildamos de temerario. Todo héroe necesita además de valores, objetivos, mucha valentía, algo que muchos olvidan en sus aventuras… Formarse, prepararse, entrenar y practicar para tener el máximo control cuando es imposible tenerlo.

Ah y todos somos héroes, sí tal vez pequeños héroes, pero lo somos y en muchas ocasiones necesitamos serlo para sentirnos vivos. Y no es necesario salvar al gran mundo, cuando uno lucha y se juega la piel por su pequeño universo, también puede ser un héroe para los suyos… Hay algo mejor que esa sensación de ser útiles a los tuyos, me pregunto.

Este que os escribe:

F. Javier Clavero Champsaur

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