“Nihiloma”, de Ruben Martín
Por Pablo A. García Malmierca.
Posthumanismo, bugs y alas de mariposa.
Acercarse a Nihiloma (Ediciones Liliputienses, 2020) es acercarse a la obra de otro de los inclasificables de la literatura española actual, Francisco-Jota Pérez, y más en concreto a su artefacto Teratoma, en la contraportada aparece la siguiente definición:
Teratoma (del lat. Cient. Teratoma, y este del gr. ‘monstruo’ y ‘tumor’, ‘hinchazón’. Tipo de tumor de células germinativas que puede contener varios tipos diferentes de tejidos, como pelo, músculo y hueso.)
A la que nosotros podríamos añadir la siguiente:
Nihiloma (del lat. Nihil ‘nada’ y el gr. -oma ‘tumor’, ‘hinchazón’. Tipo de libro de poemas que se expande como un tumor hacia/desde la nada para buscar y expandirse en un espacio propio.)
Se abre el texto con una cita de William Blake que nos ofrece dos claves que se harán muy necesarias a lo largo del texto, “Nada” y “red” unidas por la transitividad de “podía romper”, perífrasis de posibilidad que abre el discurso del texto: posibilidad de que la “Nada” articulada como lenguaje al límite se pueda insertar en esa tupida “Red” y crear su espacio propio, como un tumor que se incrusta en el lenguaje poético instaurado y que consiga desde dentro la ruptura de esas “fibras (…) como a medida del cerebro humano”.
Esta imagen se hará recurrente en la particular retórica imagen/palabra, que tanto nos recuerda a la ya legendaria Matrix de las hermanas Wachowski, la palabra dicha por esa voz lírica tan peculiar se va colando como un tumor entre la tupida malla que se corresponde con el lenguaje ya establecido, sirva como ejemplo una de las múltiples imágenes que aparecen a lo largo del texto. (página 11)
Voz que se diluye entre el ruido blanco de la Red, voz que puede ser la del que mira la pantalla, la voz desapasionada que nos comunica que el error será reparado, la Red que nos convierte en voz múltiple, en ese alguien indefinido que nombra, pero que a la vez nos aleja de nuestra identidad. Identidad colectiva desasida de toda personalidad que se diluye en “La multitud de álguienes” (página 15), que son “yoes proyectados”, “multitud de ojos” (pág. 15), pluralidad en la que comienza la inserción del nihiloma, lugar donde se inicia la corrupción. ¿Bug informático? ¿Anomalía? ¿Tumor? ¿Parásito?
Todo se convierte en voluble, la identidad cambia, lo tecnológico y lo orgánico se combinan en una sucesión de realidades oníricas, mientras la identidad se deshace “no puedo distinguir mi voz de la tuya. o la suya. o de la mía. están como enroscadas nuestras voces…” (pág. 20) y nuestro yo es la información que queda grabada en una tarjeta de crédito “ahora una tarjeta de compras contiene más y más fiables datos sobre alguien” (pág. 21), nos convertimos en seres “legibles”. Seres “hackeables”, meros interfaces post-humanos conectados en enjambre, en el que el bug puede instalarse de forma masiva.
La mirada de los “álguienes” se convierte en “ojo palimpsesto” donde todas las imágenes acaban superponiéndose, ofreciéndonos una imagen al más puro estilo Ryu Murakami, “mientras la adolescente vestida de Maromi / vuelve a mostrar su vibrador / sonriendo desde la pantalla”, potente metáfora que aúna imágenes a gusto del consumidor hipermoderno de internet: pornografía, manga (Maromi es un personaje de Paranoia Agent) y adolescentes.
El lenguaje se diluye en la red, al contrario que un hype que va alcanzando su punto máximo de popularidad, “maromi” que une a cuarenta y tres usuarios “43 likes”, se diluye entre insomnio, e información fragmentada sobre residuos, cds y etruscos. Carne y metal se unen y diluyen al unísono en una “psique digital” de “ceros y unos”, “un mosaico de escamas” (pag. 33), que la voz/ces lírica/s bautiza/n con el neologismo “ontodiálisis”. Producto de esta “ontodiálisis” surge el nihiloma al que se define como “un tumor de ruido visual, una nube de / deterioro, un grito devorador / de obsolescencia.” (pág. 34)
Es este bug, tumor, anomalía o nihiloma el que crea el lenguaje, un nuevo lenguaje que surge de la superposición de discursos, de imágenes, de álguienes, de carne y tecnología, máquina de neologismos, creadora de nuevos verbos: “yoar”, “tuar”, “exer”, “paleonacer”, palabras que nacen “en un abismo interpensante” (pág. 38) Proceso que parece abocar en una disolución del yo, del mío, del tuyo, del su, del nosotros, “la fase terminal en la que el yo se difumina en una continuidad espectrada” (pág. 43). Proceso que también afecta a la propia sintaxis del texto “mientras tú respiramos. mientras / yo acero. mientras tú fibra y aleteo y lesiones en el giro fusiforme afectan / a la capacidad de reconocer…” (pág. 45)
Pero todo este despliegue hacia dónde nos lleva, qué busca destruir ese nihiloma, o mejor dónde o sobre qué quiere posicionarse, quizá la respuesta esté en el siguiente verso “jaque mate. se acabó / la poesía española. tal vez mejor así porque / talvez asíasíasí. Total. / vivimos en el intersticio. / hay un mundo que no acaba de acabar / y otro que no comienza a comenzar. “ (pág. 47)
¿Estamos ante un intento de renovación de la poética en español? ¿Es sólo un intento que se muestra como bug informático, como fallo del sistema que muestra sus carencias para crear algo nuevo a partir de ese espacio, o no espacio formado por el nihiloma? ¿Busca ser principio de un Hype que sea principio “el poema se acaba. pero tal vez / contagie. y seamos más. seamos / mejores. hemos abierto un agujero en esta página” (pág 51)? Lo que está claro es que estamos ante el principio de una sucesión que con seguridad tendrá sucesores “alguien abrirá otro agujero y / después. qué. / seguiremos palpitando” (pág. 51). Aunque siempre el sistema tiende a su orden original “Intelectuales y poetas del sistema ‘repararon’ la página Imprimiendo en ella una visión del mundo plana / Domesticada Prosaica Aunque tenazmente estable” (pág. 52) , “Pero algo se escapa / fluye y se multiplica / escuchas su rumor / y a él/ te entregas” (pág. 53)
Rubén Martín nos ofrece su particular visión sobre cómo una nueva forma de poetizar puede instalarse como un bug o un tumor sobre el sistema poético tradicional. Intento de hype que no busca su distribución e imposición masiva, sino que más bien trata de instalarse a modo de subterfugio en todos aquellos que sepan y quieran desasirse de lo que de convencional hay en la poesía actual. Nuevo lenguaje que se considera así mismo heredero de la modernidad tecnológica y humana, instalándose en un discurso a veces posthumanista, a veces neurobiológico, a veces rupturista, tocando influencias cinematográficas y con una clara tendencia al palimpsesto donde múltiples discursos se apilan unos encima de otros dejando un rastro sobre la página-ojo-pantalla.
Aldealengua 19/05/2021
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