El TeatroscopioEscena

Ángela Peirat ensaya «Baldosas amarillas», de Sandra Pedraz Decker

Por Horacio Otheguy Riveira

Ángela Peirat es Alba, un personaje protagónico de rara intensidad. Inmersión en registro fantástico en la fusión de ensueño y vida cotidiana a ras de una tierra hostil.

Una mujer, ocho personajes, una dinámica de teatro contemporáneo, diálogos breves, ágiles, con el ritmo encendido de una vida que parece escaparse momento a momento. Como señalara Luigi Pirandello, «Ser es hacerse el ser que se es en un viaje cargado de máscaras»; Baldosas amarillas corrobora la máxima y avanza con emociones teñidas de humor para sobrellevar el proceso, la creación de un camino propio.

Integrante de la Compañía PasoAzorín Teatro, Ángela Peirat lleva muchas temporadas interpretando diversas criaturas que van de género en género dentro de un amplio repertorio.

En la actualidad es la hija rebelde de Natalia Millán en El mensaje, de Ramón Paso, y compone varias chicas de cuidado en Sueños de un seductor, de Woody Allen. Hasta hace poco en torno a ella giraban las aventuras y desventuras de un grupo de amigas atentas a El móvil, de Ramón Paso. Ahora asume un papel que navega por el género tragicómico, marca de la casa, pero con una fantástica vuelta de tuerca que entra en el terreno poético de lo inclasificable en manos de su autora, Sandra Pedraz Decker, una escritora que deambula por temas dolorosos con la sonrisa de una funambulista: arriesgada y valiente para llevar a sus personajes por Baldosas amarillas que brotan de la espesura de la gran ciudad con múltiples peligros que, a veces, residen en el núcleo familiar como sucede en su impactante relato Gris asfalto.

Ya se han intensificado los ensayos, todo el mundo encantado y nervioso para estrenar muy pronto, el miércoles 9 de junio —recuperando el pase nocturno de las 22 horas— en un viaje sorprendente, pues nos sumerge en un mundo que mezcla cuento —El Mago de Oz— y realidad —el centro de desintoxicación al que van a parar ocho jóvenes—. Así, Dorothy, la dulce niña que fue arrancada de su plácida existencia por un ciclón, es, a su vez, Alba, una prostituta de lujo enganchada a la cocaína que acaba en el centro obligada por un juez. De esta forma, nos embarcamos en un paralelismo donde la magia y la ilusión se mezclan con la cruda realidad. Para todos ellos, conseguir llegar al final del camino de Baldosas amarillas y encontrar al Mago, significa en realidad lograr desengancharse por fin y recuperar el control de sus vidas.

Mago.                  Parece que la pequeña y dulce Dorothy acaba de llegar…

(Sale a escena Alba, inspeccionando el lugar. Es una joven guapa, pero con ojeras y signos de no haberse cuidado mucho últimamente. Lleva puesto un vestido ligero, de color azul, y va descalza. Se nota que se siente desubicada. Se sienta al lado de la Bruja.)

Alba.                   Esto no es Kansas.

Mago.                  (A público) Sólo que ya no es tan pequeña.

Alba.                   ¡Me cago en la puta! ¿Dónde cojones estoy?

Mago.                  (A público) Ni tan dulce.

Alba.                   ¿Qué coño es esto?

Mago.                  Es la bruja a la que has aplastado al caer con tu casa.

Alba.                   ¿Qué dices? (Parece escuchar voces) ¿Qué?

Mago.                  (A público) Dorothy ya no es esa niña que ayuda a sus tíos con el trabajo de la granja. Tiene treinta años, es adicta a la coca…

Alba.                   ¿Adicta a la coca?

Mago.                  Entre otras muchas cosas, y es escort… más rentable que la granja. La agencia en la que trabaja, o trabajaba, se llama “Kansas”. ¿Cómo estás, Dorothy?

Alba.                   ¿Dorothy? Me llamo Alba, joder. (Pausa) En serio, ¿quién eres?

Mago.                  (A público) Te vas a dar cuenta enseguida.

Alba.                   ¿Pero dónde estoy?

Mago.                  ¿De verdad no lo sabes?

Alba.                   ¡No! No me encuentro bien, estoy mareada. ¿Quién coño eres?

