Soy David Attenborough. En el momento en el que escribo estas líneas tengo 94 años. He disfrutado de una vida extraordinaria. Pero solo ahora aprecio lo extraordinaria que ha sido.
Cuando era joven tenía la sensación de hallarme inmerso en espacios salvajes y de experimentar la realidad intacta del mundo natural, pero no era más que una ilusión. La tragedia de nuestro tiempo se ha venido produciendo a nuestro alrededor, en todas partes, de día en día, y sin que apenas hayamos acertado a percibirla: es la pérdida de los espacios salvajes de nuestro planeta, la drástica disminución
de su biodiversidad.
He sido testigo presencial de ese declive. El texto de Una vida en nuestro planeta responde a ese testimonio y contiene una visión para el futuro. En él refiero los vericuetos que nos han llevado a provocar esto, a cometer el mayor error de nuestra historia, y las vías que todavía pueden permitirnos, si actuamos de inmediato, enderezar el rumbo.
Tenemos la oportunidad de crear un hogar perfecto para los seres humanos y de restaurar los daños que hemos causado al maravilloso mundo que hemos heredado. Todo lo que se necesita es voluntad de realizarlo.
Compartimos el planeta con el mundo viviente, el más notable sistema de soporte vital que podamos imaginar y que se ha ido construyendo a lo largo de varios miles de millones de años. La estabilidad de la Tierra ha empezado a tambalearse en paralelo con el declive de su biodiversidad: ambos procesos están indisolublemente ligados. Por consiguiente, para devolver la estabilidad a nuestro planeta hemos de restaurar su biodiversidad, que es justamente el factor que nosotros hemos eliminado. Es la única forma de salir de esta crisis generada por nuestras propias acciones. Tenemos que devolver al mundo su condición salvaje.
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