Mago.                 Soy la psicóloga asignada para tu grupo.

Alba.                   Jodeeeer.

Mago.                  Pero también puedes llamarme el Mago, si quieres.

Alba.                   A mí me pareces una puta mierda.

Mago.                 Has sufrido una sobredosis, Dorothy.

Alba.                   No tienes ni idea.

Mago.                  Tu cliente te dejó tirada en el suelo de la habitación del hotel, en medio de un charco de vómito. Se fue echando hostias.

Alba.                   Eso es imposible. Es paralítico. Un servicio especial.

Mago.                  Pues le dio rápido a la silla de ruedas. El caso es que se largó, y te quedaste sola, Dorothy.

Alba.                   ¡Que no me llames Dorothy, coño!

Mago.                  Dorothy.

Alba.                   ¿Dónde estoy?

Mago.                  En el reino de Oz. Y yo soy el Mago de Oz.

Alba.                   Y todo esto es un puto cuento, no te jode.

Mago.                 En realidad, es un centro de desintoxicación, pero para el caso…

Alba.                   Yo no estoy enganchada.

Mago.                 Claro.

Alba.                   ¡Que te calles, coño!

(Pausa.)

Alba.                   Bueno, entonces, ¿eres tú?

Mago.                  ¿Quién?

Alba.                   Joder, ya lo sabes.

Mago.                  Yo no sé nada que tú no quieras que sepa.

Alba.                   ¿Tú puedes ayudarme a salir de aquí y volver a casa? (Escucha una voz en su cabeza) A mí nadie me dice lo que tengo que hacer… Y todo por culpa de un paralítico de mierda.

Mago.                  ¿Te obligó a drogarte? ¿El paralítico te obligó a drogarte?

Alba.                   Va con el curro… Necesito algo.

(Pausa.)

Alba.                   (Hablando con alguien inexistente) Oye, ¿tienes algo? Para el camino. Con medio me basta, lo que sea… ¿Seguro? (Va hacia los zapatos plateados, saca una papelina de coca de uno de ellos) Te lo pagaré. Tranquila, yo controlo.

Mago.                  (Riendo) Yo controlo.

Alba.                   Puta Bruja de mierda.

Mago.                  ¿Con quién hablas?

Alba.                   Con la Bruja.

Mago.                  Yo no veo a nadie.

(La Bruja sale. Alba encuentra los zapatos plateados en el suelo. Los coge.)

Alba.                   Vale, entonces, ¿esto de qué va?

Mago.                  De portarse bien y decir la verdad.

Alba.                   Pues estás jodida, cuatro ojos.

Mago.                  Uuh, cuatro ojos…

Alba.                   ¿Tú eres el Mago?

Mago.                  Yo soy el Mago.

Indicaciones del director, Ramón Paso, en una de las numerosas situaciones que viven los personajes creados por Sandra Pedraz Decker.

Intérpretes: Ángela Peirat, Jordi Millán, Guillermo López-Acosta, Vicenta González, Esther Roiz, Noah Ferrera, Verónica Cuello, Alicia Rueda

AUTORA Sandra Pedraz Decker
DIRECCIÓN Ramón paso
PRODUCCIÓN EJECUTIVA PASOAZORÍN TEATRO
DIRECCIÓN DE PRODUCCIÓN Inés Kerzan
DISEÑO DE ILUMINACIÓN Carlos Alzueta
ESPACIO ESCÉNICO Ramón Paso
VESTUARIO Ángela Peirat y Sandra Pedraz Decker

FOTOGRAFÍA Ramón Paso
DISEÑO GRÁFICO Ana Azorín
PRENSA Y COMUNICACIÓN María Díaz
AYUDANTE DE DIRECCIÓN Blanca Azorín
AYUDANTE DE PRODUCCIÓN Sandra Pedraz Decker

TEATRO LARA. SALA LOLA MEMBRIVES. DEL 9 DE JUNIO AL 11 DE AGOSTO 2021

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Otras creaciones de Sandra Pedraz Decker en CULTURAMAS:

Todas las voces de Sarah Kane en sus obras completas

Steven Berkoff: ¿Hasta qué punto somos capaces de cambiar?

Panteras rosas en El síndrome de los agujeros negros

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